Reportajes

El poder de la Virgen de Guadalupe, la versión mexicana de María

2016-02-15

Después de celebrar misa en la Basílica de Guadalupe, el papa Francisco entró...

Por Francis X. Rocca y Amy Guthrie, The Wall Street Journal

El sábado por la noche, después de celebrar misa en la Basílica de Guadalupe de Ciudad de México, el papa Francisco entró a la pequeña sala en la que se guarda la imagen de la Virgen de Guadalupe, un ícono nacional que unos días antes había alabado como "la imagen de una madre que cubre, que cuida, que está cerca de su pueblo", y oró en privado frente a ella durante unos minutos.

Más allá de México, diversas formas de veneración de la Virgen María reflejan la capacidad del catolicismo para adaptarse a diferentes nacionalidades sin poner en riesgo su carácter universal. María se ha convertido en uno de los activos misioneros más grandes de la Iglesia Católica, especialmente en su competencia contra el protestantismo evangélico y pentecostal por los creyentes de América Latina.

La Virgen de Guadalupe —representada con la piel morena y el cabello lacio negro— está tan íntimamente asociada con la identidad mexicana que el ensayista mexicano-estadounidense Richard Rodríguez calificó su imagen como la bandera no oficial del país. Su santuario atrae unos 20 millones de peregrinos por año, mucho más que la Basílica de San Pedro o La Meca, convirtiéndose así en uno de los sitios religiosos más populares del mundo.

Cada año, las peregrinaciones a la Basílica de Guadalupe alcanzan su pico alrededor del día de su fiesta (12 de diciembre), cuando millones de personas, muchas de las cuales han viajado largas distancias a pie, llenan las avenidas cercanas.

Salvador Pérez, un vendedor de comida de 46 años de Ciudad de México, atribuye la recuperación de su hijo de heridas graves que sufrió en un accidente a la intercesión de la Virgen. Le agradece cocinando cerca de 500 kilos de carnitas y regalándolas a personas hambrientas cada año en la noche previa a su fiesta. "Para mí, es la mera madre de toda América Latina", dice.

La historia del culto de Guadalupe se remonta casi al comienzo del catolicismo mexicano. Según la tradición, la Virgen se le apareció a un indígena llamado Juan Diego en 1531, 12 años después de la llegada de los conquistadores españoles, y le dio su imagen impresa en una capa de fibra de cactus llamada tilma. En la imagen, la Virgen es acompañada por rayos de luz y una media luna, símbolos importantes tanto en la Biblia cristiana como en las religiones precolombinas de la región.

La aparición se produjo en el sitio de un santuario dedicado a la diosa azteca Tonantzin. Años más tarde, siguiendo la antigua tradición cristiana de sustituir templos paganos por iglesias y la adoración de las diosas paganas por la de María, en el mismo lugar se construyó un santuario de la Virgen de Guadalupe.

La popularidad de la Virgen en América Latina creció constantemente a lo largo de los siglos. A comienzos del siglo XIX, las tropas mexicanas combatieron bajo su insignia durante la guerra de independencia de España. Un siglo después hicieron lo mismo durante la revolución liderada por Emiliano Zapata.

La representación de la Virgen María con piel oscura pertenece a una larga tradición de la "Madonna negra". Durante seis siglos, los fieles en Czestochowa, Polonia, han venerado a una Virgen negra, una imagen sin datar que debe su pigmentación al efecto del humo.

Algunos estudiosos piensan que las representaciones medievales de María como no blanca podrían reflejar su asociación con la hermosa mujer negra celebrada en Cantar de los Cantares de la Biblia o con antiguas divinidades tectónicas del mundo mediterráneo.

La expansión del cristianismo a América, Asia y África subsahariana, iniciada con la era de los grandes viajes oceánicos, dio lugar a la aparición de muchos cultos locales de María en aquellos continentes e impulsó la representación de la madre de Dios con los rasgos de las mujeres nativas. Estos cultos se inspiraron en varias fuentes, como las visiones de María o el agradecimiento por un favor atribuido a su intercesión. Otros surgieron de redescubrimientos aparentemente providenciales de estatuas o retratos perdidos de la Virgen.

En algunos casos, María es representada con las características raciales y las señas culturales de un país en particular. Por ejemplo, en Ruanda, Nuestra Señora de Kibeho es retratada con la piel oscura y rasgos similares a los de sus devotos allí.

Estas modificaciones reflejan la "inculturación", la capacidad de adaptación al entorno local tan característica del cristianismo. El ejemplo original de inculturación, dice el reverendo Salvatore Perrella, presidente de la Pontificia Facultad Teológica Marianum en Roma, fue la encarnación de Dios en Jesús.

María ha inspirado un tipo de devoción más diversificada geográficamente que su divino hijo, lo cual refleja su papel especial en la teología católica como mediadora privilegiada entre Dios y la humanidad. De ella se cree que no cometió pecado alguno, a diferencia de cualquier otra persona excepto Jesús.

El papel de María como mediadora entre las culturas trasciende incluso al cristianismo, señala Jaroslav Pelikan en su libro María a través de los siglos: Su presencia en veinte siglos de cultura (PPC, 1997). Pelikan observa que el Corán honra a María como la madre de Jesús, a quien los musulmanes veneran como un profeta, aunque no como el hijo de Dios.

En 1945, el papa Pío XII proclamó a Nuestra Señora de Guadalupe "Emperadora de las Américas", entendiendo el entero continente americano, de Alaska a Tierra del Fuego. Esto convirtió a la devoción guadalupana en el culto nacional de la Virgen de mayor alcance geográfico.

En México, la veneración popular de la Virgen eclipsa a la de otros santos e incluso —aunque no en las enseñanzas oficiales de la Iglesia— a la del mismo Jesús. Su imagen es omnipresente, embelleciendo todo, desde camisetas a bolsas de compras. Estatuas de la Virgen son colocadas por la gente en nichos en las fachadas de innumerables hogares mexicanos.

"Hay un viejo dicho en México, que los mexicanos son 90% católicos, pero 100% guadalupanos", dice R. Andrew Chesnut, cátedra de estudios católicos en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia, en EU

En el censo de 2010, 82% de los mexicanos se identificó como católico. El protestantismo está creciendo en México, pero sigue siendo un movimiento más pequeño que en casi cualquier país de América Latina. Para la Iglesia Católica, María podría ayudar a contener esa creciente marea.

La religiosidad del pueblo mexicano es profundamente mariana, y lo primero que los protestantes ponen en tela de juicio es precisamente la figura de la Virgen María, dice el reverendo Armando Flores Navarro, rector del Pontificio Colegio Mexicano en Roma. Para un mexicano, la presencia de la madre es sumamente importante, agrega.

Chesnut ha escrito que un elemento clave de la Renovación Carismática Católica —la respuesta de la Iglesia al pentecostalismo— es el papel prominente que le da a la Virgen María.

"Sin la Virgen, no hay fe", dice Catalino Flores, un agricultor de maíz de 41 años del sur del estado de Puebla, quien dos veces al año hace el viaje de cinco días a pie hasta el santuario para agradecer a la Virgen de Guadalupe por sus bendiciones.



JMRS

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