Trascendental

La infinita paciencia y comprensión de Dios

2016-02-28

Nadie puede presumir, ni en virtud de su posición en la Iglesia, ni en virtud de la propia...

Nuestro Dios nos ama y nos tiene confianza. Él nos ha creado libres, por eso nos propone su proyecto y espera nuestra respuesta. En este 3º domingo de Cuaresma, la liturgia nos habla de la llamada a la conversión, el cambio de vida al que Dios nos llama desde su  misericordia.

Según progresamos en nuestro viaje espiritual de la Cuaresma, ahondamos en el carácter penitencial de esta etapa litúrgica. De hecho, el evangelio de hoy se centra en la invitación a la penitencia y conversión de corazón, en la confianza de que nuestro Dios es siempre un Dios paciente, deseoso de nuestra salvación y no de nuestra destrucción.

Es la enseñanza del Evangelio de hoy, de san Lucas 13, 1-9. En él le refieren a Jesús el hecho de una represión política que había segado la vida de varias víctimas, el Señor contesta: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo" (ibid 2-3). Palabras severas que dan a comprender que con Dios no se puede jugar; y a la vez, palabras que proceden del amor de Dios, quien promueve por todos los medios la salvación de sus criaturas.

Con esta misericordia, Jesús suplica al Padre que prolongue el tiempo y espere todavía, hasta que todos se enmienden; como hace el viñador de la parábola, el cual, frente a la higuera infructuosa, dice al amo: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás" (ibid 8-9).

Así, la breve parábola presenta la "tensión" entre el propietario y un personaje intermediario que intercede para dar al árbol su "última oportunidad" de producir fruto, en oposición a la voluntad del propietario, que quiere cortarlo. El viñador, paciente y comprensivo, se compromete a hacer todo lo posible para que la higuera fructifique. Actúa como Dios mismo, en la persona de su Hijo Jesús, siempre dispuesto a llamar a las personas al arrepentimiento y a cambiar su corazón.

Jesús ofrece a todos los hombres su gracia, les vivifica con los méritos de su pasión, les nutre con su Cuerpo y con su Sangre, suplica para ellos la misericordia del Padre; ¿Qué más podría hacer? Le corresponde al hombre no abusar de tantos beneficios, sino valerse de ellos para dar frutos de auténtica vida cristiana.

Pertenecer al pueblo de Dios, disponer a voluntad del agua viva de la gracia, del alimento espiritual de la Eucaristía y de todos los demás sacramentos no es una garantía de salvación, si el cristiano no se compromete en un trabajo profundo de conversión y de total adhesión a Dios.

Nadie puede presumir, ni en virtud de su posición en la Iglesia, ni en virtud de la propia virtud o de los buenos servicio prestados: "el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga! (1 Cor 10, 12).

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"Intimidad divina" es un libro de meditaciones sobre la vida interior para todos los días del año, todo un clásico, cuyo autor es el P. Gabriel de Santa María Magdalena, carmelita descalzo, (1893-1953). Es uno de los grandes maestros del siglo XX, estas meditaciones en texto y en audio, síntesis y readaptación de las suyas, las presento como un sentido homenaje y con el sincero empeño, de darlo a conocer a las nuevas generaciones de cristianos.



JMRS