Pan y Circo

¿Debates o circo?

2016-03-14

Cuando se abordó la política migratoria los conductores pudieron dar un tono...

Arturo Balderas Rodríguez, La Jornada

Conscientes de la creciente importancia del electorado latino, Bernie Sanders y Hillary Clinton buscaron en su último debate no sólo el voto, también propiciar una idea menos circense y una compresión más profunda del complejo sistema político estadunidense. Quedó demostrado que en esta ocasión el medio escogido, la cadena de habla en español Univisión, no fue la más adecuada.

Los conductores buscaron el espectáculo, no la esencia en las propuestas. Repitieron los cuestionamientos de otros debates. A Clinton, en torno a su supuesta responsabilidad de lo sucedido en Benghasi, la fallida investigación del uso indebido de correos personales, etc. A Sanders, el porqué de su renuencia para apoyar una reforma migratoria que en su momento consideró inconsistente, etc. Fue patente que se intentó equiparar el debate con las peleas campales entre los candidatos republicanos. La preocupación principal de los conductores fue propiciar la diatriba y el ataque personal, no la discusión sobre las ideas y propuestas que orienten a los ciudadanos sobre la mejor vía para solucionar los problemas más ingentes. No podía ser de otra manera en un medio que, según se advierte por su programación, tiene en muy baja estima el nivel cultural del auditorio de habla hispana en Estados Unidos. Quienes presenciaron el debate se quedaron con la idea equivocada de que lo que prevalece entre Clinton y Sanders es el agravio y la diatriba personal, como sucede entre los aspirantes republicanos.

Cuando se abordó la política migratoria los conductores pudieron dar un tono distinto, pero también pesó más la idea del espectáculo. Presentaron a una mujer cuyo esposo fue deportado; acompañada de sus cinco hijos, preguntó a los candidatos qué harían para evitar las deportaciones y reunificar a familias. La explotación de una desgracia con cargo al periodismo más amarillista y vulgar.

No paró ahí. Por tratarse de una cadena con sede en Miami, donde reside el mayor número de migrantes cubano-estadunidenses, los conductores explotaron la política de apertura que Obama ha iniciado con el gobierno cubano. Acorde con la línea editorial característica de Univisión, abrieron la puerta para criticar las intenciones de éste de restablecer relaciones con aquel país. Por ello, cuando Clinton describió a los Castro dictadores autoritarios, y los conductores increparon a Sanders por el apoyo que en el pasado dio a Fidel Castro y Daniel Ortega, se escucharon estruendosas ovaciones. Tal vez la ovación más sonora fue cuando éste concluyó su presentación. La simbiosis entre política y espectáculo mediático es inevitable.



LAL