Poker de Ases

Obama: ¿sepulturero?

2016-03-22

Cierto es que Obama no es el único involucrado en este largo proceso, pero sí el...

Carlos Fernández-Vega

Entre sonrisas, abrazos e intercambio de piropos, Barack Obama se autonombró sepulturero de lo que calificó como el último vestigio de la guerra fría en América, con lo cual se construirá una nueva era de entendimiento que ayude a mejorar la vida de los cubanos, al tiempo que aseguró que al visitar la isla su intención es tender mi mano amistosa a su pueblo.

Al presidente de Estados Unidos se le vio animado, su discurso pareció propositivo, con él viajo un tropel de empresarios para ampliar las relaciones comerciales, y hasta tocó muchos de los pendientes en la relación bilateral… menos los importantes: el cese del bloqueo y la salida gringa de Guantánamo.

Como subrayó Raúl Castro, dichos pendientes (verdaderos actos ilegales y abierto atraco al pueblo isleño) “son aún los principales obstáculos para la normalización de las relaciones entre la isla y Estados Unidos, así como para el bienestar del pueblo cubano. El objetivo, dijo, es una relación de nuevo tipo como la que nunca ha existido entre Cuba y Estados Unidos (La Jornada).

El mandatario cubano alabó las recientes medidas del gobierno de Obama para relajar los controles hacia Cuba y que el mandatario isleño calificó de positivas pero insuficientes. Pidió de nuevo a Estados Unidos que devuelva a Cuba la base naval ubicada en la Bahía de Guantánamo y el levantamiento del embargo comercial. Reconocemos la posición del presidente Obama y su gobierno ante el bloqueo y sus reiterados llamados al Congreso para que lo elimine. Las últimas medidas son positivas, pero no suficientes.

En efecto, por muchas flores, listones de colores y bonitos discursos que el gobierno estadunidense intente colar en cada una de las reuniones con su contraparte cubana, pocos avances sustanciales se registrarán mientras el bloqueo económico, financiero y comercial se mantenga activo y amenazante.

Desde 1993 el gobierno estadunidense ha perdido la votación en la asamblea general de la ONU, la cual lo condena y le exige el levantamiento del embargo. Más de medio siglo ha transcurrido desde que el gobierno de Estados Unidos impuso el brutal bloqueo a Cuba. A partir de 1993, en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), la comunidad internacional ha condenado en 22 ocasiones consecutivas no sólo la artera acción de la Casa Blanca, sino su enferma decisión de mantenerla, pero nada ha sucedido.

El gobierno isleño lo explicó así en la ONU en octubre pasado (Sobre la resolución 69/5 de la Asamblea General de las Naciones Unidas; necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba): a pesar del pronunciamiento realizado por el Ejecutivo estadunidense de que debe ponérsele fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto contra Cuba, esta política se mantiene y continúa causando profundas afectaciones a la economía cubana y limitando el derecho al desarrollo del pueblo de Cuba. Las medidas promulgadas hasta el momento por la Casa Blanca han dado muestras de su limitado alcance y de lo mucho que el presidente de Estados Unidos aún puede hacer para modificar sustancialmente la aplicación del bloqueo recurriendo a sus prerrogativas ejecutivas.

El daño económico (acumulado) al pueblo cubano por la aplicación del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos supera, a precios corrientes, los 121 mil millones de dólares. Esta cifra jamás podrá reflejar el dolor y las penurias que, a pesar de los esfuerzos del gobierno de Cuba, el bloqueo ha ocasionado al pueblo cubano. Actualmente esta injusta política continúa afectando todas las áreas de la vida económica, social y cultural del pueblo cubano, limitando las posibilidades del país de alcanzar un desarrollo sostenible.

Se ha reconocido que el bloqueo no es meramente una cuestión bilateral. Su carácter extraterritorial, evidente en las sanciones aplicadas a terceros aún después de los anuncios del 17 de diciembre de 2014, muestra cómo esta política viola con total impunidad el derecho internacional y en particular el principio de igualdad soberana de los Estados consagrado en la Carta de las Naciones Unidas.

En el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas, durante 23 oportunidades consecutivas, una abrumadora mayoría de Estados ha reconocido al bloqueo contra Cuba como una política absurda, ilegal y moralmente insostenible. A más de cinco décadas de su implementación, su carácter, espíritu y propósitos se mantienen incólumes, generando carencias y sufrimientos innecesarios al pueblo cubano.

El propio presidente Obama ha reconocido justamente que se debe poner fin al enfoque anticuado de esta política hacia Cuba. No obstante, hoy, con el mismo rigor de las últimas décadas, los efectos del bloqueo restringen las posibilidades económicas de Cuba y lastran su derecho a elevar los estándares de vida de su pueblo.

El presidente de Estados Unidos debería llevar a vías de hecho su voluntad y hacer uso de sus amplias prerrogativas ejecutivas para vaciar al bloqueo de su contenido más sustancial, siendo consecuente y respetando el reclamo de la comunidad internacional respecto a esta política.

Una vez más, Cuba y su pueblo confían en que contarán con el apoyo de la comunidad internacional en su legítimo reclamo por poner fin al bloqueo económico comercial y financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos.

Y, efectivamente, en octubre pasado la asamblea general de la ONU se volcó a favor de Cuba: de 193 naciones representadas en ese foro, 191 votaron a favor del fin del bloqueo. Sólo dos lo hicieron en contra (Estados Unidos e Israel). A pesar de ello, el gobierno y el Congreso estadunidenses no tienen intención alguna de desmantelar el andamio legal del bloqueo contra la isla.

De hecho, desde 1993 todas las votaciones sobre el tema referido en la asamblea general de la ONU han sido favorables a Cuba. Pero el tiempo pasa y Estados Unidos toma dichas resoluciones como meras llamadas a misa.

Cierto es que Obama no es el único involucrado en este largo proceso, pero sí el promotor de que la relación bilateral tome una ruta más civilizada.


 



KC
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