Internacional - Finanzas

Los bancos centrales sí pueden crear inflación: Argentina es un ejemplo

2016-04-28

El actual ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, quien entre 2002 y 2004...

Por Greg Ip, The Wall Street Journal

En momentos en que la inflación en Estados Unidos, Japón y la zona euro está estancada debajo de la meta de 2% anual, los bancos centrales de esos países deben responder con frecuencia a la pregunta de si tienen o no las herramientas necesarias para impulsar los precios. Mejor sería preguntar: ¿tienen la voluntad de hacerlo?

Hay una herramienta prácticamente garantizada para crear inflación: el “dinero helicóptero”, o la impresión de billetes para financiar crecientes déficits públicos. Esta herramienta borra la distinción entre política fiscal y política monetaria, un límite sagrado no sólo para los bancos centrales sino también para los gobiernos que correctamente lo consideran un bastión contra el aventurerismo económico.

Para entender esto, nada mejor que examinar el caso de Argentina, país que recién ahora está recuperándose de años de dinero helicóptero, también conocido como financiación monetaria.

Hace poco más de 10 años, cuando Argentina ofreció reestructurar su deuda en default desde 2001, algunos tenedores de bonos se negaron a aceptar el recorte propuesto y bloquearon el retorno del país a los mercados de capital. Renuente a bajar su déficit mediante la reducción de gastos o el aumento de impuestos, el gobierno recurrió al banco central. Los adelantos transitorios y las transferencias del banco central a la Tesorería son formas de impresión de dinero, que en Argentina se disparó de 4,000 millones de pesos en 2007 a 159,000 millones de pesos (3% del Producto Interno Bruto) el año pasado.

El actual ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, quien entre 2002 y 2004 presidió el banco central, dijo en una reciente entrevista que la entidad terminó convirtiéndose en prestamista de primera instancia de la Tesorería.

La impresión de dinero tuvo el efecto previsible: la inflación se disparó. Exactamente cuánto no se sabe, porque bajo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se manipularon las estadísticas nacionales. Elypsis, una firma privada, calcula que creció de 6% en 2009 a 25% el año pasado. A este contribuyó el aumento de los controles de importación y de capital, que además socavaron el potencial productivo de la economía.

En diciembre pasado, Mauricio Macri reemplazó a Kirchner en la presidencia de la nación y comenzó a desmantelar la épica mala gestión económica de su antecesora. Prat-Gay rápidamente acordó con los acreedores holdouts y la semana pasada supervisó el retorno de Argentina a los mercados globales de capitales, emitiendo bonos por US$16,500 millones.

Recuperar el acceso a los mercados es esencial para poner fin a la dependencia de la Tesorería de la financiación monetaria y, por lo tanto, para reducir la inflación. Prat-Gay se ha comprometido a limitar el endeudamiento del banco central este año. La inflación, después de subir debido al recorte de subsidios, debería caer abruptamente el próximo año.

Prat-Gay también quiere restaurar la separación entre la política monetaria y la fiscal, algo que se da por sentado en otros países. Cuando le hice una pregunta sobre política monetaria, me respondió: “Usted no le haría esa pregunta a (el secretario del Tesoro de EU) Jack Lew, ¿verdad?”. (El secretario del Tesoro de EU no hace comentarios sobre la Reserva Federal, que es un ente independiente del poder ejecutivo).

Que la financiación monetaria haya sido desastrosa para Argentina no significa que siempre tenga que serlo. En 1942, la Fed se comprometió a comprar tanta deuda como fuera necesaria para financiar el esfuerzo de guerra de EU Para 1945, había comprado deuda equivalente a 9% del PIB anual. La recuperación económica posterior se extendió hasta bien entrada la posguerra.

A pesar de los controles de precios y salarios impuestos durante la guerra, entre 1940 y 1948 la inflación rondó 7% anual. Esto fue suficiente para que la Fed decidiera zafarse de las garras del Tesoro, lo cual logró en 1951.

Si la Fed pudo crear inflación entonces y el banco central argentino lo hizo hasta hace poco, ¿por qué les cuesta tanto lograrlo a la Fed, al Banco Central Europeo y al Banco de Japón?

No alcanza con imprimir dinero; también hay que gastarlo. Argentina imprimió dinero para financiar el gasto público, mientras que la Fed, el BCE y el Banco de Japón actúan de forma independiente, en un momento en que los gobiernos están tratando de endeudarse menos.

El verdadero dinero helicóptero surte efecto cuando el gobierno anuncia un gran aumento de gastos o reducción de impuestos y el banco central se compromete a imprimir dinero para financiar esas erogaciones y a nunca retirarlo de circulación. La gente se convence de que los impuestos no aumentarán y que subirán los precios, lo cual amplifica el impacto en el gasto y, debido a las expectativas, en la inflación real. Sin embargo, una vez que se desatan las expectativas de inflación, nadie puede garantizar que esta se detenga en 2%.

Estos son los puentes que los bancos centrales no están hoy dispuestos a cruzar. El presidente del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, ratificó en una entrevista reciente que “la política monetaria y la política fiscal son decididas y administradas por autoridades distintas”. Ante una pregunta sobre el dinero helicóptero, el presidente del BCE, Mario Draghi, dijo la semana pasada que es una opción “llena de dificultades operacionales, legales e institucionales”.

La independencia monetaria no es una meta en sí, sino un medio para un fin: bajo desempleo y una inflación en torno a 2%. Hoy los bancos centrales y el público están desencantados con una inflación tan baja y un crecimiento débil, pero no lo suficiente como para arriesgarse a un inflación de 7%, mucho menos de 25%. Las cosas tendrán que estar mucho peor.



KC
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