Migración

Una diáspora de casi cinco millones de seres sin futuro

2016-06-13

Los principales países receptores de refugiados en la región registran además...

Juan Carlos Sanz, El País

Después de más de cinco años de guerra, la mitad de los 22 millones de sirios se han visto desplazados de sus hogares. De ellos, 4,8 millones se encuentran refugiados en países de la región. Turquía acoge a 2,7 millones de refugiados (un 3% de su población), mientras que en Líbano hay un millón de sirios (equivalente a la cuarta parte de los habitantes del país) y en Jordania otros 600,000 (una décima parte). El resto se reparten, según Naciones Unidas entre otros Estados de la región, como Irak, con 200,000, o Egipto, con 100,000, y desde el pasado verano, también en Europa, con 375,000 solicitudes de asilo, de acuerdo con los datos de Eurostat en 2015.

Estas cifras oficiales se quedan cortas. El Gobierno de Amán asegura que alberga dentro de su territorio a otros 400,000 exiliados sirios no registrados. La mayoría de los refugiados en los países vecinos viven mezclados con la población local, a menudo en situaciones de marginalidad social. Los campamentos, incluso las grandes instalaciones como Zaatari (norte jordano), con cerca de 80,000 personas —la mitad menores de edad—, ya no son suficientes.

Por su tamaño, Zaatari bien podría ser la tercera o cuarta ciudad de Jordania. Cuenta con escuelas, mercados y clínicas, como la que gestiona la Fundación para la Promoción Social de la Cultura (FPSC) en Amán, la única ONG española presente en este campo de refugiados. “Nuestro trabajo se centra en la ayuda a menores con discapacidad psíquica, como parálisis cerebral o espía bífida, que precisan atención especial. Son los más vulnerables de los vulnerables”, explica desde Amán la jefa de misión de FPSC en Jordania, María López de Haro.

Los principales países receptores de refugiados en la región registran además episodios de tensión social por la dramática presión que los exiliados sirios ejercen sobre el mercado laboral o los servicios sociales. En el caso de Líbano, la fractura social del conflicto en Siria amenaza con perturbar también la convivencia entre los grupos religiosos, sobre todo, entre chiíes y suníes.

Cientos de mujeres viudas con hijos refugiadas en Kiziltepe, en la provincia fronteriza turca de Mardin, sobreviven gracias a las ayudas de los vecinos. En los 22 campamentos de Turquía ya no quedaba sitio en 2014. Al menos los acogidos en los campos organizados de tiendas y alojamientos prefabricados reciben tarjetas electrónicas con una asignación mensual para poder adquirir alimentos. “Vivimos de la ayuda de la gente, para pagar seis liras turcas [dos euros] por la casa y para poder comer”, reconocía entonces Fátima en la infravivienda que ocupaba en Kiciltepe con cuatro hijos menores y un marido incapacitado para trabajar.

Naciones Unidas tienen presupuestados en 2.016 unos 4,000 millones de euros para los refugiados sirios en el exterior, y otros 2,800 millones de euros para los desplazados internos. En mayo aún no se había cubierto el 20% de las previsiones, constata la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de naciones Unidos.

“Todos los refugiados quieren volver a su país, pero la prolongación de la guerra se lo impide”, explica María López de Haro desde su experiencia en el macrocampo jordano de Zaatari. “Me han impactado, sin embargo, los casos de familias sirias que deciden regresar a pesar de tener que jugarse la vida. Después de cuatro años en el campamento, desesperados y sin ahorros, creen que podrán sobrevivir entre los bombardeos”, asegura la responsable de la ONG humanitaria. “Algunos incluso se muestran dispuestos a atravesar toda Siria de nuevo para huir hacia Europa a través de Turquía”.



JMRS