La Visión del Bucanero

Confianza

2016-06-21

En el medio militar y político la confianza es teórica e intrínseca,...

                                                                                   Luis Campos

                               Se gana y se pierde.                      Se pierde por traicionar a quien la otorga.
                               Se recibe y se corresponde.           Se corresponde a quien la entrega. 
                               Se viola y se defrauda.                   Se defrauda a quienes creyeron en él.
                               Se otorga y se arriesga.                  Se arriesga por desconocer al sujeto.
                               Se exhibe y se disfruta.                   Se disfruta cuando se merece.
                               Se siente y tranquiliza.                    Tranquiliza por resultados atinados. 
                               Se admira y se imita.                       Se imita por convencimiento.
                               Se construye y se aplica.                 Se aplica por convicción.

Es una respuesta del ser humano a un sistema maduro, donde se toman decisiones atinadas con actitudes pertinentes que persigan resultados de calidad sin requerir supervisión alguna. 

También se gana en momentos críticos, exhibiendo alguna o varias virtudes propias que surgen libres y espontáneamente con el propósito de proteger, ayudar, resolver, cooperar, sobrevivir, etc., en circunstancias especiales, sin importar a quién o a quienes se beneficia. 

En los medios jerárquicos, se gana con otros atributos, como pueden ser: la discreción, la presencia física, la obediencia, el orden, la disciplina, el respeto al grado o nivel de puesto que ocupa, la práctica atinada, la responsabilidad espontanea, etc. 

En el medio militar y político la confianza es teórica e intrínseca, está ganada de antemano por la relación superior-inferior y viceversa, por lo tanto es efímera.  

Quien otorga la Confianza pretende que quien la recibe adquiera el compromiso inherente a la actividad asignada. 

Quien recibe la Confianza, debe cuidar de no abusar en nombre de ella, tratando de representar bien el rol que le asignaron, dominando su prepotencia, su ambición, su protagonismo, su egoísmo, su necedad, usando su control personal, inteligencia y sentido común cuando aparezcan las tentaciones. En otras palabras, debe poner en acción su templanza.

La gente sin bases morales sólidas o resentidas con la vida, es la más acechada por las tentaciones. El exceso de “confianza” también puede hacer daño, cuando se utiliza a la ligera, o por sospecha o suposición, al surgir el protagonismo. 

Una forma de perder la Confianza depositada, es cuando se habla de más, se anteponen otros intereses, aflora la envidia, la ambición o se vende la integridad propia, entonces se traiciona. 

La Confianza se destruye con la mentira, el engaño, el abuso, el cinismo, los bajos instintos, las preferencias no justificadas, los supuestos, la sospecha, etc. 

Existen personas que por principio desconfían de todo mundo, posiblemente debido a una o varias malas experiencias, en las cuales esperaban más de lo que recibieron, exhibiendo en todo momento su actitud desconfiada, como defensa a recibir otra decepción. Su desconfianza lo lleva al escepticismo, al rechazo de cualquier idea, al desamor, la intransigencia, el abandono. 

La Confianza nos permite actuar con seguridad, con valor, con  firmeza, con generosidad, con amor, pero de algún modo con prudencia, para no caer en el exceso. 

Cuando se responde a la Confianza depositada, se genera en los demás un sentimiento de tranquilidad. Pero también se pueden generar envidias y amenazas. 

Cuando “no” se responde a la Confianza depositada: se defrauda.

Ejerciendo la Confianza, el individuo se vuelve “confiable”. 

La Confianza es un “Bien” que es necesario cuidar para no perderlo. 

Normalmente la Confianza no se siente, porque responde a la buena educación del individuo.

Sin embargo, es observada por los demás y algunas veces es admirada por gente cabal y otras veces envidiada por los pobres de espíritu. 

Algunas veces, sin esperarlo se siente satisfacción al ejercer la Confianza depositada, aunque nadie se dé cuenta.

La Confianza se construye con esfuerzo, dedicación y tenacidad pero sobre todo  con firmeza e integridad. 

La Confianza en si misma se disfruta, pero se debe poner cuidado en no ofender, no agredir y no avasallar con quienes se interactúa, a no ser que sea necesario para defender: la dignidad, la legalidad, la privacidad, evitar una injusticia o para no establecer un mal precedente. 

Tomar la Confianza, genera un compromiso 

Un caso notorio es la del político mexicano que ha tenido una cantidad recurrente de oportunidades para responder a la “confianza” depositada en ellos por el “pueblo”, pero casi todas las veces, o mejor dicho: nunca han cumplido con las expectativas que  han generado y a la larga han defraudado a todos los que participaron con su preferencia. 

Esto parece grave y posiblemente en otro país sirva para conformar una actitud más efectiva del “pueblo” para que en un futuro cercano evite incurrir en otro fracaso. Pero en este país, el pueblo sigue con la mentalidad del esclavo (no en balde ha estado sometido por más de 900 años), aprovechando las migajas que le ofrece el sistema del momento. En la época actual, algunas veces ganando más de lo que merece su esfuerzo, o conformándose con lo poco que tiene con la seguridad de que en la próxima le tocará a él. Pero por mientras sacará ventaja: tomando lo que está mal puesto o no está regulado, haciendo un trabajo incompleto, creando hijos sin ninguna responsabilidad (ya mañosamente se legisló para ayudar a la mujer soltera con hijos), emborrachándose, siendo impuntual, mal hecho y poco confiable, total nadie se fija, a nadie le importa y además no vale la pena desgastarse con el esfuerzo para hacer las cosas mejor. 

Esta es la domesticación que ha hecho el político disidente sobre el pueblo ignorante que no cuenta con referencias éticas, morales y cívicas. Se encuentra prácticamente abandonado. 

En estas condiciones se entiende por qué no hay confianza en el pueblo pobre del país que forma casi el 60 % (incluye a los acarreados) de la población total y que sea tan bajo el porcentaje de participación en las elecciones. 
La gran mayoría piensa que no vale la pena votar, pues quién quede se dedicará a “robar”

La parte del pueblo que tiene trabajo es un privilegiado y hará todo lo que esté a su alcance para cuidar su puesto en el trabajo, aunque sea eventual. Votará o se abstendrá, da igual.

Los profesionistas (algunos, no todos) posiblemente hayan encontrado su nicho en alguna parte de la empresa donde trabaja, y más si percibe un sueldo bajo, no son sindicalizados y no son exigentes. Otros, si tienen fortuna se subemplearan y aquellos que han resistido con esfuerzo el embate empresarial, progresarán hasta donde no representen problema alguno y sean manejables. Votarán por: el qué dirán. 

Como no existe “confianza” en el político mexicano, debido a la infinidad de veces que han defraudado al electorado con sus mentiras, abusos de poder, robos, bajos instintos, preferencias sexuales, prácticas corruptas, asociaciones delictivas, cinismo, mañas, desacreditaciones que ellos mismos dan por cierta la ineficiencia de una presentación escrita de sus habilidades,  experiencia, planes, metas, ofrecimientos, etc., avalados por algún partido honorable, pues nadie con dos dedos de frente les va a creer, pagando justos por pecadores. Si a esto le agregamos: los enormes recursos económicos proporcionados por el gobierno (con los recursos impositivos del pueblo), para comprar: publicidad desleal (innecesaria), simulaciones, circo, eventos temporales, dadivas, transporte, votos, confusión, etc., el pueblo se enfrenta a una verdad: 

Está capturado por el sistema.

Conseguir o ganar la “confianza” de un pueblo está en arameo y realmente requiere de una enorme cantidad de esfuerzo, renunciando al comportamiento animal que por siglos ha caracterizado al ser humano de este país (no interesa si otros países sufren de lo mismo), en el cual se perdió el respeto por la vida, tal como fue en la época del avasallamiento Azteca (fuera cual fuera la causa). 

La única solución podría ser “un acuerdo a nivel nacional para cambiar de actitud”, dirigido por un líder (que no existe), para vencer la “desconfianza” y como se dice: caiga quién caiga.



TRO

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