Testimonios

Sobre el libertinaje sexual y la continencia en el matrimonio

2016-06-26

Huyan de las relaciones sexuales prohibidas. Cualquier otro pecado que alguien cometa queda fuera...

Primera Carta a los Corintios

Introducción

Algunos hablan de los primeros cristianos como si hubieran sido modelos de todas las virtudes. La primera carta a los Corintios nos hará ver que los creyentes de los primeros tiempos tenían sus debilidades como nosotros y que la fe no había eliminado el peso de las realidades humanas. 

Corinto tenía su propia fisonomía entre las ciudades del Mediterráneo. Situada en una franja de tierra que separa dos golfos, se había aprovechado de su situación privilegiada. Los dos puntos del este y del oeste se habían unido por una especie de camino enlosado por el cual se tiraba de los navíos por medio de enormes carros arrastrados por bueyes. Así los marinos se ahorraban de dar la vuelta a Grecia por el sur. Pero había que pagar, lo que significaba una importante entrada para la ciudad; el transporte exigía además abundante mano de obra, lo que para la época significaba muchos esclavos. 

La ciudad poseía desde tiempo muy antiguo un santuario consagrado a Afrodita, la «diosa del amor» según los griegos, en cuyo derredor se desarrollaba —y para eso siempre había plata— una prostitución que de sagrada no tenía más que el nombre. En tiempos de Pablo las prostitutas se contaban por millares. 

Muy cerca de Corinto se celebraban cada dos años competencias deportivas, parecidas a los juegos olímpicos actuales, que también atraían gran cantidad de gente. 

Se advertirán en estas dos cartas de Pablo alusiones muy claras a estos diferentes aspectos de Corinto: el dinero, la esclavitud, la prostitución y los juegos del estadio. 

En Corinto judíos y paganos convertidos por Pablo formaban una Iglesia dinámica, aunque poco ordenada. Después del entusiasmo de los primeros años, muchos se habían dejado llevar por los vicios y por las costumbres paganas, y los responsables de la comunidad se sentían impotentes para hacer frente tanto a esas dificultades y también a las divisiones internas o dudas respecto a la fe. Hicieron pues un llamado a Pablo. Retenido en Efeso por su trabajo apostólico, les envió esta carta como respuesta. 

Llama la atención tanto la autoridad con que el apóstol se dirige a la Iglesia en nombre de Cristo, como su manera de enseñar, pues antes de responder directamente a una cuestión, comienza siempre por reafirmar las bases de la fe. Las dudas de los Corintios, sumidos en un mundo pagano, se referían a temas que son aún hoy de actualidad o que se discuten entre nosotros: 

— el celibato y el matrimonio; 

— los problemas de coexistencia con los no creyentes; 

—  el orden de las reuniones de la Iglesia, tanto para la celebración de la Eucaristía como para el ejercicio de los «dones espirituales»; 

Capítulo 6

Sobre el libertinaje sexual

Cuando alguien de ustedes tiene un conflicto con otro hermano, ¿cómo se atreve a ir ante jueces paganos en vez de someter el caso a miembros de la Iglesia? ¿No saben que un día nosotros, los santos, juzgaremos al mundo? Y si a ustedes les corresponde juzgar al mundo, ¿serán incapaces de juzgar asuntos tan pequeños? 

¿No saben que juzgaremos a los ángeles? ¿Y por qué no, entonces, los problemas de cada día? ¡Pongan de jueces para esto a los más tontos de la comunidad! ¡Qué vergüenza! ¿Así que entre ustedes no hay ni un solo entendido que pueda hacer de árbitro entre hermanos? 

Pero, no; un hermano demanda a otro hermano y lleva la causa ante paganos. 

De todos modos ya es una desgracia que haya entre ustedes pleitos, pero, ¿por qué no mejor soportar la injusticia? ¿Por qué no aceptar perder algo? ¡Al contrario! ¡Son ustedes que cometen injusticias y perjudican a otros, que además son hermanos! 

¿No saben acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? No se engañen: ni los que tienen relaciones sexuales prohibidas, ni los que adoran a los ídolos, ni los adúlteros, ni los homosexuales y los comodones, ni los ladrones, ni los que no tienen nunca bastante, ni los borrachos, ni los chismosos, ni los que se aprovechan de los demás heredarán el Reino de Dios. Tal fue el caso de algunos de ustedes, pero han sido lavados, han sido santificados y rehabilitados por el Nombre de Cristo Jesús, el Señor, y por el Espíritu de nuestro Dios. 

"Todo me está permitido, pero no todo me conviene. Todo me está permitido, pero no me haré esclavo de nada" 

La comida es para el estómago y el estómago para la comida; tanto el uno como la otra son cosas que Dios destruirá. En cambio la persona no es para la prostitución, sino para el Señor, y el Señor es para la persona. 

Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder. 

¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? ¿Puedo, entonces, tomar sus miembros a Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡Ni pensarlo! Pues ustedes saben muy bien que el que se une a una prostituta se hace un solo cuerpo con ella. La Escritura dice: Los dos serán una sola carne. 

En cambio, el que se une al Señor se hace un solo espíritu con él. 

Huyan de las relaciones sexuales prohibidas. Cualquier otro pecado que alguien cometa queda fuera de su cuerpo, pero el que tiene esas relaciones sexuales peca contra su propio cuerpo. 

¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de Dios y que está en ustedes? Ya no se pertenecen a sí mismos. 

Ustedes han sido comprados a un precio muy alto; procuren, pues, que sus cuerpos sirvan a la gloria de Dios. 

Capítulo 7

La continencia en el matrimonio

Ustedes me han escrito sobre varios puntos: es cosa buena que un hombre no toque mujer alguna. Pero no ignoren la tiranía del sexo; por eso, que cada hombre tenga su esposa y cada mujer su marido. El marido cumpla con sus deberes de esposo y lo mismo la esposa. 

La esposa no dispone de su cuerpo, sino el marido. Igualmente el marido no dispone de su cuerpo, sino la esposa. 

No se nieguen ese derecho el uno al otro, a no ser que lo decidan juntos, y por cierto tiempo, con el fin de dedicarse más a la oración.

Después vuelvan a estar juntos, no sea que caigan en las trampas de Satanás por no saberse dominar. 

Lo que les digo es a modo de consejo, no estoy dando órdenes. 

Me gustaría que todos fueran como yo; pero cada uno recibe de Dios su propia gracia, unos de una manera y otros de otra. A los solteros y a las viudas les digo que estaría bien que se quedaran como yo. 

Pero si no logran contenerse, que se casen, pues más vale casarse que estar quemándose por dentro. 



JMRS
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