Testimonios

Encontré al hombre que había en mí

2016-07-04

Está claro que la homosexualidad era sólo el síntoma de otros problemas...

Por: Elena Lorenzo

El cambio es posible para aquellos que están dispuestos a hacer la difícil reconstrucción interna de sus problemas emocionales/afectivos

Testimonio de Floyd Godfrey

Floyd Godfrey terapauta estadounidense, nos cuenta su recorrido desde la homosexualidad hasta que redescubre su heterosexualidad. Actualmente casado y con tres hijos. Reside en Arizona, EU donde desarrolla su práctica profesional como terapeuta.

Por fin hay esperanza

En 1990, a mis 22 años llevaba cuatro años buscando ayuda en mis padres, en tres terapeutas y en varios acompañantes espirituales. Todo era un esfuerzo frustrante y sin resultado por encontrar la forma de librarme de mis deseos homosexuales que me hacían sufrir tanto.

Terminaba una sesión sin resultados aparentes y el terapeuta casi de pasada me dijo algo que cambiaría el curso de mi vida. Nacía una organización en Salt Lake City UT, formada por hombres que buscaban apoyarse en la superación de su homosexualidad. Al poco tiempo me vi conduciendo 650 Km para asistir a la primera conferencia de este grupo (Evergreen).

Uno de los momentos que más me ayudaron de la conferencia fue cuando Jeff Konrad, autor del libro “No tienes que ser gay” (You Don´t Have to be Gay”) contó su camino hacia la heterosexualidad. Jeff vivió durante mucho tiempo un estilo de “vida gay” y tras años de trabajo espiritual y emocional/afectivo, descubrió su propia identidad heterosexual.

Me encontré por primera vez ante un modelo terapéutico que hacía hincapié en la necesidad de “reparar” la propia imagen masculina y las relaciones de amistad durante la infancia y juventud.

Hasta que no me sentí del todo masculino, no me veía “lo suficientemente hombre” para una mujer.

Me di cuenta de que no podía liberarme de mi atracción homosexual a través de la oración porque la raíz de esta no era espiritual. Las atracciones no deseadas eran síntomas de problemas emocionales/afectivos que debía resolver y gestionar y no escapar de ello. No podía forzarme a sentir nada hacia las mujeres porque mis necesidades más profundas necesitaban la afirmación y la identidad masculina. Hasta que no me sentí del todo masculino, no me veía “lo suficientemente hombre” para una mujer.

Volví de la conferencia lleno de esperanza. Allí conocí a un terapeuta con experiencia en la terapia reparativa y enseguida empecé el proceso con él. Trabajamos en mis inseguridades, en errores de percepción de mi masculinidad y del mundo masculino – comprendí el motivo de la atracción que sentía y que yo interpretaba como indicadores de que probablemente yo “había nacido gay”. Estos malentendidos me llevaron a obsesionarme con pensamientos homosexuales, forma de vida y cultura.

Superando mi inseguridad masculina Con la terapia me centré en el desarrollo de mi masculinidad siendo niño, empecé a reinterpretar mi historia desde una nueva perspectiva – una luz que iluminaba mi confusión. Recordé una niñez llena de desorden emocional y confusión. Mis compañeros en clase eran muy brutos jugando en el patio, nunca me uní a ellos porque tenía miedo de que me hiciesen daño, me sentía muy patoso comparado con ellos.

Como no jugaba con los chicos durante el recreo, me unía a chicas. Jugábamos a saltar a la cuerda, a “Star Wars” y yo siempre hacia de Luke Skywalker, un tío fuerte, valiente, el héroe que todos quisieran ser. En este estilo de juegos yo me sentía cómodo y seguro, de esta forma evitaba la humillación que sufría si jugaba con mis compañeros de clase.

Evitaba a los chicos y a la vez buscaba desesperadamente ser amigo suyos. Quería pasar tiempo con ellos, participar en sus juegos y encajar, quería pertenecer. En deportes eran mucho mejores que yo, estaban más desarrollados y yo en cambio era flacucho y con cuerpo de niño. Me avergonzaba de mi cuerpo y trataba de esconderme para que los demás no descubriesen lo flaco que estaba.

¿El sexo opuesto?

Uno de los chicos en clase de gimnasia había empezado a levantar pesas y un día estando en los vestuarios nos enseñó sus bíceps, nos quedamos todos alucinados.

Fue en ese momento cuando me di cuenta de que sentía atracción hacia ese chico, iba más allá de la admiración que yo podía sentir por los demás. Desde mi punto de vista él era un tío seguro y admirado por todos; yo era justamente lo contrario y pensaba que si fuese más como él los demás querrían ser mis amigos. ¡Deseaba tanto sentirme seguro y ser admirado!

El momento en que sentí atracción sexual hacia otro chico fue cuando me identifiqué por primera vez física y emocionalmente opuesto a él.

Ahora me sorprende haberlo visto tan claro. Sin saberlo, yo me estaba viendo a mi mismo como del sexo opuesto. ¡No es de extrañar que mi subconsciente psico-sexual me hiciese sentirme atraído por este chico y no atraído por las chicas con las que yo me identificaba!

Observaba a mis compañeros y envidiaba sus habilidades y sus cuerpos. A menudo soñaba despierto, me veía con un cuerpo perfecto, jugando en el equipo de béisbol y con un montón de amigos que me admiraban. Les observaba e idolatraba la manera en que interactúan entre ellos. En mi mente estaba la imagen perfecta del chico “cool”; extrovertido, atractivo, deportista y masculino – todas los rasgos que yo creía no tener.

Volver a conectar con la masculinidad

Me di cuenta de que no era demasiado tarde para cambiar mi patrón de vida. Estaba decidido a no pasar el resto de mi vida huyendo de los ambientes masculinos, era ya hora de crecer y enfrentar mis miedos.

Me sentía cada vez más hombre. Ya no deseaba ser “uno de los chicos”, me estaba convirtiendo en uno de ellos.

Enfrentar ciertas actividades y ambientes en realidad era enfrentar lo que me había paralizado toda mi vida, mi miedo a los hombres; esto me ayudó a aumentar drásticamente mi autoestima y conexión con el mundo masculino.

El proceso no fue fácil, estuvo lleno de altibajos. Con mi mentor trabajé en mis necesidades emocionales, dejé a un lado comportamientos que no me ayudaban y curar heridas afectivas. Me di cuenta de que mi atracción homosexual era cada vez menos intensa y con el tiempo empezó a disminuir.

Constaté que los sentimientos heterosexuales comenzaron a emerger sutilmente.

Matrimonio y Renovación

Cuando los sentimientos heterosexuales comenzaron a echar raíces, el matrimonio me parecía algo más real. Mi círculo de amigos aumentaba, salir con chicas y socializar se convirtió en algo divertido. Fue a partir de aquí cuando una antigua y cercana amistad que tenía con una chica Kae – a quien le dije en su momento que yo era gay – se hizo más íntima. Le conté mi experiencia con la terapia y al poco tiempo empezamos a salir. Nuestra intimidad fue en aumento y esta atracción se hizo también física. Nos casamos en 1992.

Por desgracia durante mi primer año de matrimonio me confié demasiado y descuidé algunas de las cosas que habían sido esenciales en mi proceso en la terapia. Había abandonado las cosas que me habían fortalecido y consolidado mi masculinidad, pagué un precio alto por ello.

Tomé alguna decisión equivocada que se tradujo en tener relaciones sexuales con otro hombre por primera vez en mi vida. ¡Se sentí tan mal y tan hundido! Eso no era lo que yo quería, era justo lo contrario.

Hundido por el dolor y por el miedo a perder a Kae reaccioné. Se lo conté a y entramos en terapia de pareja. Busqué orientación espiritual también y volví a lo que me había ayudado tanto a construir mi masculinidad; mis amistades con hombres, pasar más tiempo con ellos. Me di cuenta de que había vivido mi terapia como algo transitorio. Pensé que podría volver a a mi antiguo yo. Me di cuenta de que tenía que haber una transformación real de la personalidad y debía alimentar constantemente mi masculinidad y participar en actividades con hombres para que se arraigase lo que soy.

Retome todas esas actividades y la transformación interior tuvo lugar.

Ya no tengo que estar “haciéndome a mí mismo”, alimentándome como “hombre”. Gracias a que he aprendido a funcionar así, la atracción homosexual no ha vuelto a ser un problema en mi vida.

¡Se puede cambiar!

Todo este recorrido me condujo de una manera casi naturalmente a estudiar psicología, grado y postgrado. Acompaño a quienes buscan entender y cambiar los deseos homosexuales no deseados y a quienes desean fortalecer su identidad masculina en general. Algo muy gratificante para mí.

Sé por propia experiencia que el cambio es posible. Nunca pensé que llegaría a casarme, que me atraería una mujer y que pasaría el resto de mi vida. Nunca creí que me liberaría de los pensamientos y sentimientos homosexuales. No me imaginé haciendo deporte con hombres heterosexuales y además sentirse bien conmigo mismo.

Ahora estoy felizmente casado y tenemos tres hijos estupendos. Quiero a mi esposa y mi nueva orientación sexual. Kae y yo hemos escrito juntos un libro basado en nuestras experiencias llamado “Homosexuality: Symptoms & Free Agency”. Ha sido una experiencia difícil pero nos ha unido mucho como pareja.

Es la confianza en sí mismos lo que se quiebra

Cuando leo historias o veo reportajes en televisión de hombres que dicen que trataron de cambiar pero que no pudieron, me llama la atención, pienso que no tuvieron “experiencias de cambio auténticas” que les llevasen real y profundamente a hacer cambios interiores.

Hablan de aprender a cruzar las piernas correctamente, orar y leer las Escrituras. Hablan de intentos de “sanación” espiritual cuando realmente no tenían ningún problema espiritual. Pienso que está quebrada la confianza en sí mismos como hombres. El CAMBIO ES POSIBLE para aquellos que están dispuestos a hacer la difícil reconstrucción interna de sus problemas emocionales/afectivos, no es un tema sexual ni espiritual.

Somos miles los que hemos hecho este cambio.

Está claro que la homosexualidad era sólo el síntoma de otros problemas subyacentes. Cuando resolví estos otros temas, experimenté un cambio natural desde la homosexualidad a la heterosexualidad. Me sentí motivado por otros hombres que habían experimentado lo mismo que yo y me demostraban que se podía cambiar. Habían hecho esos cambios en sus propias vidas y dieron como resultado un cambio en su orientación sexual. Estos hombres ahora estaban ahí, firmes y ahora yo también.



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