Internacional - Economía

La reducción de gastos no está en la agenda de Trump o Clinton

2016-07-25

Ninguno de los candidatos de los dos principales partidos ha hecho casi mención a la...

NICK TIMIRAOS, The Wall Street Journal

Gane quien gane la Casa Blanca en noviembre, no espere escuchar nuevos llamamientos a la reducción del gasto.

Las peleas por lograr un “gran acuerdo” bipartidista para reducir la deuda son cosa del pasado. En su lugar ha surgido un nuevo debate sobre la capacidad de endeudamiento de Estados Unidos: ¿ha crecido esa capacidad, y cómo podría EU aprovecharla?

Ninguno de los candidatos de los dos principales partidos ha hecho casi mención a la necesidad de hacer frente el creciente déficit fiscal a largo plazo. En cambio, están llamando a un aumento del estímulo federal.

El candidato republicano Donald Trump ha hablado de profundas reducciones de impuestos y, sin dar detalles específicos, ha prometido grandes desembolsos federales en infraestructura, seguridad fronteriza y mayores servicios de salud para los veteranos.

La plataforma del Partido Republicano incluye la propuesta de convocar a una enmienda constitucional que obligue a los estados y al país a tener un presupuesto equilibrado. Pero eso es más fácil de decir que de hacer, como demuestra la incapacidad de los republicanos en el Congreso para aprobar una resolución sobre el presupuesto de este año.

Hillary Clinton, la presunta candidata demócrata, también ha propuesto gastar en proyectos de carreteras y educación superior, que financiaría con nuevos impuestos a las personas de ingresos más altos y a la industria financiera.

Hace cuatro años, la plataforma del Partido Demócrata se refirió siete veces a la reducción del déficit. La plataforma que los convencionales del partido tendrán en consideración esta semana en Filadelfia no menciona el déficit y se compromete en cambio a hacer nuevos gastos.

El cambio en ambos partidos es notable porque coincide con lo que los economistas consideran un período de pleno empleo.

Las elecciones de 2012 terminaron siendo en gran medida una decisión sobre cómo Washington pondría fin a una serie de crisis presupuestarias sucesivas. Los enormes déficits posteriores a la recesión de 2007-09 provocaron el temor a una inflación galopante que traería un aumento del costo del crédito y la consiguiente asfixia del crecimiento.

El segundo mandato de Barack Obama, al no producir un gran acuerdo de presupuesto, no pudo resolver el conflicto. En su lugar, se llegó a una serie de acuerdos menores para elevar los impuestos a los ricos y eliminar paulatinamente esos recortes automáticos e indiscriminados conocidos como “secuestro”. El camino hacia esos acuerdos fue dramático. En octubre de 2013, el gobierno cerró durante 16 días.

Ahora, tras años de restricciones a los programas militares y domésticos, el péndulo se ha movido en dirección de más, no menos, gasto. El año pasado, el Congreso y la Casa Blanca acordaron un presupuesto que no solo aumentó el gasto sino que también extendió una serie de recortes de impuestos, sin prever cómo se compensarán con aumentos de ingresos o recortes de gastos.

Entonces, ¿por qué han cambiado las prioridades políticas respecto de la deuda?

En primer lugar, la expansión de la economía y los acuerdos presupuestarios de los últimos años han hecho que los déficits de corto plazo vuelvan a sus promedios a largo plazo. En segundo lugar, el crecimiento de los costos de atención de la salud, un importante motor de los déficits proyectados, se ha ralentizado. En tercer lugar, los mercados indican que los costos de endeudamiento pueden ser más bajas por más tiempo de lo que se pensaba posible unos pocos años atrás debido a las débiles perspectivas de crecimiento mundial.

La proporción de deuda nacional respecto del producto interno bruto se ha más que duplicado desde 2007, llegando a alrededor del 75%. Pero los pagos netos de intereses de la deuda en realidad han disminuido. El año pasado, la relación del pago de interesas a PIB descendió a 1,25%, el nivel más bajo desde 1968.

El déficit a largo plazo no ha desaparecido, por supuesto. Este mes, la Oficina de Presupuesto del Congreso dijo que la deuda nacional superaría el producto total de la economía en 2033, seis años antes de lo que se preveía el año pasado. El cambio se debió en gran parte a los cambios de política del año pasado.

Una proporción creciente del gasto federal estará además en piloto automático a medida que más jubilados empiecen a utilizar Medicare y Seguridad Social, cuyo gasto no es asignado anualmente por el Congreso. El actual entorno de tasas de interés bajas “ofrece una falsa sensación de seguridad”, dijo Michael Peterson, presidente de la Fundación Peter G. Peterson, un grupo que aboga por la reducción del déficit.

El cambio del consenso político sobre la deuda se hace eco de un planteo similar de algunos economistas, que dicen que la fuerte demanda extranjera de bonos del Tesoro de Estados Unidos podría ayudar a mantener las tasas de interés bajas durante más tiempo.

Esto fortalecería el argumento a favor e tolerar mayores niveles de deuda, dijeron Doug Elmendorf, quien dirigió la OCB entre 2009 y 2015, y Louise Sheiner de la Institución Brookings, en un artículo publicado en febrero. Ambos economistas argumentaron que todo aumento del gasto debería orientarse a políticas que eleven la declinante productividad laboral para apuntalar de esa manera el crecimiento económico.

Cuando las tasas de interés caen por debajo de las tasas de crecimiento económico, los gobiernos pueden tomar prestado mientras sigan manteniendo bajo control la relación deuda-PIB. Las bajas tasas actuales pueden significar esa oportunidad para EU

“Tasas de interés extraordinariamente bajas hacen que la economía de la inversión pública sea profundamente distinta de lo que era hace una década”, dijo Larry Summers, economista de la Universidad de Harvard y ex secretario del Tesoro de EU

Summers ha formulado advertencias sobre el “estancamiento secular”, una deficiencia crónica de inversión que deja al mundo atrapado en una rutina de bajo crecimiento. Pero incluso si esto no fuera así, el envejecimiento de la fuerza laboral en Europa y Japón y otros acontecimientos mundiales que impulsan la demanda extranjera de bonos del Tesoro permitirían a EU seguir viviendo en “un mundo de tasas de interés bajas, alto ahorro, y [con] el reto de absorber esos ahorros por al menos los próximos años”, dijo Summers.

Nada de esto significa que EU vaya a eludir los desafíos de un gasto impulsado por los cambios demográficos. Pero podría permitirle al próximo presidente ganar un poco más de tiempo.



JMRS

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