Turismo

El exceso de hoteles, una herencia que los Juegos Olímpicos dejarán a Rio de Janeiro

2016-08-03

Se prevé que el mal momento continúe, al menos a corto plazo, y perjudique los...

ROBYN A. FRIEDMAN, The Wall Street Journal

A la espera de miles de visitantes que deben llegar a Rio para asistir a los Juegos Olímpicos, que se inauguran el viernes, los dueños de hoteles están desempolvando algo que hacía rato no usaban: el letrero de “no hay más habitaciones”.

Sin embargo, es probable que después de que se acabe el evento deportivo tengan que volver a guardar el letrero. La industria hotelera de Brasil ha sido golpeada por los efectos de una prolongada recesión, una crisis política y el brote del virus del zika.

Se prevé que el mal momento continúe, al menos a corto plazo, y perjudique los retornos de los inversionistas que han apostado en grande por la economía de Brasil y que esperaban un efecto positivo después de los Juegos. El gran volumen de construcciones en desarrollo echa combustible a las preocupaciones.

El número de habitaciones de hotel en Rio aumentó más de 50% en los últimos seis años, según un reporte reciente de la firma internacional de bienes raíces JLL. “A pesar de todas las expectativas positivas creadas en relación al legado de los Juegos Olímpicos, aún hay mucha incertidumbre sobre su beneficio para la industria hotelera”, señaló el informe. “El escenario económico negativo, añadido a la crisis en los sectores de petróleo y gas (…) serán grandes desafíos”.

Unos 100 hoteles están en construcción en Brasil, con casi 18,000 habitaciones, de acuerdo con la firma de datos STR.

Entre los nuevos establecimientos en Rio figura el primero con la marca Trump en América del Sur y un complejo de hospedaje con 404 habitaciones adyacente al Parque Olímpico de Barra, que será la primera propiedad de doble marca de Marriott International Inc. en Brasil, con las banderas de Courtyard y Residence Inn.

La tasa de ocupación de los hoteles en Brasil durante el segundo trimestre de 2016 fue de 51,6%, casi 7,8% menos que en el mismo lapso de 2015, según STR. La tarifa diaria promedio se redujo 3,6%, a 279,08 reales (unos US$86), indicó la firma de investigación.

Pese a todo, algunos analistas divisan vientos a favor para la industria. La devaluación del real ha abaratado el hospedaje para los huéspedes internacionales, mientras que desanima a los brasileños a salir del país.

De todos modos, los precios más baratos no son suficientes para eliminar los nubarrones sobre el sector de viajes debido al virus del zika y otros problemas en el país. “La industria hotelera ha estado sufriendo durante bastante tiempo”, dice Diego Bufquin, profesor adjunto del Colegio Rosen de Administración Hotelera en Orlando. “Nuestros (ingresos por habitación) han caído significativamente debido a la profunda recesión y la falta de confianza. Todos están recortando su presupuesto justo ahora y no envían de viaje a sus ejecutivos”.

Se espera que la economía brasileña se recupere en algún momento. Cuando lo haga, las tasas de ocupación y las tarifas por habitación probablemente subirán a medida que el mundo vuelva a descubrir el clima, la cultura y los otros atractivos del país. “Los constructores miran a mediano y largo plazo debido a que Brasil tiene fundamentos sólidos”, señala Bufquin. “Aún están invirtiendo bastante dinero, pero tendrán que tener un poco de paciencia”.

Eso no es mucho consuelo para los inversionistas que tratan de salir del actual bajón. A los analistas les preocupa en particular el mercado de Rio de Janeiro porque depende de la atribulada industria de hidrocarburos del país, según Gilberto Martins, director de CBRE Hotels en Brasil.

“Hoy tenemos algunos problemas de desempeño en la mayoría de las ciudades”, dice Martins.

El panorama de la industria hotelera en Brasil era muy diferente en 2009, cuando Rio fue escogida como sede de los Juegos. De hecho, una de las preocupaciones planteadas por el Comité Olímpico Internacional antes de tomar una decisión fue la de si había suficiente capacidad hotelera.

Después del anuncio, los desarrolladores inmobiliarios dieron a conocer planes de construir miles de nuevas habitaciones. Al final de 2009, el país tenía 201.301 cuartos. Para junio de 2016, la cifra se había elevado a 235.288, según STR.

La construcción del Trump Hotel Rio de Janeiro, con 170 habitaciones, fue anunciada en 2014, justo en el momento en que el país entraba en recesión. El propietario es LSH Barra S.A. de Rio de Janeiro, que compró la licencia del nombre Trump a la Trump Organization, que también gestiona el hotel.

Algunas empresas hoteleras han dado marcha atrás en sus planes. Por ejemplo, en 2011 fueron anunciados dos proyectos de hoteles Four Seasons por una sociedad formada por Iron House Real Estate, filial del Grupo Cornelio Brennand, y una subsidiaria de la Abu Dhabi Investment Authority, el fondo soberano de ese emirato.

El grupo espera inaugurar el próximo año el primer Four Seasons en Brasil, una propiedad con 254 habitaciones en São Paulo, pero postergó el segundo proyecto, segúnRuy Rego, presidente ejecutivo de Iron House.

“Ya habíamos adquirido tres años antes el terreno (para el proyecto de São Paulo), y no vimos ninguna razón para no proceder”, dice Rego. “No hay competencia de ninguna otra marca de lujo internacional. No vimos ninguna razón para parar” ese proyecto.

Los analistas dicen que el mercado de São Paulo es más robusto que el de Rio porque está impulsado por los viajeros de negocios. “São Paulo es el mercado menos afectado gracias a que la economía es más diversificada, y además no tuvo mucho crecimiento de la oferta en los últimos 10 años”, indica Ricardo Mader, director gerente del grupo de hoteles y hostelería en JLL.

A largo plazo, los expertos son cautelosamente optimistas sobre el mercado hotelero brasileño. “La economía empieza a repuntar y a mostrar signos de recuperación”, diceBruno Coelho, gestor de mercados de capital de Cushman & Wakefield en São Paulo. “Si se hacen las reformas políticas necesarias, la gente empezará a tener más confianza. Eso y la economía son las principales cosas que se necesitan para mantener en marcha el mercado”.



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