Comodí­n al Centro

En la recta final el acuerdo con las FARC

2016-08-06

La participación política de los guerrilleros es el fin último de cualquier...

DIANA CALDERÓN, El País

"La gran duda es cómo será tratado el tema del narcotráfico como delito conexo"

Es precisamente cuando se está cerca de la meta que el oxígeno empieza a faltar. Ocurre en todos los ámbitos y es aún más frecuente en la política y en las negociaciones de cualquier índole. Está probado: siempre es al final cuando más se cede ante las expectativas del otro. Es clave por lo tanto mantener la calma y la firmeza que han caracterizado al jefe de los negociadores Humberto de la Calle, al alto comisionado Sergio Jaramillo y a los generales Mora, Florez y Naranjo para no terminar por entregar unos mínimos necesarios para aceptar los acuerdos a los que se llegue con las FARC. 

Sobre todo cuando la guerrilla acusa a su contraparte, en la mesa y fuera de ella, de usar artimañas para “acaparar” los recursos de la implementación de los acuerdos, montar trampas jurídicas para decir que la negociación no es un tema que le pueda salir gratis al Estado. ¡Qué equivocados están! Las negociaciones implican ceder, aceptar, construir juntos y lo cierto es que todo eso lo ha puesto con humildad este lado de la mesa. La guerrilla desde el primer día hasta hoy con contadas excepciones como la de Pastor Alape en Bojayá, solo ha insistido en justificarse. 

Este es el momento donde se prueba el talante y el liderazgo en la negociación más importante de la historia reciente en Colombia para poner fin a 50 años de conflicto. Más aún cuando la campaña para la refrendación de los acuerdos, aun sin finalizar ni firmar, ya empezó desde que la Corte Constitucional avalara el plebiscito como mecanismo idóneo y luego de que la oposición hiciera pública su decisión de jugársela por el NO con la frase: “Nos queda la opción de decir Sí a la paz votando No al Plebiscito”. La decisión sigue basándose en la verdadera aspiración del CD, un proceso de sometimiento. 

El gobierno ya inició en cabeza del expresidente Cesar Gaviria su propia campaña por el SI y responde con otra frase: "Quien vote No al plebiscito está votando por la guerra". Varios partidos como el Verde y el Polo, que no están dentro de la llamada Unidad Nacional como el Liberal, la U y Cambio Radical, recorren el país en la llamada labor pedagógica de los acuerdos y las encuestas empiezan a mostrar que habrá que trabajar sin descanso. Pues entre la soberbia de la guerrilla y las mentiras reiteradas día tras días por parte de algunos miembros del uribismo, muchos creen que el gobierno claudicó cuando la realidad es que los puntos acordados, por lo menos hasta hoy, son fundamentales para la reconciliación. 

Sobre los puntos aún por negociar hay algunos en los que es necesario que quede pactado que la amnistía será para beneficiar a los guerrilleros sobre los que no haya pruebas de la comisión de delitos de lesa humanidad. Que debe aplicarse a los guerrilleros rasos y que la ley para otorgar ese indulto debe garantizarse de manera simultánea al desarme pues resulta lógico que los alzados en armas no se desprendan de estas sin tener la seguridad jurídica para su reintegración a la vida civil. La gran duda que queda es cómo será tratado el tema del narcotráfico como delito conexo. 

La participación política de los guerrilleros es el fin último de cualquier negociación con un actor como las FARC, pero es obvio que no debe permitirse antes de que cada uno de quienes aspiran a entrar en el debate democrático, hayan pasado por la jurisdicción especial, el tribunal donde deberán confesar la verdad, o de lo contrario sí estaríamos garantizando impunidad. Su participación entonces debería darse otorgando curules automáticas que pasado un periodo en el Congreso solo puedan conservarse si se ganan el voto ciudadano. 

El otro gran desafío de esta recta final es la conformación del Tribunal Especial de justicia restaurativa y/o transicional. Oportunidad de oro para integrarlo como bien lo propuso el jurista Rodrigo Uprimny por un 50 por ciento de mujeres obligatoriamente. Si ya se le permitió a la guerrilla de las FARC aparecer ante los colombianos, sin siquiera sonrojarse, sin pedirle perdón a sus propias mujeres a las que maltrataron y obligaron a abortar, dándonos lecciones de cómo construir las políticas públicas para garantizar la equidad de género, sería deseable que confesaran ante un tribunal equilibrado sus delitos y pecados. 

Es clave que en esta etapa se respeten los mínimos, se tenga cabeza fría, se use a los outsiders sin afectar ni vulnerar la capacidad negociadora de los integrantes de la mesa oficial. 



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