Migración

La caótica organización de los campos para refugiados en Grecia

2016-08-17

Desde la primavera del año pasado, Grecia ha recibido un aluvión de personas en busca...

Ana Mora Segura

Atenas, 17 ago (EFE).- Desde la primavera del año pasado, Grecia ha recibido un aluvión de personas en busca de refugio. En mitad de la vorágine económica el Gobierno del país se enfrenta a un reto, dar un alojamiento digno a las 60,000 personas atrapadas por el cierre de las fronteras.

Ante la incapacidad de las autoridades griegas y europeas de dar una respuesta a tiempo a la crisis humana que se desató hace meses en Grecia, organizaciones no gubernamentales y voluntarios independientes de toda Europa viajaron hasta aquí para ayudar.

Actualmente el acceso a los campos de refugiados sólo está permitido a las asociaciones que tienen los permisos necesarios. Conseguirlos requiere de un complicado proceso burocrático que depende de los ayuntamientos y del Ejército.

Las condiciones de los centros han sido denunciadas repetidas veces por ser insalubres, y aunque Grecia necesita toda la ayuda posible para gestionar esta crisis, las autoridades prefieren ordenar el proceso de ayuda a través de organizaciones internacionales seleccionadas y el Ejército.

"En Grecia no tenemos campos de refugiados, tenemos asentamientos espontáneos de emergencia", cuenta a Efe Ángeles De Andrés, presidenta de Red Alert, que coordina a 3,000 voluntarios en Europa, Turquía, Siria, Irak y Libia.

"¿Qué ha hecho Turquía con los 3,000 millones de euros que le ha dado Europa? Comprar armas para disparar a quien intente cruzar la frontera. Que le den los 3,000 millones que aún se le deben a Turquía a Grecia para construir una mínima infraestructura", continúa.

De Andrés, que dirige una asociación pequeña, teme que estas miles de personas se queden estancadas en Grecia durante años.

"Es muy triste que en el siglo XXI haya gente que te diga que vivía mejor bajo las bombas que en Europa", explica en alusión al descontento generalizado que reina en los campamentos.

Algunos campos como el de Kara Tepe en Lesbos, en cambio, cuentan con una amplia oferta de actividades para sus habitantes.

Los proyectos implantados en este centro son de larga duración y crean comunidad y orden, pero solo son posibles porque una misma persona, Stavros Myrogiannis, lleva a cargo del campo desde que este se abrió.

Almudena Echánove, profesora en un instituto de Madrid, y José Andrés Fernández, profesor de Economía en la Universidad Complutense de la misma ciudad, han venido durante 15 días a ayudar.

Crearon un "crowdfunding" (financiación colectiva) entre conocidos para financiar el viaje y realizar donaciones según las necesidades que encontraran.

Preparando el viaje descubrieron lo complicado que era entrar en los campos. Dos semanas antes del vuelo encontraron a Red Alert Refugees, que trabaja en el campo de Petra Olympiu, en la falda del monte Olimpo, con los 1,400 yazidíes que viven allí.

"Aunque no parece ser de los peores campos de Grecia, la sensación es de absoluto caos. Hay una gran falta de coordinación entre toda la cantidad de cooperantes y voluntarios que están aquí, y con ACNUR, lo que da lugar a que los recursos no se optimicen bien. Es muy complicado conseguir organizar lo mínimo", cuenta Echánove a Efe.

María, con 22 años y apunto de graduarse, decidió invertir el dinero de su viaje de fin de carrera en un voluntariado de dos semanas en el norte de Grecia.

Una página de Facebook y más adelante un grupo de WhatsApp fueron todo lo que necesitó para encontrar una asociación que necesitara voluntarios y organizar su viaje. Una vez en el campamento se dio cuenta de los recursos y oportunidades que se perdían por la falta de coordinación.

Mientras en Kara Tepe hay un sistema de reparto de ropa "a domicilio", de puerta a puerta, el sistema de reparto en su campamento fue cambiando dependiendo de la organización que se hacía cargo de esa tarea en ese momento.

"Hay caos porque las organizaciones que nacimos a raíz de esto somos inexpertas, pero es un caos eficiente porque el hilo conductor es la empatía y la humanidad", dice De Andrés, que aboga por el cierre de los centros de refugiados y su integración en las zonas urbanas.

En estos campamentos se da una pérdida constante de eficiencia en una situación que aunque se alargue en el tiempo no deja de ser alarmante.

El dilema ahora es si las autoridades deben reformular la organización de los campamentos para refugiados o buscar alternativas menos precarias.



JMRS
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