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El terremoto, nueva prueba de resistencia para el futuro de Matteo Renzi

2016-08-29

El terremoto de agosto en Italia plantea una nueva prueba de resistencia a su primer ministro,...

Javier Alonso

Roma, 28 ago (EFE).- El terremoto de agosto en Italia plantea una nueva prueba de resistencia a su primer ministro, Matteo Renzi, que ahora no solo tiene que ganar un próximo referéndum sobre sus reformas sino también gestionar la reconstrucción del desastre.

El seísmo que asoló pueblos del centro del país le llega al líder del Partido Demócrata (PD) en un momento crítico de su gestión, a las puertas de una consulta de cuyo resultado él mismo hizo vincular si continúa al frente del Ejecutivo.

Desde que el joven primer ministro accedió al poder puso en marcha reformas que la maquinaria parlamentaria ha amenazado con posponer y bloquear en numerosas ocasiones, pero ahora son otras fuerzas, las telúricas, las que ponen a prueba su resiliencia.

Como en ocasiones anteriores, Renzi apela a un concepto -ahora al día siguiente del seísmo es el de la "casa Italia"- que pretende apelar a todos, por encima de las diferencias partidarias: ¿quién podrá estar en contra de 'arreglar' la casa propia?

El concepto, presentado de momento de manera vaga quizás con la intención de sumar de modo inmediato a todos y eliminar de raíz la disidencia, interna y externa, abarca de manera ambiciosa aspectos no solo relacionados con la prevención de terremotos, sino que toca también a la gestión sostenible de recursos energéticos o la recuperación de las zonas periféricas degradadas.

Renzi apela así a la unidad nacional tras el desastre e intenta evitar comparaciones con lo que hace siete años sucedió tras el seísmo que destruyó L'Aquila (centro de Italia) y que el Gobierno del conservador Silvio Berlusconi contribuyó a agravar con una gestión que agravó la devastación: los aquilanos no pueden todavía habitar su ciudad.

Todavía no se sabe de dónde saldrán los inmensos recursos necesarios para los indefinidos y ambiciosos objetivos de la "casa Italia" renziana -se cree que se necesitarán hasta 2,000 millones de euros al año durante una o dos décadas- pero de momento Renzi cuenta con el apoyo de un Berlusconi que convalece de una delicada operación de corazón entre rumores de agravamiento de su estado.

Con la derecha sin organizarse -la Liga Norte del xenófobo Matteo Salvini coquetea y no con Berlusconi, los pupilos de este aparecen desorientados sin la guía del excavaliere- a Renzi le hace falta por lo menos no fallar en las primeras medidas de reconstrucción del desastre, o al menos que no se perciba que el Estado fracasa de nuevo.

Porque el seísmo que dejó arrasada Amatrice, borró del mapa pedanías como Saletta, destruyó escuelas, iglesias, edificios tanto públicos como privados, ha dejado al descubierto enormes grietas a través de las cuales se ve una Italia que no funciona.

Es la Italia que favorece el engaño en la contratación de obras en las que se pone más arena que cemento, que no vigila que se cumplan normas mínimas de construcción en un territorio con una "columna vertebral" montañosa sísmica desde hace millones de años o que mira para otro lado cuando casi todos los vecinos incumplen las reglas para evitar pagar más impuestos o simplemente no pagarlos.

Con la paradoja de que otra Italia sí funciona, cumple religiosamente con el Fisco, planifica a largo plazo y está atenta a que la corrupción no contamine todos los ámbitos de la vida de este país, de lo que numerosas localidades del área impactada por el seísmo dan testimonio: se prepararon con tiempo y casi ningún edificio cayó.

Ahora Renzi camina hacia el referéndum del otoño con la obligación de demostrar que gestiona el posterremoto con dignidad y eficacia, pocos días después de que, a principios de agosto, época preseísmo, reconociera que quizás se equivocó al "personificar demasiado" la consulta.

"Este referéndum no es mi referéndum" aseguró el locuaz primer ministro sobre la reforma constitucional con la que, entre otras cosas, pretende acabar con el bicameralismo retirándole al Senado su función legislativa.

La reforma pasa por ser "la" reforma de Renzi -que ya ha llevado adelante entre otras la laboral o la, ciertamente moderada, de las uniones entre personas del mismo sexo- y por ella apostó hasta su persona.

Llegado al poder en febrero de 2014 sin pasar por unas elecciones tras quitar del puesto a su entonces compañero de partido Enrico Letta, Renzi se atrevió a hacer del referéndum la votación que todavía no ha ganado; ahora además tiene que vencer al terremoto



TRO

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