Espectáculos

Juan Gabriel, del infierno y la gloria

2016-08-29

"Es una costumbre mía, de niño estuve internado durante mucho tiempo. Cuando...

Por José Alberto Castro, Proceso

En la edición 985 del 17 de septiembre de 1995, el semanario Proceso publicó una entrevista a Juan Gabriel realizada por José Alberto Castro. Aquí la reproducimos íntegra.

Encumbrado por el innegable éxito, rodeado de colaboradores que no lo dejan solo ni un minuto, el ídolo de la canción mexicana se pasea tranquilo por la suite presidencial del hotel Presidente Chapultepec.

Ya no es el joven espigado, tímido y de mirada angelical que enloquecía a las quinceañeras con aquella pegajosa balada: “No tengo dinero, ni que dar/ Lo único que tengo es amor para amar” Ahora cumple 45 años y le recomienda al fotógrafo de Proceso “cuídame, por favor”.

La entrevista tendrá un tiempo limitado a veinte minutos. De buen humor, bromista y vestido con discreta elegancia, el compositor, quien ha alcanzado el mayor éxito de los últimos años en México, balbucea:

“No le puedo contar quiénes son mis amigos. Porque el amigo debe ser uno. Los demás pueden ser como quieran. Yo quiero a la gente como es. Tal vez, esa sea la diferencia que hemos marcado para considerar a alguien mi amigo. Primero, debe ser amigo de sí mismo. Así podrá ser amigo de quien quiera. Yo soy el amigo, y mis amigos pueden ser como ellos quieran. Quiero a mucha gente y a muchas personas les estoy agradecido, porque formo parte de todos ellos. Usted me hablaba de Carlos Monsiváis, bueno, a él lo conozco desde hace muchísimos años. Lo quiero mucho, me gusta y lo acepto como es. Le repito, una vez más, en cuanto a mis amigos, el amigo soy yo”.

Sentado detrás de un elegante escritorio, Juan Gabriel confiesa: “Del infierno, si es que vivimos en él, he logrado, la mayoría de las veces, crear mi propia gloria. Tampoco me creo instalado en la gloria. Lo importante es que ahora hago lo que quiero y todo lo que me gusta sin perjudicar a nadie. Adoro a todo el mundo y le deseo lo mejor. Es mi obligación y una necesidad como ser humano. Como artista pongo un ejemplo. Espero que todos sean muchísimo mejores que yo y que además la vida los premie y la gente los quiera más que a mí. Yo no quiero ser el único, eso sería muy triste”.

En la cúspide de sus logros musicales, y aunque todavía no rebasa el medio siglo, ya se habla de biografías autorizadas y de libro de memorias. Pero al parecer el cantante y compositor va por otro rumbo, pues en el curso de la entrevista dice que no le interesa arraigarse: “Mi vida es andar de un lado a otro”.

De esta vida errante habla Alberto Aguilera o Juan Gabriel con ocasión del lanzamiento de su biografía autorizada, Querido Alberto, de Eduardo Magallanes. El mismo Alberto Aguilera que figuró en el pasado en el denigratorio libelo Juan Gabriel y yo, de Joaquín Muñoz:

“Es una costumbre mía, de niño estuve internado durante mucho tiempo. Cuando salí de ahí me desboqué y me acostumbré a ser así. Siempre he hecho lo que yo he querido. Nunca lo que otros han querido que haga. Siempre he recibido buenos consejos de muchísimas gentes. Tal vez no los he acatado en ese momento. Sin embargo, después los he considerado. Cuando me pasan las cosas o antes de que me pasen, según como me vaya en la vida. Siempre tomo en cuenta a la gente que me da una orientación. Aunque también hago lo que me da la gana hacer. Y no me arrepiento”.

Soy apolítico

–¿No anhela una vida tranquila?

–Todavía no. Esta es mi vida.

–¿Hay muchas cosas por hacer?

–Si no las hay las mando deshacer para volverlas a hacer. Si no las invento. Yo siempre he sido hiperactivo.

–Su biógrafo Eduardo Magallanes dice que usted siempre tararea tonadas, imagina la música, piensa en frases ¿Es cierto?

–Siempre estoy trabajando. No. Mejor dicho, creando. Porque trabajar es estar en algo que no nos gusta.

–En algún tiempo se habló de su posible filiación panista. Porque muchos de sus amigos son de ese partido, ¿no es así?

–Bueno, tengo amigos carnívoros y otros vegetarianos. También del PRI y algunos del PAN.

–¿Le interesa la política?

–Pues yo soy totalmente apolítico. Porque mi carrera es la forma más bella para manifestar mis pensamientos y mis ideales. No soy político. Sé de política porque soy mexicano, moreno y tengo más de 25 años. Pero, en serio, no soy político.

–Del disco El México que se nos fue se cita la Canción 187, y de ella se dice que es una canción de protesta ¿Está usted de acuerdo con eso?

–Para mí es una canción de amor. No es una canción política. Yo considero que las personas que son ingratas o que se les olvida que hemos estado con ellos, más en las buenas que en las malas, actúan movidas por la ingratitud. Si la gente es ingrata quiere decir que es carente de amor. Por eso es una canción de amor. Porque ellos necesitan este sentimiento.

–Sin embargo, en ese disco usted le canta al campo, a la tierra bendita ¿De ahí viene el mexicano?

–Híjoles, estamos perdidos, porque ni somos indios, ni criollos, ni mestizos, ni mexicanos. Estamos todos unidos en una República Mexicana, no obstante está por verse el que seamos mexicanos. Pues los mexicanos llegaremos a esa conclusión cuando nos identifiquemos dentro de un orden de la naturaleza.

“La gente debe ser parte de la naturaleza Estar de común acuerdo con ella y tener una alimentación diaria lo más natural posible. Porque una alimentación sana, a base de todo lo que es natural, hace un buen estómago. Asimismo el estómago genera buena sangre y de ésta surgen buenos sentimientos. Los buenos sentimientos redundan en buenas ideas y éstas en buenos hechos. Eso se traducirá en buenos ciudadanos de no importa qué país. Obviamente mi preocupación es México pues aquí me tocó nacer”

–¿Qué piensa de los indígenas de Chiapas?

–Aquella persona que no respete los derechos de un indígena es un intolerante. La palabra es aceptada sólo en su connotación despectiva. Decimos indígena porque los españoles creyeron que habían llegado a las Indias. Ese es el significado que le dieron los españoles y los españoles lo confundieron con su religión y sus creencias. Terminaron por quitarles lo que tenían y por casi desaparecerlos. Afortunadamente no hay nada oculto bajo el sol y todo sale a la luz algún día. Entonces, nosotros debemos respetar nuestras raíces y considerarlos a ellos mexicanos con todos sus derechos. No quiero usar la palabra mexicanos. Porque le voy a decir que mexicanos nada más eran los de la capital. Los mexicas. En este caso, ellos son los chamulas, los tzotziles, chontales y tojolobanes, etcétera.

“Por eso hay que respetar su idiosincracia, sus culturas, raíces y costumbres, porque las tienen desde tiempos inmemoriales. Lo que pasa es que nos hemos perdido en éso, hemos vivido en una ilusión. De que somos, pero no somos. Seremos mexicanos cuando tomemos conciencia. Así como le decía hace rato, teniendo una buena alimentación, pues somos seres humanos. Simplemente y bellamente humanos”.

–No obstante, millones de mexicanos están marginados. Según su opinión, ¿a qué se debe?

–Fíjese bien, en las escuelas a los niños les enseñan quién fue Benito Juárez, Porfirio Díaz, la a-e-i-o-u, 1-2-3-4-5 y de ahí parte todo lo demás. Pero no les enseñan qué deben comer, de ahí que ignoren lo importante que es la alimentación. En la vida todo es una ilusión excepto la salud. Si no tienen un buen estómago no tienen buenos sentimientos. Qué les importa un Benito Juárez, Porfirio Díaz y Santo Clós. Júrelo que una buena alimentación con pollo, carne, huevo, leche, queso, frutas y verduras que se les dé dosificada y con una adecuada información cambiaría a nuestros niños. Por ejemplo los padres le ponen fruta a las piñatas. La fruta es nutritiva. Si a los niños los sueltan en un mercado en donde hay puestos de frutas y otros de carne, los niños se van a los de fruta. Sin embargo, somos los padres los que los echamos a perder, obligándolos a comer únicamente carne. Con esa actitud les damos nuevos clientes a los intereses creados”.

–Alguna vez Elena Poniatowska documento el desprecio y el ninguneo de la canción mexicana con la mujer ¿Cuál es su opinión?

–Eso es muy viejo. Eso viene desde La Biblia. El primero que trató mal a las mujeres fue Dios. En el principio de la vida Dios-Jehová trato mal a la mujer, porque le dijo que por haber pecado, por haber hecho pecar al hombre, resultó la responsable única. Dos o tres mil años más tarde vino Jesús, Jesús el Cristo, y entonces él le dio la mano a la mujer, a Magdalena, que fue la primera y el punto del meollo del asunto. A Magdalena le tendió la mano y entonces protegió a todas las mujeres. Por eso la mujer es cristiana, siempre está con él. Porque Cristo estuvo con ella. La mujer por ejemplo no es muy dada en creer en Jehová, adora y ama sobre todas las cosas a Cristo, porque estuvo con ella. Cuando la ley del Talión, Jehová impuso prohibiciones a la mujer. La mujer no tenía ni derecho, ni voz, ni voto. Ni siquiera podía andar al lado del hombre. Ni siquiera podía verlo. Todavía siguen esa costumbre los musulmanes, la mujeres tienen que andar tapadas. Ni modo, son sus costumbres.

“Yo creo que la mujer tiene el derecho que le da el hombre. Por que él es el que maneja los intereses de la tierra, las leyes, etcétera. La mujer fue sacada del hombre, de su costilla, lo dice La Biblia. Entonces no se puede comparar. Sin embargo, el hombre debe darle su lugar a la mujer. Porque si no se lo da se va a condenar. Los mandamientos son mucho más antiguos que La Biblia. Cuando leemos `honrarás a tu padre y a tu madre’ no es porque el hijo sea un rebelde. Honrará a su padre y su madre, aunque no lo quiera, porque de ellos salió. Si se dice `no matarás’ significa que aunque usted le dispare a una persona, usted no mata, se mata usted. El otro pasa a la vida eterna y será recordado por sus seres queridos. El que muere para siempre es el que mató. Todas las veces que uno va a la tumba de alguien a depositar unas flores, figurativamente uno se las vuelve a llevar y las regresa de donde las tomó, porque la persona desaparecida sigue viviendo en la mente de uno. El muerto ya no piensa en mí. Muerto es uno para él. El sigue viviendo para uno. Es muy diferente”.

–Usted representa el símbolo del que puede enfrentarse incluso contra un destino adverso ¿Qué salida ve para el país?

–Si no lo hace uno no lo va hacer nadie. Mire, Dios ya hizo su parte. Nosotros somos los que debemos continuar su trabajo. Con nuestros buenos hechos vamos a construir un Dios precioso, divino y eterno. Por si no lo hay. Y con nuestras malas acciones vamos a destruir a un Dios que ya existe. Hay que tener ciudado. Todo lo podemos hacer nosotros. No hay que vivir de ilusiones. Hay que poner los pies sobre la tierra y pensar que para eso es la cabeza. Nosotros debemos hacerle frente al compromiso. No dejárselo a “x” Dios. Nosotros somos los que tenemos que trabajar, pues él es eterno. Nosotros estamos un rato, un buen rato para hacer las cosas que tenemos que hacer. Lo primordial es aprender. Ser lo que sabemos y pensamos. No lo que tenemos.

–Corre la voz de que le dicta usted sus memorias al escritor Carlos Monsiváis

–Para eso falta mucho, muchísimo. Yo ahora todo lo digo cantando, porque tengo muy mala memoria. Lo que me pasa y pienso lo hago canción.

–Entonces todavía faltan algunos años.

–Claro que estaré con Carlos, por supuesto Carlos es como si fuera mi amante. En el buen sentido de la palabra y también en el malo. El es una persona divina. Además creo que me conoce bien. Es un escritor con un mensaje positivo y lleno de amor. El sabe que del infierno, si es que vivimos en él, he tratado, la mayoría de las veces, crear mi propia gloria. Tampoco me creo instalado en la gloria.



JMRS
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