Internacional - Seguridad y Justicia

Boko Haram continúa causando hambre y destrucción en Nigeria mientras el mundo mira hacia otro lado

2016-09-24

Los refugiados han ocupado edificios de la universidad y se agolpan en las viviendas de sus...

Por Dionne Searcey, The New York Times

MAIDUGURI, Nigeria — A medida que los habitantes del campo han llegado a la ciudad de Maiduguri, la han convertido en un campo de refugiados de la guerra desatada por Boko Haram.

A las afueras, campamentos organizados por el gobierno donde se reparten bolsas de comida. Barrios que una vez estuvieron bien ahora están llenos de casuchas de cartón y niños que con suerte, logran comer tres veces al día.

Los refugiados han ocupado edificios de la universidad y se agolpan en las viviendas de sus familias ampliadas e incluso de extraños. Los ancianos se sientan en la calle y piden dinero. En el mercado de los lunes, las mujeres venden fruta y joyas hechas a mano para conseguir algo de dinero para comer.

Y esas son las personas que tienen suerte.

Otras, lejos del centro urbano, de recibir cualquier ayuda, por tanto, viven en zonas remotas del estado de Borno que han sido recuperadas del control de Boko Haram hace poco. Y las noticias que llegan de allí no son buenas. Los trabajadores de las organizaciones de ayuda dicen que puede llegar la hambruna.

La crisis de Boko Haram sigue, pero ya no mantiene el mismo nivel de atención que acaparó en 2014, cuando casi 300 niñas fueron secuestradas en Chibok, al sur.

El conflicto, que se alarga ya siete años, ha producido capítulos horribles, de una violencia que parece no tener fin. Pueblos incendiados, mujeres y niñas violadas, civiles asesinados, militares corruptos. Niños que se suicidan detonando bombas, víctimas que tras ser rescatadas pasan meses encarceladas. Ya solo faltaba el hambre.

La asistencia humanitaria está en la zona, pero las Naciones Unidas no pueden recaudar ni una cuarta parte del dinero que necesita para trabajar de manera efectiva.

Pese a esta tragedia, pareciera que el mundo ha pasado página, que está centrado en otros eventos, igual de terribles. Las imágenes que vemos en televisión muestran a médicos de urgencias tratando niños sirios ensangrentados, y hay madres estadounidenses que pierden a sus hijos a manos de la policía.

Para Occidente, las víctimas de Boko Haram son algo que se puede pasar por alto con facilidad. Los combatientes están atacando a personas que se encuentran entre las poblaciones más empobrecidas del planeta. En la zona rural del estado de Borno, no hay salas de emergencia para tratar a los heridos. Las madres guardan luto por niños asesinados o que, sin otra opción, han decidido sumarse al combate.

La mayoría de las víctimas son tan pobres que incluso sin el problema de los terroristas, sus vidas ya habrían estado al margen, convertidas en mera lucha por la supervivencia.

El mes pasado, Bono, el cantante de U2, vino a este lugar para tratar de atraer la atención mundial al problema.

Mohamed Yusuf, el fundador de Boko Haram, nació aquí. Fue un imam que atrajo muchos seguidores, que lanzó a mucha gente a crear y participar en un movimiento extremista que ya ha cobrado miles de víctimas y ha desplazado a más de dos millones y medio de personas de sus hogares.

En Maiduguri, Bono se reunió con un grupo de mujeres jóvenes y niños que habían vivido con los comandantes de Boko Haram.

“Estas chicas son el rostro del conflicto”, dijo el cantante. “Cuando pensaba en Boko Haram, no pensé en niños malnutridos”.

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Un campo de desplazados en Maiduguri, Nigeria, una ciudad que se ha convertido en hogar de refugiados. Credit Ashley Gilbertson para The New York Times

Pero conseguir que la atención del mundo regrese a Boko Haram y las consecuencias de sus acciones no será fácil.

La mayoría conoce al grupo por su ataque a la escuela de Chibok, donde había unas 300 niñas reunidas para hacer exámenes en 2014. Le prendieron fuego al lugar y se las llevaron. Solo alrededor de 50 de ellas lograron escapar.

Ese hecho tocó una fibra global. Los niños masacrados en aquel ataque no la tocaron. Pero el secuestro de las estudiantes desató una campaña viral en redes sociales y hasta tuvo una etiqueta en Twitter: #BringBackOurGirls.

Desde entonces, otro grupo terrorista ha captado la atención. El Estado Islámico ha atacado en Francia, Bélgica y otros lugares.

Las campañas para ayudar a las víctimas de Boko Haram se han desvanecido. Aunque Boko Haram se ha mostrado fiel a las órdenes del Estado islámico. Aunque Boko haram, en algunos momentos, haya matado más que el Estado Islámico.

Alrededor de 200 de las estudiantes siguen prisioneras. Una apareció hace unos meses dando vueltas por un bosque, muerta de hambre y con un bebé. Pero ya solo algunas docenas de personas se reunen en las actividades alrededor del problema de las niñas en la capital de Nigeria, Abuja, para presionar al presidente Muhammadu Buhari para que las encuentre.

Hace poco explicó que las negociaciones para su liberación habían fracasado y que había pedido ayuda a Naciones Unidas para reiniciar el diálogo.

Mientras tanto, en las zonas que controla la organización hay problemas de acceso a la comida y la salud. Se estima que unas 800,000 personas viven en aldeas en ruinas y 15 campos de refugiados en el estado de Borno. No tienen manera de ganarse la vida.

En esa región hay casi cuatro millones de personas en una situación de inseguridad alimentaria: 49,000 niños morirán si no se actúa, según Unicef. Hay unos 200,000 más desnutridos.



JMRS