Del Dicho al Hecho

Un nuevo y mejor acuerdo para la paz en Colombia

2016-11-23

El nuevo acuerdo define con precisión el sistema de justicia transicional para los ex...

Juan Manuel Santos, The Wall Street Journal

Los colombianos hablaron el 2 de octubre y el gobierno escuchó. Después que el público rechazó por un estrecho margen el texto de un amplio acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, también conocidas como FARC, reconocí el resultado. Luego, prometí trabajar con todos los colombianos, sin importar cómo votaron, o si siquiera votaron, para negociar un acuerdo más robusto. Este nuevo acuerdo reflejará los diferentes puntos de vista e ideas de todas las partes de la sociedad colombiana.

Regresamos a la mesa de negociación con las FARC y el 12 de noviembre cumplimos juntos con esa promesa.

A lo largo de un mes de diálogo nacional con la comunidad religiosa, los partidos políticos y las víctimas de una generación que ha sufrido el conflicto, recibimos y revisamos más de 500 propuestas sobre cómo mejorar el acuerdo. Tanto en Colombia como en La Habana, llevamos a cabo intensas sesiones de trabajo con representantes del “no”.

Este es un logro para todos los colombianos, ya que el nuevo acuerdo incluye ajustes, cambios y clarificaciones que provienen directamente de la gente. Desde el principio, el proceso de paz ha sido para y por los colombianos. Esto es lo que le da a la democracia una fortaleza duradera, pese a que pueda verse como ineficiente a aquellos que la ven desde afuera.

El nuevo acuerdo de paz incluye cambios significativos basados en este proceso democrático. Una de las cosas que los colombianos exigieron fue que las FARC entregaran sus activos. Eso está reflejado en el nuevo acuerdo: las FARC están obligadas, a riesgo de castigo si no lo hacen, a declarar y entregar todos sus bienes para reparar y restaurar a las víctimas.

El núcleo del acuerdo siempre ha sido el asegurar los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas, además de la confianza de que el pasado no será repetido. Me reuní con las familias de valientes hombres y mujeres que perdieron sus vidas en la larga lucha contra las FARC y trato a este particular pilar del acuerdo como una confianza sagrada por su honor.

El nuevo acuerdo define con precisión el sistema de justicia transicional para los ex combatientes y fija parámetros claros para que el sistema judicial determine e imponga sanciones y otros castigos en cada caso.

Adicionalmente, con base en una solicitud de la gente, el nuevo acuerdo limita el período operacional de la Jurisdicción Especial para la Paz, un mecanismo que será formado para garantizar el derecho a la justicia de las víctimas, incluyendo la investigación, persecución, juicio e imposición de castigos, hasta por 10 años. El nuevo acuerdo también deja en claro que los casos serán decididos por jueces y magistrados colombianos, no por jueces extranjeros.

Aquellos que lideraron el voto por el “no” también expresaron preocupaciones por la propiedad privada y los derechos de propiedad. Aunque nunca estuvieron en duda, el nuevo acuerdo incluye cláusulas que fortalecen las protecciones para evitar conflictos futuros por tierras. Más allá de esos cambios, hemos agregado medidas mejoradas para reducir el tráfico y consumo de drogas, así como enmiendas relacionadas a la participación futura de las FARC en la política.

Puedo decir, con humildad, que este es un mejor acuerdo. Este nos unirá de mejor manera en este camino hacia un fin estable y duradero de la violencia. La paz en Colombia será más fuerte y duradera debido a todo el trabajo que los colombianos han hecho.

Estamos profundamente comprometidos a asegurar este desenlace. A medida que buscamos las reacciones a este acuerdo, continuaremos guiándonos por las leyes humanitarias internacionales y nuestra Constitución. Este sólido marco legal ha sido y continuará siendo la fundación de todo lo que hacemos para impulsar la paz, la reconciliación y la unidad.

Antes de que se negociara el acuerdo original, prometí a los colombianos que buscaría su aprobación popular, pese a que no tenía la obligación legal de hacerlo. Acepté completamente el resultado de ese referendo y estoy extremadamente orgulloso de que el nuevo acuerdo refleje las ideas tanto de los votantes del “no” como de los del “si”. También estoy orgulloso de trabajar con el Congreso, aquellos elegidos para representarnos, para implementar este acuerdo mejorado, como lo requieren la Constitución y la ley.

Agradezco a la comunidad internacional por su apoyo y les pido que continúen respaldando a nuestro país. El esfuerzo por llevar una paz duradera a Colombia está bien encaminado y lo lograremos. Todos los colombianos deseamos vivir en un país donde los vestigios de la guerra sean eso, reliquias del pasado. Un país donde nuevas y mejores oportunidades estén abiertas para todos; donde la prosperidad, la inversión y los trabajos impulsen nuestro futuro. Estamos en un momento crítico y hay amplias razones para tener esperanza.

Este es el mandato que recibí del pueblo colombiano y haré que llegue a buen término.



JMRS