Salud

La cautela lleva a Colombia a un reporte más lento de defectos ligados al zika

2017-01-01

Al principio, Brasil incluyó en sus registros casos en los que sospechaba que el virus...

Sara Schaefer Muñoz, The Wall Street Journal

NEIVA, Colombia—Los casos de bebés con anomalías cerebrales vinculados al virus del zika han sido revisados a la baja en Brasil, pero están al alza en su vecino Colombia.

Las cifras divergentes en los dos países, que registraron un número récord de infecciones, resalta los diferentes enfoques adoptados por las autoridades sanitarias para controlar la crisis de salud pública después de que este virus transmitido por mosquitos golpeara la región el año pasado y provocara una ola de microcefalia, o de bebés nacidos con cabezas anormalmente pequeñas y otros defectos.

Al principio, Brasil incluyó en sus registros casos en los que sospechaba que el virus había causado la microcefalia, llegando a contabilizar hasta 10,000. Después de nuevas pruebas, sin embargo, esa cifra bajó drásticamente a 2.228 casos confirmados.

Colombia adoptó un enfoque mucho más cauteloso, reportando los casos sólo después de semanas o meses de minuciosas investigaciones para confirmar que un defecto de nacimiento declarado era de hecho una anormalidad, y luego vincular definitivamente el defecto al virus del zika.

El resultado es que Colombia ha confirmado proporcionalmente menos casos de defectos cerebrales vinculados a la enfermedad que Brasil, a pesar tener el segundo mayor brote de zika.

Hasta principios de diciembre, Colombia había detectado 67 casos de cerebros anormalmente desarrollados en bebés a causa del zika este año, pero la tendencia está creciendo. La gran mayoría de esos casos (49) se han registrado desde julio.

Se espera que el número de casos confirmados de microcefalia vinculada al zika crezca significativamente en los próximos meses en Colombia, aunque sin alcanzar una tasa de infección tan alta como la de Brasil.

Los casos notificados de microcefalia —aunque sin confirmar que hayan sido causados por el zika— están creciendo aceleradamente en Colombia. Desde el 31 de enero al 12 de noviembre pasado se registraron 476 casos reportados por médicos locales, en comparación con 110 casos en el mismo período de 2015, según un estudio reciente de funcionarios de salud colombianos y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.

“Hay un exceso de casos, entonces, lógicamente, nuestra hipótesis es que están ligados al zika”, dijo Martha Ospina, directora del Instituto Nacional de Salud de Colombia. “Tenemos que hacer la tarea diligentemente”.

Ospina siempre ha instado a tener un enfoque cauteloso ante el problema, aunque esto exija mucho tiempo. A principios de este año, mientras Colombia se preparaba para una ola de malformaciones congénitas después de la propagación del virus del zika, funcionarios del departamento de Casanare informaron de 12 casos de microcefalia en recién nacidos, un número alto para la pequeña población de la región. Pero los epidemiólogos y genetistas que se trasladaron allí descubrieron que sólo dos de los 12 niños reportados realmente tenían el defecto.

“Tenemos que purgar los casos [sospechosos], uno por uno”, dijo Ospina.

Epidemiólogos como Hernán Quijada son enviados por el gobierno colombiano a zonas remotas del país, a donde llegan en autobús, caballo o incluso canoa para examinar cada caso reportado de microcefalia.

En un día reciente, Quijada viajó a las montañas del sur de Colombia antes de sentarse con Yudi Guaca, una madre de 18 años que dio a luz en julio a una niña con daños cerebrales tan severos que la bebé murió horas después.

“¿Tuvo un sarpullido o fiebre cuando estaba embarazada? ¿Tomó vitaminas prenatales?”, preguntó Quijada, que viajó 16 horas en autobús para entrevistar a Guaca en su casa con techo de lata al lado de una carretera sin pavimentar.

Guaca miró hacia abajo, movió sus sandalias y se encogió de hombros cuando se le preguntó si tomaba vitaminas prenatales, una cuestión importante ya que la falta de nutrientes está vinculada a defectos cerebrales en los bebés. Tuvo fiebre durante el embarazo, dijo, un posible signo de zika, pero ninguna erupción, otro signo revelador.

“Este caso podría estar relacionado con el virus, pero también podría estar relacionado con la malnutrición, o ambos”, dijo Quijada, saliendo de la casa al atardecer. “Tenemos que obtener el informe de la autopsia, las muestras de sangre de los padres y seguir buscando”.

Expertos internacionales en salud dicen que el enfoque de Colombia es más riguroso que el de Brasil, donde se diagnostica un defecto vinculado al zika mediante una evaluación clínica cuando las pruebas de laboratorio no son posibles. Colombia utiliza un proceso en profundidad que implica una serie de pruebas para los bebés, visitas domiciliarias, exámenes genéticos y exámenes de sangre para detectar virus distintos al zika, como el de la toxoplasmosis, un parásito que puede ser transmitido por gatos. Estos análisis pueden llevar meses y costar hasta US$1,000 para confirmar o descartar cada caso.

Peter Jay Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical en el Baylor College of Medicine de Houston, dijo que queda por ver si el número final de casos de microcefalia vinculados al zika en lugares como Colombia eventualmente coincide con la prevalencia en Brasil.

Una tasa más alta de aborto entre las mujeres colombianas, así como campañas de salud pública que aconsejan a las mujeres embarazadas usar repelentes de insectos y evitar viajar a las zonas afectadas por el virus del zika podrían haber contribuido a menos casos de microcefalia.

Quijada y su equipo instan a las madres cuyos hijos tienen síntomas de microcefalia a que presionen por un diagnóstico concreto.

El día en que se reunió con Guaca, el epidemiólogo y su equipo visitaron a otra familia que vive detrás de un salón de billar en un poblado remoto. Erika, la madre, entró tímidamente con su hija de un mes, Gabriela, vestida con un enterizo rosa y blanco.

Quijada notó enseguida que la bebé tenía una frente estrecha y una cabeza pequeña. “Estoy preocupada. Quiero que sea una niña normal”, dijo la madre de 18 años, que dijo que tuvo zika en su segundo mes de embarazo.

Quijada sugirió a Erika hacer un escaneo cerebral y otras pruebas a Gabriela, aun cuando el hospital más cercano está a seis horas de distancia. El gobierno cubre los costos de los exámenes, pero no los del viaje.

Complicando las cosas, el padre de la bebé, Sergio León, le dijo a un miembro del equipo que Erika estaba tan deprimida durante su primer mes de embarazo que trató de suicidarse bebiendo veneno de rata.

“¿Podría ser esa la causa?” de la microcefalia, preguntó. Los funcionarios dijeron que era improbable. “Pero es otro factor que tenemos que mirar”, dijo Quijada.



JMRS
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