Nacional - Población

Mensaje de la Conferencia del Episcopado Mexicano sobre aumento de la gasolina

2017-01-05

Hacemos un llamado a la autoridad, especialmente al Poder Ejecutivo y Legislativo, a mirar desde...

Por: + ALFONSO G. MIRANDA GUARDIOLA | Fuente: CEM

"La disposición para construir la paz y el bien común entre nosotros,
es la mejor forma de fortalecer nuestra unidad"

Los saludo a todos Ustedes con la certeza de la presencia del Salvador, que está entre nosotros. Les deseo que en su persona, familia, trabajo y responsabilidades puedan crecer con la Sabiduría del Señor de la Historia, que es Verbo Eterno, Palabra que humaniza, dignifica y fecunda.

Los hemos convocado a este encuentro fraterno de inicio de año, con el fin de seguir dialogando sobre los grandes desafíos de este tiempo. Los cristianos vivimos en el Acontecimiento de Nuestro Señor Jesús, que camina en la historia con nosotros, abriéndonos siempre horizontes de verdad, justicia, caridad y paz.

Somos sensibles ante el momento actual que aqueja a nuestra sociedad. Ante ello, queremos expresar lo siguiente:

1.        Como Conferencia del Episcopado Mexicano hacemos un llamado a todos los actores de la sociedad (gobierno, empresas, sociedad civil, partidos políticos, iglesias e instituciones académicas, entre otros), a recorrer el camino de la paz, la justicia y la solidaridad, resolviendo de manera inteligente y creativa los grandes retos que se nos presentan. La disposición para construir la paz y el bien común entre nosotros, es la mejor forma de fortalecer nuestra unidad.

2.        Ante la disposición del aumento al precio de los combustibles, exhortamos a las autoridades civiles a reconsiderar seriamente -dado el contexto nacional y las variables internacionales-, esta medida que afecta a todo nuestro País, especialmente a los más pobres. Se requiere ser sensibles a las necesidades cotidianas de la gente, y ser conscientes de las consecuencias de esta medida gubernamental. Hacemos un llamado a la autoridad, especialmente al Poder Ejecutivo y Legislativo, a mirar desde abajo y no solamente desde arriba. No es correcto imponer leyes sin tomar en cuenta la realidad y el sentir que vive la gente, sobre todo los más desamparados.

3.        Exhortamos también a los ciudadanos para que su descontento manifiesto, y su malestar, comprensible, se encaucen a través de medios pacíficos, creativos y respetuosos de la ley. Nunca la violencia, el vandalismo, el saqueo o la afectación a las vías de comunicación serán el camino. Es urgente construir lazos solidarios verdaderos que promuevan el diálogo, la confianza y la certidumbre entre nosotros. Evitemos la confrontación estéril y la anarquía, pues estas conductas no resuelven los grandes problemas del País, sino que dividen aún más a la Nación.

4.        La violencia genera violencia, destrucción. No expongamos, ni atentemos contra la integridad de ninguna persona, ni la paz social. Seamos sensibles con quienes están siendo doblemente afectados: los que no pueden llegar a sus trabajos, hospitales, escuelas, o no pueden abrir sus comercios, o están siendo saqueados. Llamamos a todos los miembros de la Iglesia Católica, a solidarizarnos especialmente con los más afectados. Hacemos eco del reciente Mensaje del Papa Francisco, el pasado 1º de enero, sobre la Jornada Mundial de la Paz, que en su numeral 6, dice: “Puede suceder que las diferencias generen choques: afrontémoslas de forma constructiva y no violenta, de manera que las tensiones y los opuestos puedan alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida conservando las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna”, ya que la unidad es superior al conflicto (Cfr. Evangelii Gaudium, No. 228).

5.        Nuestros desafíos actuales, debemos verlos como una oportunidad, una ocasión, para asumir la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos en los espacios sociales que habitamos y compartimos, dejando atrás la indiferencia, el egoísmo y la insensibilidad de unos con otros, causa del lastre de la corrupción, la impunidad, el abuso y la avaricia. La gran historia de nuestro Pueblo nos demuestra que en los momentos duros y difíciles hemos sido capaces de trazar caminos de virtud y solidaridad. El desarrollo humano integral, para todos, es el desafío de gobernantes y gobernados.

“Señor, haznos un instrumento de tu paz”. Oremos y vivamos esta plegaria de San Francisco de Asís. Sabiendo que la paz es don de Dios y tarea de los hombres, acogido en el misterio de la vida en relación con los otros seres humanos y con la creación.

Dejémonos mirar por la ternura de Santa María de Guadalupe, Reina de la Paz, que nos reconcilia siempre sembrando esperanza, generosidad y fraternidad.



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