Detrás del Muro

Un cambio en la historia

2017-01-16

Desde luego, México y los mexicanos hemos sido blanco especial de las estupideces proferidas...

Víctor Flores Olea, La Jornada

El 20 de enero toma posesión Donald Trump, es decir, probablemente se inicia un cambio de la historia que ha sido proclamado por comentaristas y por voces relevantes en el mundo entero. Seguramente con razón porque, a pesar de lo que muchos dijeron también (que Donald Trump se sometería a las instituciones de su país), desde la preparación de su gabinete y equipo de gobierno, por el carácter absolutamente conservador de muchos de ellos, se materializa ya lo que será seguramente uno de los gobiernos más conservadores que han pasado por la Casa Blanca, y también más agresivos.

Desde luego, México y los mexicanos hemos sido blanco especial de las estupideces proferidas por Donald Trump hasta el punto que hay ya variaciones en el panorama económico, por ejemplo el tipo de cambio se ha ahondado en contra nuestra y hay reservas o de plano cancelación de inversiones ya planeadas para nuestro país, además de que buena parte de la discusión política en México gira en torno al qué hacer y cómo hacerlo para enfrentar y tratar a un Presidente del vecino país de las características de Trump.

En todo caso, pienso que ha sido muy positivo que se discutan con bastante detenimiento estas cuestiones, y que parece alcanzarse hoy una suerte de consenso generalizado que consistiría, resumiendo mucho, en proteger a toda costa la soberanía de México sin que sea necesario abrir hostilidades por nuestra parte, por el hecho principal de tratarse del país más poderoso de la tierra que resulta también ser nuestro vecino. Esto, sin dejar de buscar los puntos de apoyo y, si es necesario, las alianzas dentro y fuera del país, inclusive en los propios Estados Unidos, que puedan representar líneas de resistencia consistentes ante las aberraciones que continúa formulando el candidato electo de ese país. Y que todo indica procurará llevarlas a cabo al frente de la Casa Blanca ya que siente, tal vez con un ápice de razón, que se trata de compromisos contraídos con su base electoral a la que no puede negar o traicionar.

En este rango estaría seguramente la renegociación del Tratado de Libre Comercio y un buen número de sus aspectos que para Trump son negativos para Estados Unidos y otros que lo han sido también para México desde el inicio, y que habría que procurar corregir y mejorar sustancialmente.

Otro aspecto muy sensible para el país es, sin duda, el trato que se aplicará a los migrantes mexicanos, que parecen objeto de una especial agresividad por parte de Donald Trump. En este punto, el candidato electo estadunidense ha sido tan violento y majadero que no parece inexacto situar el problema entre los de más alta preocupación para el país, y sobre lo cual deberá desarrollarse una atención muy especial, que deberá incluir toda la ayuda diplomática y jurídica que sea posible a nuestros connacionales, sin restricciones por razones económicas o de otra índole, y recurriendo también siempre que sea posible a los acuerdos internacionales favorables a los migrantes, que hoy es uno de los mayores problemas en el mundo. En este terreno, repito, el gobierno mexicano deberá mostrar desde el principio una plena decisión y una voluntad absolutamente firme de asumir el desafío y de llegar hasta donde sea necesario. Por supuesto que las palabras de Trump al respecto, hasta hoy, contienen una buena dosis de racismo y de ánimo discriminatorio, que seguramente podrá ser motivo de la opinión e inclusive de la intervención de diferentes organismos internacionales.

En México hay la certeza de que una de las plataformas más importantes del ascenso electoral de Trump en Estados Unidos fue su visita a México, que se debió en buena medida a la opinión del hoy Canciller Videgaray, en aquel momento Secretario de Hacienda. En todo caso, a su juicio, resultaba indispensable llevar a cabo un contacto especial con los dos candidatos principales a la presidencia en Estados Unidos, cosa que no fue atendida por la candidata Clinton del Partido Demócrata y atendida al vuelo por el republicano Trump, que resultó para México hiriente y que se llevó a cabo con demasiada precipitación, según lo ha declarado ahora el mismo canciller Videgaray. Es verdad, aunque de paso se situó al grupo de Videgaray como el más  más apto para el tratamiento de los problemas internacionales con el equipo de gobierno de Donald Trump; tan es así que a la primera oportunidad Enrique Peña Nieto lo nombró jefe de la cancillería pero además como el hombre en México encargado principal de las relaciones con Estados Unidos, ya que fue el de la idea de la invitación del candidato Trump a México.

Ya veremos, pero el hecho incontrovertible es que el mundo está en ascuas esperando el comportamiento real de Donald Trump al frente del ejecutivo estadounidense aunque, repito, los preparativos de su equipo para el cargo y de él mismo no parecen nada prometedores. Sobre todo, entre otras declaraciones, cuando ha dicho que piensa fortalecer y ampliar dramáticamente el poder nuclear de Estados Unidos y, por ejemplo, cuando niega el hecho evidente del cambio global, cuyos acuerdos principales han sido firmados por Estados Unidos, que además resulta el país principal en esta materia. Es decir, en muchos campos resultan terroríficos los augurios que “cocina” Trump como candidato electo a la presidencia del gran país del norte.

Por todas estas razones, y otras que pudieran sumarse, el mundo vive en la zozobra pensando cuáles serán las decisiones efectivas de un personaje que ya se distingue por sus fobias discriminatorias y su desprecio al derecho y las instituciones de todo tipo, incluyendo las de su país. Desde luego, además de su desdén por México y los mexicanos, ha mostrado un desprecio especialmente violento por los países y cultura musulmana y por las tradiciones de China y de esta parte del mundo, mostrando una agresividad que podría llegar a extremos impensables.

Es decir, resumiendo, la presidencia de Donald Trump pudiera estimular extraordinariamente las reclamaciones por atropellos a los derechos humanos y desencadenar procesos en su contra por este motivo. Sin embargo debe decirse que, por lo pronto, el mundo vive sobre un abismo cuyo desenlace depende esencialmente de los arranques y fobias de un personaje profundamente ignorante y desequilibrado como Donald Trump.



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