Internacional - Finanzas

Las políticas de inmigración de Trump amenazan el dominio de Silicon Valley

2017-02-02

La mayor pérdida causada por las restricciones excesivas o caprichosas sobre la...

Christopher Mims, The Wall Street Journal

Incluso antes del decreto de Donald Trump que prohíbe el ingreso a Estados Unidos de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana, los abogados le recomendaron a Tim Wilson que era mejor que su startup de Silicon Valley no contratara a un vietnamita experto en “material estructurado a nano escala”.

Tomando en cuenta la incertidumbre en torno a la política de inmigración del gobierno de Trump, era mejor esperar, le dijeron.

“Lo que ocurrió en última instancia fue que su predicción se transformó en el caos que vimos la semana pasada”, cuenta Wilson, socio de la firma de capital de riesgo Artiman Ventures.

La orden ejecutiva de Trump, que bloqueó la entrada de inmigrantes de esos siete países con el argumento de prevenir atentados terroristas en EU, generó ansiedad y, en algunos casos, acciones judiciales de las empresas de tecnología cuyos empleados se han visto afectados por la medida.

A numerosos ejecutivos del sector tecnológico también les preocupa que el decreto de Trump presagie otras medidas que dificulten la contratación de trabajadores extranjeros. Las frecuentes críticas del mandatario a las compañías que incorporan empleados de otros países no son un buen augurio. El borrador de otra orden ejecutiva propone una revisión del sistema de emisión de las visas que EU ofrece a los empleados altamente calificados, conocidas como H-1B. Las firmas tecnológicas figuran entre sus grandes usuarios. (Trump podría modificar el borrador del decreto o desecharlo por completo).

Los capitalistas de riesgo, ejecutivos e ingenieros con los cuales conversé repitieron en forma consistente el mismo argumento: en 2017, los políticos que traten de impedir en forma indebida el libre movimiento de trabajadores de tecnología privarán a su país de ingresos y empleos, además de plazas laborales de soporte, servicios y administrativos que cada uno de esos trabajadores bien remunerados crea en una comunidad.

Parte del argumento tiene que ver con el interés del sector: estas empresas contratan mano de obra foránea. Pero también es lógico: la tecnología que permite el trabajo remoto tiene la capacidad de transformar una startup en una multinacional. Las empresas más grandes tienen oficinas, empleados e ingresos en todo el mundo y pueden dirigir recursos, propiedad intelectual y talento a donde estimen conveniente.

La mayor pérdida causada por las restricciones excesivas o caprichosas sobre la inmigración a EU sería la de una comunidad que aglomere a los mejores talentos del mundo en torno a un centro de tecnología como Silicon Valley. Esa cultura no se puede sustituir o reproducir exclusivamente con talento local. Ese talento tal vez no espere a que se aclare el panorama migratorio en EU Fuera de EU y de Silicon Valley, el mundo está lleno de ecosistemas de startups, dice Wilson.

Canadá es un ejemplo. Problemas anteriores con las leyes migratorias en EU llevaron a Microsoft a abrir una oficina satélite en Vancouver en 2007 como un lugar para los ingenieros que quería contratar pero no podían trabajar en EU En 2009, Bill Gates señaló la oficina canadiense como un ejemplo de la amenaza que los límites a la cantidad de visas H-1B representaba para el dominio estadounidense del sector tecnológico. Un vocero de Microsoft dijo que aunque las leyes de inmigración no han sido uno de los principales motores de la inversión de la empresa en Canadá, han sido uno de los factores.

Microsoft no es un caso aislado. Apple, Google, Facebook, Cisco y decenas de otras empresas estadounidenses han instalado oficinas en Canadá por la misma razón que lo hacen en el resto del mundo: el talento tecnológico es tan valioso que si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña.

Canadá ha tenido durante mucho tiempo una abundancia de ingenieros talentosos. La Universidad de Waterloo, por ejemplo, es superada sólo por MIT, Stanford y Berkeley, y se ubica por delante de Harvard, Carnegie Mellon y Cornell, en la cantidad de ex alumnos que son fundadores de empresas que han sido al menos parcialmente financiadas por la incubadora de startups Y Combinator. El problema, en opinión del capitalista de riesgo canadiense John Ruffolo, era que hasta hace poco ese talento se marchaba a EU

La tendencia está cediendo a medida que Canadá ha formado su propio ecosistema de startups con fondos de capital de riesgo y varias incubadoras y aceleradoras. El país también ha recibido reinversión en términos de dinero y capacitación de empresas locales que han sido exitosas, como Shopify, cuya valuación ronda los US$4,500 millones. Una legislación que incentiva la llegada de mano de obra calificada y una reputación de tolerancia y multiculturalismo también han contribuido a captar trabajadores que de otra forma habrían ido a EU, cuenta Ruffolo, quien dirige Omers Ventures, el mayor fondo canadiense de capital de riesgo.

EU conserva enormes ventajas sobre el resto de los centros de tecnología. “En la última semana he estado muy decepcionado, pero no voy a apostar en contra de EU”, recalca Jason Lemkin, capitalista de riesgo y director gerente de SaaStr Fund.

La inversión de capital de riesgo en EU en 2015 fue más de 20 veces el total de Canadá. Silicon Valley ofrece una combinación sin igual de una cultura de emprendimiento y una robusta red de ejecutivos e ingenieros con destrezas especializadas. Conforme las empresas se vuelven más móviles, sin embargo, ese dominio se ve amenazado.

“Francamente, un tercio de nuestra compañía está en EU con visas H-1B o tarjetas de residencia permanente”, confiesa Ben Waber, presidente ejecutivo de Humanyze, una startup con 21 empleados que incorpora cuatros trabajadores al mes. Humanyze ayuda a que algunas de las mayores firmas del mundo optimicen la forma en que trabajan sus empleados y genera una cantidad importante de propiedad intelectual, tanto en hardware como en software.

La principal preocupación de Waber es que el gobierno de Trump haga algo que tenga un impacto directo en alguno de sus empleados, tal vez al modificar el sistema de visas H-1B que, a través de una lotería, otorga 65,000 visas al año para empleados altamente calificados y ha sido blanco de críticas tanto de los políticos como de las propias firmas tecnológicas.

Waber fue la única persona con la que pude hablar que rechazó el anonimato, pero su opinión es compartida por muchos en el sector. A raíz de la orden ejecutiva de Trump, “le garantizo que vamos a contratar menos personal aquí y más en otros países”, advirtió.



JMRS