Internacional - Política

La Fundación Clinton se pregunta qué hacer ahora, en la era de Trump

2017-02-07

El expresidente Bill Clinton prometió que si Hillary Clinton ganaba la elección...

Steve Eder, Sheri Fink y Amy Chozick, The New York Times

El verano pasado, el expresidente Bill Clinton prometió que si Hillary Clinton ganaba la elección presidencial dejaría de lado muchos de sus deberes en la Fundación Clinton, además de limitar las donaciones extranjeras a la organización benéfica y ceder ciertos programas.

Tres meses después de la derrota de Hillary Clinton, la fundación sigue luchando por encontrar su sitio en la era Trump. Enfrenta algunos grandes retos: una caída en la recaudación de fondos durante la campaña; la incertidumbre sobre la escala de las ambiciones del expresidente, preguntas sobre el liderazgo de la fundación y si Hillary Clinton podría reincorporarse a la organización benéfica.

En una carta que se dio a conocer junto con el informe anual de la fundación la semana pasada, el expresidente se aventuró a pedir consejo sobre el futuro de la organización a sus donantes. “Buscamos sus contribuciones y también sus ideas”, escribió, señalando que la organización trabajaría para expandir su impacto.

Donna E. Shalala, la presidenta de la fundación, reconoció las dificultades en una intervención de la semana pasada. “El año pasado fue difícil, porque la gente nos atacaba sin razón”, dijo en referencia a los dolorosos ataques políticos que afirmaban que los donantes usaban a la fundación para ganarse los favores de la familia Clinton.

Los ingresos disminuyeron en 2016, reconoció Shalala, en parte debido a las restricciones voluntarias y al hecho de que los principales recaudadores de fondos de la organización —el expresidente y su hija, Chelsea— estaban en campaña con Hillary Clinton. Además, los ingresos “también cayeron debido a la recesión económica”, dijo Shalala.

A pesar de ello, tanto Bill Clinton como Shalala, quienes ventilaron sus preocupaciones por mantener el talento, se mostraron optimistas. “A fin de cuentas”, dijo ella, “creo que va a ser como siempre ha sido: una fundación dinámica y creativa que ayuda a mejorar millones de vidas”.

Según muchos expertos es un buen momento para este examen de conciencia de la fundación, que también debe evaluar si su principal activo sigue siendo una gran necesidad: la capacidad de acercar al sector privado con organizaciones benéficas para aportar a causas desatendidas.

“Ciertamente, la situación ya no es la misma” que cuando la fundación comenzó sus labores, comentó Carolyn Miles, presidenta y directora ejecutiva de Save the Children, una organización que se cuenta entre los primeros socios de la fundación. “Así que yo diría que hay que regresar con algunos cambios”.

La organización también ha considerado reducir algunos esfuerzos, según varias personas familiarizadas con las discusiones, quienes hablaron con la condición de respetar su anonimato. El personal ha preparado opciones para la consideración de Bill y Chelsea Clinton que, según Shalala, incluyen algunos nuevos esfuerzos.

Mientras tanto, quienes trabajan en la fundación luchan por proyectar una imagen de normalidad. El nuevo informe anual hizo énfasis en los esfuerzos globales de la organización, incluyendo la apertura de una clínica de salud en Malaui y la expansión de sus funciones para combatir la crisis de opiáceos en Estados Unidos. Durante las fiestas navideñas, Bill Clinton se puso en contacto con los donantes ofreciéndoles igualar sus contribuciones de fin de año. Chelsea Clinton y algunos miembros de la fundación empacaron toronjas en enero en un evento de servicio a la comunidad en Nueva York con City Harvest. Así mismo, Shalala anunció una nueva asociación para mejorar la salud de los niños del condado de San Diego.

La fundación se creó en 1997, durante la presidencia de Bill Clinton, y ha recaudado cerca de 2 mil millones de dólares desde entonces. Su trabajo ha abarcado 3500 proyectos y 180 países —entre los que se encuentran Estados Unidos— con proyectos tan diversos como la recuperación posterior al terremoto en Haití e iniciativas de salud en Ruanda.

Durante la campaña presidencial, los opositores políticos golpearon a la fundación con críticas sobre sus relaciones con donantes extranjeros. No hubo pruebas de clientelismo mientras Hillary Clinton fue secretaria de Estado, pero la yuxtaposición de intereses de donantes extranjeros de la fundación y los asuntos oficiales a nivel internacional persiguieron su candidatura.

La filantropía fue algo en lo que Hillary Clinton se concentró después de terminar su periodo como secretaria de Estado y antes de lanzarse a la contienda presidencial. Pero su futuro papel en la fundación es incierto: “No estamos ni remotamente pensando en eso ahora”, dijo Nick Merrill, vocero de Hillary Clinton.

Shalala, por su parte, dijo que no estaba claro cuánto tiempo seguiría siendo presidenta de la fundación. Por el momento, no se ha dicho nada de futuras contrataciones: la mayor parte de los puestos de trabajo en la página web de la fundación son para servicios de alimentos y trabajos de restauración en el Centro Presidencial Clinton en Little Rock, Arkansas.

Muchos creen que el futuro de la fundación dependerá de Bill Clinton, quien ahora tiene 70 años, y siempre ha sido su principal motor. “¿Todavía tiene la energía, la pasión, el deseo y la buena salud para poder dedicarle energía?”, se preguntó Neal Keny-Guyer, director ejecutivo de la organización humanitaria mundial Mercy Corps, en una entrevista telefónica desde Davos, Suiza, durante el Foro Económico Mundial en enero.

El jueves, Shalala dijo que el expresidente y Chelsea, quienes forman parte del consejo de administración de la fundación, seguían comprometidos y que todavía ejercían una “gran influencia” en la toma decisiones. Además, Bill Clinton sigue atrayendo a donantes. “Tiene muchos amigos”, comentó Shalala.

No obstante, otros ven obstáculos a futuro.

“El gran problema al que van a enfrentarse es hasta qué grado pueden recaudar fondos ahora que parece que la familia Clinton ya no ocupa ningún puesto de liderazgo nacional”, manifestó Leslie Lenkowsky, experta en filantropía de la Universidad de Indiana. “Han perdido un poco de su brillo”.

En 2015, los ingresos de la organización benéfica llegaron casi a 300 millones de dólares y en 2014 llegaron a 338 millones, según su informe anual. Las cantidades del 2016 todavía no se dan a conocer, pero Shalala reconoció que eran inferiores. Aunque las metas internas de recaudar 20 millones en fondos sin restricciones en 2016 fueron alcanzadas, “hacerlo requirió un gran esfuerzo”, agregó.

En agosto, en el arranque oficial de la campaña presidencial, la fundación anunció su decisión de cerrar la Iniciativa Global Clinton, una reunión anual que Douglas J. Band, asesor de Bill Clinton, había concebido como una forma de acercar a donantes y corporativos adinerados con causas valiosas. La Iniciativa celebró su reunión final en septiembre.

En cambio, la Iniciativa Clinton de Acceso a la Salud, conocida como CHAI —una entidad aparte pero afiliada— suspendió una serie de movimientos para separarse de la familia Clinton en caso de que volviera a la Casa Blanca.

Regan Lachapelle, vocera de CHAI, dijo que el trabajo del grupo continuaba entre discusiones sobre su futuro.

“No hay nada resuelto”, comentó Paul Farmer, miembro del consejo de CHAI (que cuenta con un programa de salud en 70 países, entre cuyos propósitos está promover tratamientos contra el SIDA y fortalecer los sistemas de salud), en una entrevista telefónica desde Haití. “Es difícil saber qué hacer en el ambiente actual”.

A lo largo de todos los lugares donde la Fundación Clinton está presente, la especulación sobre su futuro ha sido una constante. En algunos países extranjeros, CHAI ha sido acusada de usar la influencia del matrimonio Clinton para presionar a los gobiernos a comprometerse con ciertas iniciativas.

“Si desaparece sería muy irónico”, comentó Patricia A. McQuilkin, profesora asociada de pediatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts.

En una entrevista desde Liberia, McQuilkin dijo que las iniciativas de CHAI en los primeros brotes de la epidemia de ébola habían marginado durante mucho tiempo a asociaciones académicas como la suya. “Ellos se autoproponen a lo largo de todo el proceso y tratan de tomar control”, agregó.

Los expertos en desarrollo, entre los que se encuentra Daniel F. Runde, exdirector de la Oficina de Alianzas de Desarrollo Mundial en la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, expresan en términos generales la creencia de que la fundación continuaría consiguiendo apoyo para su trabajo.

“Es una marca que ha sufrido”, afirmó Runde, “pero sigue teniendo demanda internacional”.

Durante años, la Fundación Clinton ha trabajado con organizaciones financiadas por otros expresidentes, desde Lyndon B. Johnson a George W. Bush. En meses recientes, dijo Shalala, los funcionarios de la fundación ofrecieron asesoría al expresidente Barack Obama y a su esposa, Michelle, para su propia fundación, que se concentrará en programas nacionales e internacionales de desarrollo comunitario. “Nos llamaron e hicieron algunas preguntas”, comentó Shalala.



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