Cultura

Arte "asequible" para el salón de casa

2017-02-17

Distinto perfil es el de la galería de Jordi Barnadas, situada en el centro de Barcelona;...

Mònica Faro

Bruselas, 17 feb (EFE).- Más allá de los compradores profesionales de arte, las grandes ferias son prácticamente inaccesibles para el gran público, que encuentra una oportunidad de comprar obras en la "Affordable Art Fair", un concepto de salón "asequible" con límite de precio inaugurado hoy en Bruselas.

Con una horquilla de los 60 a los 6,000 euros (de 63 a 6.378 dólares), más de 500 artistas auspiciados por un centenar de galerías, entre ellas dos españolas, buscan en esta cita abrirse un hueco en el mercado internacional del arte, un mundo difícil para las galerías pequeñas y, sobre todo, para los jóvenes y emergentes.

Así lo reconoce, en declaraciones a Efe, el director de la galería "Espiral", Manuel Sáenz-Messía, que ha traído de Noja (España), una decena de obras de artistas locales.

"Es una gran posibilidad para los artistas emergentes que no tienen precios desorbitados. Aquí no hay grandes firmas. Es una feria de artistas, muchos consolidados, pero que no están en las altas esferas del mercado", explicó el galerista, quien reconoció "las dificultades" que atraviesa el sector en España.

La presencia en ferias representa cerca del 70 % de las ventas de "Espiral", por lo que es "una oportunidad de seguir funcionando como galería".

"Si no estás fuera, es muy difícil mantenerte. Y si no vendes, cierras", admite.

Su muestra acoge varios estilos, desde los paisajes dilatados en el tiempo de Joaquín Cano, representaciones contiguas del mismo paisaje en distintos momentos, a las arquitecturas efímeras de Gloria Pereda.

Distinto perfil es el de la galería de Jordi Barnadas, situada en el centro de Barcelona; para él, la feria es "un escaparate más importante para el intercambio que para la venta", más ventajosa en su espacio situado en el corazón de la Ciudad Condal, muy frecuentado por los turistas.

Su selección agrupa a artistas unidos por la figuración contemporánea, la mayoría catalanes o afincados en Barcelona, con estilos muy diversos, desde el africanista Àlvar Farré a las solitarias casas "hopperianas" de Monica Dixon, pasando por las poéticas pinturas de Jordi Sàbat, cargadas de simbolismo, como su "mapamundi" recién salido de la lavadora.

"En esta feria te das a conocer, puedes hacer un intercambio de tus artistas y aprovechar esta clientela durante toda la temporada", explicó Barnadas, que tiene también una sede de la galería en Singapur.

El mercado asiático es "apasionante", explica, y tiene mucha demanda de arte Occidental, como muestra la creciente representación de galerías asiáticas en esta feria bruselense, con una veintena, frente a una caída de galeristas españoles, que se ha reducido en relación a otros años.

Quizá es un hándicap para muchos el elevado coste del estand, de cerca de 10,000 euros (10.631 dólares), en relación a la rentabilidad de las ventas.

Un espacio en el que desfilan pinturas, esculturas, fotografías, artes visuales, dibujos y serigrafías y que da cabida a proyectos innovadores como el de "Chalkboard Project", un colectivo de jóvenes artistas urbanos, incluidos grafiteros y tatuadores, que han convertido las tablas de monopatines en lienzos aptos para grabados, impresiones con láser o marquetería.

Y entre artistas casi anónimos se cuelan obras de algunos renombrados, como el inglés Damien Hirst o el británico de origen indio Anish Kapoor.

Una cita que se celebra por séptimo año consecutivo en Bruselas y que también viaja a Londres (donde nació en 1999), Milán o Nueva York, en la que los galeristas tienen la obligación de indicar el precio en todas las obras, lo que quita "tensión" al visitante, según su directora, Géraldine Hubot.

"Las grandes ferias tienen un carácter más estricto y muchos no se atreven a preguntar el precio. Indicarlo hace sentir cómodo al visitante y situarle en sus objetivos de compra", aseguró.

Lejos de la exclusividad de las grandes ferias, los menos entendidos y, sobre todo, los menos pudientes, pueden darse el capricho de llevarse una obra bajo el brazo para el salón de casa.



yoselin
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