Migración

Por qué Silicon Valley no funcionaría sin inmigrantes

2017-02-23

En conjunto, estas empresas con nombres tan familiares como Uber, Tesla y Palantir, habían...

Farhad Manjoo

SAN FRANCISCO — Quienes trabajan en Silicon Valley son unos revolucionarios atípicos. Como grupo, son relativamente acaudalados, cuentan con buena educación y están bien conectados.

Aunque la mayoría de personas en San Francisco apoyaban a Hillary Clinton en la campaña, los profesionales de la tecnología no son precisamente los menos proclives a apoyar las ideas políticas del presidente Donald Trump. Muchos de los empleados de las empresas tecnológicas más ricas del mundo no tendrán ningún problema si se deroga Obamacare. La mayoría no sufrirá personalmente por el muro fronterizo con México.

Bajo la administración de Trump, los empleados de esas empresas podrían disfrutar de beneficios inesperados. Podrían obtener créditos fiscales para costear el cuidado infantil, sus compañías podrían repatriar ganancias extranjeras y sus próximos recortes a los impuestos sobre la renta podrían ayudarles a disfrutar una que otra vacación de lujo.

Sin embargo, las grandes protestas de las últimas semanas en Silicon Valley y Seattle no fueron motivadas por las ganancias financieras a corto plazo. Si quieren entender por qué los empleados tecnológicos protestaron tan enérgicamente en contra del decreto ejecutivo de Trump que prohíbe la entrada de inmigrantes de siete países con poblaciones mayoritariamente musulmanas, primero hay que comprender el papel crucial que han tenido las políticas relativamente abiertas de Estados Unidos sobre inmigración en el negocio de la tecnología.

Y también es necesario entender por qué las personas que trabajan en la industria perciben la política migratoria de Trump como un fenómeno catastrófico: el fin de la era en que Estados Unidos fue un faro para los mejores inventores del mundo.

“Silicon Valley es un fenómeno poco común; no es el estándar del mundo”, opinó John Collison, un inmigrante irlandés y cofundador de Stripe, una empresa con sede en San Francisco.

Una razón importante por la cual existe Silicon Valley es que recibe a personas que provienen de más allá de sus fronteras, señaló Collison. “Viajo por todo el mundo y en todas partes me preguntan: ‘¿Cómo reproducimos Silicon Valley donde estamos?’, ya sea Londres, Paris, Singapur, Australia”.

Esas ciudades no han logrado crear sus propios centros tecnológicos porque todos quieren estar en Silicon Valley. “Estados Unidos absorbe todo el talento del resto del mundo”, indicó Collison. “Si observan a las empresas tecnológicas más destacadas, verán que Estados Unidos está sobrerepresentada. No es una situación normal. Es así porque hemos logrado crear un motor que atrae a los mejores del mundo a Silicon Valley”.

Sin embargo, Collison agregó: “Creo que es un poco frágil”. La administración de Trump podría cambiar la dinámica amigable hacia los inmigrantes… y podría traer consigo la ruina de la industria tecnológica estadounidense.

Para algunos esto puede sonar alarmista, y tal vez un poco moralista. Silicon Valley suele ser criticado porque presume de ser una meritocracia, pero no cumple con las medidas básicas de diversidad e inclusión. Las mujeres y las minorías no asiáticas son una fracción diminuta de los empleados de la industria, y una porción todavía más pequeña de sus cargos ejecutivos y de inversión. En resumen, la tecnología está tan dominada por los hombres blancos como cualquier otro negocio.

Sin embargo, si uno estudia rápidamente la mayoría de las historias de la industria tecnológica, es fácil llegar a la conclusión de que los inmigrantes jugaron un enorme papel.

El año pasado, los investigadores del National Foundation for American Policy, un centro de investigación independiente, estudiaron las 87 empresas nuevas del sector privado de Estados Unidos que por ese entonces tenían un valor igual o mayor a los mil millones de dólares. Descubrieron algo impresionante: más de la mitad habían sido fundadas por una o más personas que nacieron fuera de Estados Unidos. Y un 71 por ciento de esas compañías tenían a inmigrantes en cruciales cargos ejecutivos.

En conjunto, estas empresas con nombres tan familiares como Uber, Tesla y Palantir, habían creado miles de empleos y sumaron miles de millones de dólares a la economía estadounidense. Sus fundadores venían de todas partes del mundo: India, Reino Unido, Canadá, Israel y China, entre una gran cantidad de lugares de todo el mundo.

En 2011, un grupo dedicado a investigar las reformas migratorias, Partnership for a New American Economy, reveló que más del 40 por ciento de las empresas de la lista Fortune 500 habían sido fundadas por inmigrantes o hijos de inmigrantes. Dentro de los miembros más nuevos de la Fortune 500, en su mayoría compañías tecnológicas, el número de fundadores inmigrantes fue aún más alto, según indicó la organización.

Lo anterior no debería sorprender, en especial si se consideran los orígenes de las empresas más icónicas de las últimas décadas. Uno de los fundadores de Google es un inmigrante ruso y su actual director ejecutivo nació en India. El director ejecutivo de Microsoft también es de India. EBay y Yahoo arrancaron gracias a inmigrantes. Las subsidiarias más grandes de Facebook —Instagram y WhatsApp— fueron cofundadas por inmigrantes. Apple comenzó con un hijo de inmigrantes.

Hay muchas teorías que explican el gran éxito de los extranjeros en la industria de la tecnología. Muchos trabajadores tecnológicos que nacieron en Estados Unidos señalan que no hay una escasez de empleados nacidos en ese país capaces de trabajar en las grandes empresas tecnológicas. Los investigadores han descubierto que hay más que suficientes estudiantes recién graduados de las universidades estadounidenses que podrían realizar los trabajos disponibles en la industria tecnológica.

Aquellos que critican la facilidad con que la industria atrae a inmigrantes argumentan que es un problema de dinero: señalan que las empresas tecnológicas se aprovechan de los programas de visas, como el sistema H-1B, para obtener trabajadores extranjeros por salarios más bajos de los que podrían pagar a los estadounidenses.

No obstante, aunque esas críticas sean verdaderas en algunas partes de la industria, no toman en cuenta la situación de las empresas más importantes de Silicon Valley. Una de las apreciaciones erróneas más comunes sobre Silicon Valley es que todo funciona como una fábrica; según esta visión, las compañías pueden contratar prácticamente a cualquier persona proveniente de cualquier parte del mundo para realizar una función particular.

Sin embargo, las compañías tecnológicas más ambiciosas de la actualidad no trabajan como fábricas; se parecen más a equipos deportivos. Buscan a los LeBron y a los Brady: los mejores del mundo que puedan crear un dispositivo nuevo que nadie haya visto y que sea capaz de cambiar completamente el paradigma existente.

“No se trata de agregar cientos o miles de personas a las plantas manufactureras”, señaló Aaron Levie, cofundador y director ejecutivo de Box, una empresa que maneja almacenamiento en la nube. “Se trata de tener un par de ideas que cambien todo el panorama”.

¿Por qué los líderes creen que los inmigrantes son los mejores para crear estos inventos? En parte tiene que ver con los números. Como lo indicó Paul Graham, un inversionista de capital de riesgo de la industria tecnológica, Estados Unidos solo tiene el 5 por ciento de la población mundial: suena razonable que la mayoría de las mejores y más novedosas ideas del mundo provengan de gente que no nació en ese país.

Si se analizan algunas de las ideas más relevantes del mundo de la tecnología, se puede notar que los inmigrantes desarrollaron buena parte de ellas. Por ejemplo, el negocio de publicidad de Google —es decir, la base de la gran mayoría de los ingresos y las ganancias de la empresa y el motor que permite que miles de personas en Estados Unidos encuentren trabajo— lo crearon tres inmigrantes: Salar Kamangar y Omid Kordestani, de Irán, y Eric Veach, de Canadá.

Pero no solo se trata de los números. A los inmigrantes les va bien en esta industria porque tienen nuevas perspectivas y generan nuevas ideas.

Mike Krieger, un inmigrante de Brasil que cofundó Instagram, dijo que una de las razones por las que su producto tuvo un éxito instantáneo a nivel internacional fue porque eliminó casi todo el texto de la aplicación. Al ser brasileño, sabía que el inglés entorpecería la adopción en muchas partes del mundo. “En cada paso del proceso creativo de la aplicación pensábamos: ¿se puede crear algo con atractivo internacional?”, comentó.

Collison, de Stripe, señaló que le era imposible imaginar la creación de su empresa sin inmigrantes. “En las primeras etapas de una empresa nueva, normalmente hay una serie de procesos muy específicos que se deben realizar y hay una lista muy pequeña de gente que puede hacerlos”, agregó.

En sus primeros años, Stripe requería ingenieros y ejecutivos capaces de construir el sistema para mover dinero alrededor del mundo, necesitaba crear un sistema innovador de aprendizaje automático para detectar fraudes y debía convencer a los reguladores y a otros negocios de que procesar pagos por medio de Stripe era seguro y legal. Las personas que encontró para realizar estas funciones resultaron ser inmigrantes.

“Que podamos hacer eso en Silicon Valley, que el talento esté aquí o que podamos traerlo, es lo que hace que todo funcione”, opinó Collison.



yoselin

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