Internacional - Economía

El proyecto que provocó un cambio social en la urbe más abandonada de Panamá

2017-03-30

María M.Mur

Colón (Panamá), 30 mar (EFE).- Un proyecto nacido para mejorar el suministro de agua en Colón, una de las ciudades más olvidadas de Panamá, ha conseguido algo mucho más complejo que instalar meras tuberías: emplear a pandilleros y promover el uso racional del agua en una sociedad excesivamente despilfarradora.

El Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (IDAAN), gracias a un préstamo de 40 millones de dólares concedido por el Banco Mundial (BM) en 2010 al Gobierno de Panamá, licitó un contrato para renovar el sistema de agua de esta ciudad caribeña, que registraba unas pérdidas superiores al 60 % y tenía unas tuberías que se caían con solo mirarlas.

Pero el consorcio encargado de ejecutar las obras, el colombiano AyS Colón, se topó con el pandillismo antes incluso de meter la maquinaria en las calles.

"Llamar a la Policía parece a priori lo más fácil, pero te metes en problemas y no es nada barato, ya que la empresa tiene que asumir los costes de tener más agentes en la obra", explicó a Efe el especialista social del proyecto, el colombiano Carlos Nasmuta.

El consorcio, con la supervisión del IDAAN y del BM, decidió tirarse a la piscina de la negociación y empezó un "toma y daca" con cada una de las más de 40 pandillas que operan en esta provincia, que registra los índices más altos de criminalidad del país.

"Les planteamos dos opciones: llamar a la Policía e ignorar lo que nos planteaban, que era pagarles grandes cantidades de dinero, o contratar a dos miembros de cada pandilla para que trabajasen en las obras", recuerda Nasmuta.

Tras meses de tensión y algún que otro episodio violento, hoy en día "nos saludamos cuando nos cruzamos por la calle y muchos nos vienen a pedir más trabajo", cuenta orgulloso el experto.

El otro aspecto positivo que ha dejado este proyecto, que se entregará de manera oficial en junio próximo, es el cambio de mentalidad de los colonenses en lo que se refiere al uso racional del agua y a la cultura del pago.

Pero, ¿cómo se consigue generar de la noche a la mañana cultura de pago en familias que llevan años sin abonar los recibos del agua? ¿Y concienciarles de que el agua es un bien tremendamente preciado? Nasmuta lo tiene claro: instalando medidores en las casas para que la factura se corresponda con el consumo real del hogar.

"Sin medidores, a la gente no le importa dejar la pluma abierta, dejar el sanitario goteando o la tubería rota soltando agua. Cada centímetro cúbico de agua que se pierde o que no se factura, nos tiene que doler a todos", reconoce el especialista.

El IDAAN, como norma general, aplica una tarifa estándar de 6,40 dólares al mes a todas las viviendas que no tienen medidor, independientemente de lo que gasten.

"Todos los meses nos llegaba un recibo de agua pero el agua no siempre salía de las plumas, apenas gastábamos y nos querían cobrar, así que nos negamos a pagar", reconoce Jimitza Leonard, una joven del humilde barrio de Puerto Escondido.

En diciembre de 2014, la ciudad contaba con 6.342 medidores, mientras que dos años después la cifra ascendió hasta los 16.398.

La instalación de estos aparatos ha mejorado sin duda la recaudación del IDAAN en Colón, que en 2014 fue de 5,3 millones de dólares y en 2016 de 6,3 millones.

Según el encargado del proyecto por parte del IDAAN, Óscar Marín, el cambio de localización de la oficina regional de la institución, que antes se ubicaba en un cochambroso edificio del peligroso casco antiguo y ahora se encuentra en un centro comercial a las afueras, también ha contribuido a aumentar las cifras de recaudación.

"A la gente antes le daba miedo ir a pagar sus facturas. En cambio, ahora mismo Colón es una de las regiones con los mejores indicadores de recaudación, de recuperación de clientes y de lectura de medidores. Es un proyecto que deberíamos replicar en otras provincias", recomienda el funcionario.



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