Poker de Ases

Deuda galopante

2017-04-03

No transcurre día sin que México registre récordÂ… de deuda pública. El...

Carlos Fernández-Vega, La Jornada

No transcurre día sin que México registre récord… de deuda pública. El más reciente informe temático de la Secretaría de Hacienda (correspondiente a febrero de 2017) revela que su saldo trepó a 9 billones 689 mil 563.6 millones de pesos, monto 65 por ciento superior (alrededor de 4 billones adicionales) al registrado cuando Enrique Peña Nieto se instaló en Los Pinos (diciembre de 2012). Y la economía crece a un ritmo promedio de 1.86 por ciento.

Tal monto equivale a algo así como 50 por ciento del producto interno bruto, y contando, es decir, 14 puntos porcentuales mayor al saldo heredado por Felipe Calderón, otro que se dio vuelo a la hora de endeudar a los mexicanos, pues durante su estancia en la residencia oficial el saldo de la deuda pública aumentó la friolera de 88 por ciento. A su vez, Vicente Fox la incrementó en alrededor de 50 por ciento.

En términos llanos, durante la docena trágica panista (Fox y Calderón) y lo que va del sexenio peñanietista el saldo de la deuda pública, en su expresión más amplia, se multiplicó por cinco, o si se prefiere pasó de 2 a 10 billones de pesos, en números cerrados, y aún no concluye el gobierno que prometió "mover a México" (al abismo, todo apunta).

Así, uno de los grandes logros de los citados tres tristes inquilinos de Los Pinos es que los mexicanos pasaron de deber 10 mil pesos por cabeza, al comienzo del sexenio foxista, a cerca de 81 mil pesos al cierre del cuarto año de gobierno de Peña Nieto (la deuda de los estados se contabiliza aparte), sin considerar el terrorífico pago de intereses registrado en dicho periodo.

Días atrás La Jornada (Israel Rodríguez) informó que "en los pasados 12 meses el sector público contrató deuda a un ritmo de 2 mil 209 millones de pesos diarios para llevarla a un nuevo máximo histórico de 9 billones 689 mil 563.6 millones de pesos, señaló esta tarde la Secretaría de Hacienda. El costo financiero de la deuda del sector público, que incluye intereses, comisiones y gastos, aumentó en el año anterior 55.4 por ciento, al pasar de 35 mil 832.8 millones de pesos pagados en el primer bimestre de 2016 a 58 mil 334.3 millones cubiertos entre enero y febrero de 2017".

Y lo anterior se registró justo cuando el gobierno peñanietista (primero Luis Videgaray y después José Antonio Meade, con el coro del inquilino de Los Pinos) prometió una y otra vez "no endeudar más" al país.

Pero si el crecimiento de la deuda pública resulta aterrador, el pago de intereses es verdaderamente suicida, porque en el gobierno peñanietista de las arcas nacionales han salido y saldrán –de acuerdo con las proyecciones de Hacienda, que suelen quedarse cortas a la hora de la realidad– alrededor de 2 billones 800 mil millones de pesos (98 por ciento del total erogado) sólo para cubrir dicho concepto, mientras el débito no deja de crecer.

Lo anterior equivale a que por cada peso de nueva deuda contratado por el gobierno peñanietista se han pagado 70 centavos de intereses, es decir, de los cerca de 4 billones de pesos acumulados en el periodo diciembre 2012-febrero 2017 (más lo estimado de ese mes al cierre sexenal) alrededor de 2.8 billones se han destinado, y destinarán, sólo al pago de intereses del propio débito, de tal suerte que no existe erario que aguante ese brutal ritmo. Una catarata de dinero público para atender el servicio de la deuda y a pesar de ello ésta no deja de crecer, y a qué ritmo.

Como bien detalla la citada información de La Jornada, "el costo financiero de la deuda del sector público aumentó el año anterior 55.4 por ciento", mientras en el mismo periodo “los ingresos presupuestarios del sector público "crecieron 6.9 por ciento", es decir, una diferencia de ocho tantos entre el primero y el segundo de los conceptos mencionados. Y en el interminable circuito, para seguir pagando tal costo, el gobierno peñanietista se endeudará más y mantendrá su política de recortar el presupuesto (sólo en las áreas de impacto social, como educación y salud, entre otras).

Así, de diciembre de 2012 a igual mes de 2018, siempre de acuerdo con la información y proyecciones de la Secretaría de Hacienda, el costo financiero (intereses y comisiones) de la deuda del sector público se habrá incrementado de 323 mil millones de pesos (de ese monto 98 por ciento se destinó al pago de intereses internos y externos) a un estimado (que en realidad será rebasado) de 661 mil millones, es decir, un crecimiento en el periodo de 105 por ciento. Y todo eso EPN lo hereda al gobierno que viene, quien en promedio ha endeudado al país a razón diaria de 2 mil 740 millones de pesos (casi 2 millones por minuto de estancia en Los Pinos).

El círculo vicioso se repite en todos los renglones del débito público. Está el caso del rescate bancario (el Fobaproa ahora disfrazado de IPAB), que no ha dejado de recibir recursos públicos para pagar el tiradero, mientras los barones del dinero presumen que "la banca en México nunca ha estado mejor que ahora". Cuando Peña Nieto se aposentó en Los Pinos el saldo de esos pasivos se aproximaba a 828 mil millones de pesos, y al cierre de febrero de 2017 ronda 888 mil millones.

Si el comparativo se remonta al sexenio foxista (cuando oficialmente el ranchero y su secretario de Hacienda enterraron el rescate bancario), entonces el asunto empeora, pues el saldo de los pasivos del IPAB pasó de 698 al cierre de diciembre de 2001 a 888 mil millones en febrero de 2017, y en ningún momento el erario suspendió los recursos públicos a tan caritativo esquema.

Lo mismo con el rescate carretero, decretado por Ernesto Zedillo en 1997. Cuando Peña Nieto arrancó su administración, el saldo de los pasivos del Fideicomiso de Apoyo al Rescate de Autopistas Concesionadas (FARAC) ascendía a poco más de 141 mil millones de pesos (originalmente el rescate autorizado por Ernesto Zedillo fue de 57 mil millones), y al cierre de febrero pasado ya sumaban 221 mil millones. Y como en el caso del Fobaproa-IPAB, los recursos públicos no han dejado de fluir y el débito de crecer.

Entonces, los acreedores están felices por el jugoso negocio de la deuda pública. ¿Y qué han recibido a cambio los ciudadanos? Fácil: sólo la factura de los excesos gubernamentales, y contando.

Las rebanadas del pastel

Pero serenos, mexicanos pagadores, que ya lo dijo el preclaro inquilino de Los Pinos: "Crisis es lo que seguro pueden tener en sus mentes, porque no es lo que está pasando. Las cifras hablan por sí mismas".



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