Internacional - Política

Mar-a-Lago, la nueva sucursal de la Casa Blanca de Trump

2017-04-05

La cumbre de dos días, en la que se hablará de temas delicados de comercio, es la...

Por JULIE BYKOWICZ y TERRY SPENCER

PALM BEACH, Florida, EU (AP) — No hay duda de que el resort Mar-a-Lago es una sede impresionante para una cumbre entre los presidentes de China y Estados Unidos. Y el encuentro es una tremenda publicidad para el dueño de esa lujosa propiedad frente al mar, que admite solo a los socios.

Y esa persona sería Donald J. Trump.

Semanas antes de la cumbre, el presidente Trump y sus asistentes empezaron a habla de Mar-a-Lago como la "Casa Blanca de Invierno", una expresión que es un gran golpe publicitario para alguien que se hizo rico vendiendo su nombre. Ahora el mandatario está inscribiendo el nombre del resort en los libros de historia al recibir allí al presidente chino Xi Jinping.

La cumbre de dos días, en la que se hablará de temas delicados de comercio, es la sexta vez que Trump pasa un fin de semana en Mar-a-Lago en las 12 semanas que lleva como presidente. Ya recibió allí al primer ministro japonés Shinzo Abe, con quien esbozó en el patio del restaurante una respuesta a un ensayo de misiles de Corea del Norte.

Las visitas de dignatarios a las residencias de los presidentes no son nada nuevo. Empezaron poco antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando Franklin D. Roosvelt empezó a invitar a personalidades a su casa de Hyde Park, al norte de la ciudad de Nueva York, según el portal del Departamento de Estado. Más recientemente, George H. W. Bush llevó a dignatarios a la casa de su familia en Kennebunkport, Maine, mientras que su hijo George W. Bush recibió dignatarios en su rancho de Crawford, Texas. Barack Obama agasajó a Xi en Sunnylands, una propiedad en el desierto de California que supo ser de los finados filántropos Walter y Leonore Annenberg.

Pero Mar-a-Lago es más que una simple casa donde Trump pasa sus vacaciones. Es parte de su emporio de bienes raíces y produce dividendos. Por eso lo de "Casa Blanca de Invierno" es algo más que una frase simpática: es algo bueno para el negocio.

Rompiendo con todos los precedentes, Trump retuvo la propiedad de sus negocios cuando asumió la presidencia, lo que quiere decir que gana dinero si a sus propiedades les va bien. Después de su elección, la tarifa para ser admitido en Mar-a-Lago se duplicó y cuesta hoy 200,000 dólares. Y la frase "Casa Blanca de Invierno" está siendo usada en materiales publicitarios. Cuando Trump está allí, las reservas de los hoteles y los restaurantes se llenan pronto.

La Trump Organization, que maneja los negocios de la familia Trump, se comprometió a no explotar ningún aspecto de la presidencia, pero quienes se alojan en sus propiedades lo hacen. Cuando Distressed Investing Summit organizó una conferencia en Palm Beach el mes pasado, destacó en sus folletos que la ceremonia inaugural tendría lugar "en el famoso club Mar-a-Lago, uno de los sitios privados más cotizados del mundo y la nueva Casa Blanca de Invierno".

A Trump no le tiembla el pulso a la hora de mencionar su propiedad de la Florida. Poco después de asumir, tuiteó una foto suya con la frase: "Escribiendo mi discurso inaugural en la Casa Blanca de Invierno, Mar-a-Lago, hace tres semanas".

Si bien el presidente y el vicepresidente está exentos de las restricciones a actividades publicitarias que tienen otros empleados del gobierno, se acepta que todos los funcionarios públicos deben evitar usar sus cargos para obtener ganancias personales, comentó Kathleen Clark, abogada especializada en cuestiones éticas y profesora de leyes de la Washington University de San Luis.

"Los viajes del presidente a Mar-a-Lago y a otras propiedades suyas, sobre todo con líderes que generan noticias, implican que, de hecho, está usando la presidencia para promover sus negocios", dijo Clark. "Es un comerciante astuto y usa la presidencia como si fuese parte de su celebridad personal, que no está acompañada de obligaciones morales ni legales".

Desde que asumió el 20 de enero, por otro lado, Trump ha ido 17 veces a alguno de tres campos de golf de su propiedad, dos en la Florida y uno en Virginia, y cenó dos veces en su nuevo hotel de Washington, en la Avenida Pennsylvania, a corta distancia de la Casa Blanca.

Un hijo de Trump, Eric, dice que su padre forja sólidas relaciones en su propiedad de la Florida.

"Así se hacen los negocios", afirmó. "Mar-a-Lago es un sitio impresionante; tiene sentido ir allí. Está trabajando. Así funciona él".

La gente de la zona dice que la presencia de Trump atrae turistas.

Pero otros cuestionan todos los cortes de carreteras y las congestiones de tráfico, además del alto costo que conlleva vigilar la propiedad.

"Si se tratase de Barack Obama", sostuvo el abogado Tim Morell, "los partidarios de Trump estarían furiosos".

Curiosamente, el uso que le está dando Trump a la propiedad es exactamente lo que querían sus dueños originales.

Los magnates E.F. Hutton y Marjorie Merriweather Post compraron la propiedad en la década de 1920 y esperaban que futuros presidentes y dignatarios la usasen como retiro de invierno. Tras la muerte de ella, Mar-a-Lago fue donada al gobierno, pero los presidentes desistieron de usarla. El sitio quedó abandonado fue devuelto a sus herederos.

Trump lo compró en 10 millones en 1985 y lo convirtió en un club de 500 miembros, con una casa privada para sus vacaciones.

Trump no ha expresado interés alguno por ahora en Camp David, la casa de montaña de Maryland usada por los presidentes, a 100 kilómetros (62 millas) de Washington, en la que los contribuyentes pagarían mucho menos.



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