Mensajería

Sobre el cuerpo

2017-04-07

El cuerpo experimenta cambios continuos. De niños, hacia arriba. De adultos, algunos hacia...

Por: P.Fernando Pascual, L.C.

Somos seres de carne y hueso. Tenemos un cuerpo, con todas sus características físicas. Un cuerpo, además, vivo, sometido a las leyes de la biología.

Por eso fuimos concebidos y nacimos. Por eso ahora respiramos y dormimos. Por eso sentimos frío y calor, cansancio y sed, hambre y saciedad. Por eso vemos y oímos lo que otros cuerpos causan a nuestro alrededor.

El cuerpo nos limita. No podemos volar como los pájaros. No podemos trabajar hasta el infinito. No podemos dedicar horas y horas al deporte sin pausas de descanso.

El cuerpo nos lanza a relaciones en un mundo de cambios. Entramos en un autobús entre desconocidos. Saludamos con la mano a un amigo. Ofrecemos una caricia a un enfermo.

El cuerpo experimenta cambios continuos. De niños, hacia arriba. De adultos, algunos hacia los lados. De ancianos, hacia las señales propias de la fase final.

Tanto si ese cuerpo gusta o desagrada, entusiasma o causa complejos, será siempre nuestro cuerpo. Con esa altura, con ese peso, con esos ojos, con esos dientes, con esas manos.

Con ese cuerpo seguimos en camino. Un día, lo hemos visto en otros, llegará la hora de dejarlo. Enfermedad, envejecimiento y muerte son inevitables. Lo importante, entonces, es haber escogido modos buenos y justos de vivir.

Cuando termine la existencia en el cuerpo, el alma pasará a una nueva etapa. Será juzgada sobre sus actos, libres y limitados, espirituales y corpóreos, temporales y orientados a lo eterno.

Lo malo será purificado, menos en el caso de que haya manchas irremediables sobre las que nunca hubo arrepentimiento. Lo bueno será recibido en el Reino de los cielos, donde Dios Padre acoge a cada hijo perdonado, para darle un día, tras el juicio sobre el amor, un cuerpo renovado y bello.



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