Internacional - Política

Turquía, de modelo de democracia musulmana a la antesala del autoritarismo

2017-04-11

El Ejército, que en el pasado no había dudado en recurrir a golpes de Estado para...

Lara Villalón

Estambul, 11 abr (EFE).- El referéndum con el que Turquía decide el domingo si instaura un sistema presidencialista es la última parada en una evolución de 15 años en los que ha pasado de ser un modelo de democracia musulmana a un país a las puertas del autoritarismo y con conflictos con casi todos sus vecinos.

Tras la victoria electoral de 2002, la primera década del Gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) y del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, estuvo marcada por el éxito económico y las reformas encaminadas a entrar en la UE, sin exhibir las credenciales islamistas.

El AKP fue aceptado en Europa como una versión musulmana de los partidos democristianos conservadores y en Turquía fue respaldado por sectores liberales y de centroizquierda frente a los ataques de Ejército, Judicatura y partidos nacionalistas laicos.

Todo ello pese a que, en 1996, Erdogan, entonces alcalde de Estambul, había afirmado: "la democracia es para nosotros un tranvía: nos bajaremos al llegar a la parada que queremos".

"Erdogan no era un demócrata. Lo sabíamos desde el primer día", analizaba recientemente para el diario "BirGün" el sociólogo y columnista Ali Bayramoglu, que aplaudió las iniciales políticas liberales y fue un defensor del AKP hasta hace cinco años.

Pero con los años el elemento religioso volvió a ganar peso en las políticas del Gobierno, que permitió el velo islamista en la Administración y las universidades y equiparó el diploma de las escuelas islámicas con el del bachillerato.

El Ejército, que en el pasado no había dudado en recurrir a golpes de Estado para garantizar los principios laicos, fue perdiendo la batalla con el Gobierno y en 2013 la cúpula castrense fue encarcelada en un macrojuicio por un misterioso complot golpista, que luego se reveló como un montaje.

A partir de la "primavera árabe" de 2011, Erdogan y el AKP viraron hacia la islamización. Ankara apostó por convertirse en una "potencia regional" y respaldó a sectores islamistas en Egipto y Libia, mientras Europa veía a Turquía aún como ejemplo de una democracia musulmana.

Esa política acabó provocando disputas con Irak, Rusia, Israel y, sobre todo, con Siria, donde Turquía apoya a milicias islamistas.

El giro conservador continuó con campañas contra el alcohol, el aborto o con llamamientos a tener más hijos.

La ruptura definitiva entre los sectores progresistas y el AKP vino en 2013, cuando una protesta ecologista contra un proyecto urbanístico de Estambul derivó en una oleada de manifestaciones contra el autoritarismo de Erdogan, quien en 2014 pasó a ocupar la Presidencia del país.

Turquía quedó polarizada entre una masa popular conservadora y religiosa y una clase media laica y liberal.

En 2013, también terminó la alianza del AKP con la cofradía de Fethullah Gülen, un clérigo islamista exiliado en Estados Unidos y a cuyos seguidores el Gobierno había permitido ocupar altos cargos en la Administración y la Justicia, formando así un frente común contra los militares.

En la batalla entre el AKP y Gülen, ambos islamistas, la cofradía usó su influencia en el sistema judicial para acusar de corrupción a varios ministros, pero el pulso acabó con la destitución de cientos de jueces y fiscales de la red del clérigo, a la que el Gobierno describe ahora como "Estado paralelo" y "organización terrorista".

Tras el fallido golpe de Estado del pasado julio, del que Erdogan responsabiliza a Gülen, la purga adquirió nuevas dimensiones: decenas de miles de funcionarios, policías, militares, profesores y periodistas han sido despedidos o encarcelados.

Erdogan, que ha ido apartando del poder a los compañeros más moderados que fundaron el partido con él, ha endurecido el discurso y acusa de terrorista a cualquiera que se le oponga.

También quedó truncada la esperanzadora apertura hacia la minoría kurda, que en la década de 2000 llevó a autorizar el idioma kurdo en academias, en la TV pública y finalmente en los colegios públicos.

Ante el estancamiento de las negociaciones para poner fin a una guerra que había causado 40,000 muertos desde 1984, Gobierno y guerrilla rompieron en 2015 una tregua iniciada dos años antes y miles de miembros de la izquierda prokurda ha sido encarcelados.

También se truncó el viaje hacia la UE: Turquía critica que lleva décadas esperando a las puertas del club y en las últimas semanas de campaña para el referendo ha elevado la tensión, acusando a los países europeos de islamofobia y prácticas fascistas. 



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