Nacional - Economía

Corrupción y olvido de las bases llevan a sindicatos a cotas bajas en México

2017-05-01

Fundada en 1943, la SNTE padece desde hace unos años una crisis de prestigio gigantesca,...

Martí Quintana

México, 1 may (EFE).- La falta de una verdadera representación del obrero, sumado a casos de corrupción y connivencia con políticos y empresarios, condenan a los sindicatos mexicanos a una muy baja popularidad, coincidieron hoy especialistas consultados por Efe.

La profesora-investigadora Graciela Bensusán, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), explicó que la tasa de sindicalización en México se ubica en torno al 9 %,.

Ello se debe a la elevada presencia de empresas micro, pequeñas y medianas, cuyos empleados no acostumbran a sindicalizarse, pero también a la "calidad" de la sindicalización y la contratación colectiva.

Según el investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Alfonso Bouzas, hay alrededor de cinco millones de afiliados en este país, de una población ocupada de 52,1 millones en 2016.

De entre los afiliados, solo un 2 % forma parte de una "unión sindical auténtica, representativa", remarcó.

Las causas para esta aparente desunión entre obrero y sindicato son presentes y pasadas.

"Los sindicatos en México no han sido históricamente representantes de los intereses de los trabajadores, sino de los intereses políticos", apuntó el director ejecutivo de Oxfam México, Ricardo Fuentes.

Según el economista y abogado laboralista Arturo Alcalde, el sindicalismo nació hacia 1920 en el marco de unas centrales obreras "muy vinculadas al Estado", que establecían una relación de "protección y control".

"Cuando el Estado reduce su presencia, va dejando espacios y lo van ocupando sectores empresariales, sin una visión a largo plazo", denunció.

Hasta el punto que el sindicalismo se fue "deformando" e impregnando de un "esquema de corrupción" ante la falta de un sindicalismo "real", por lo que los trabajadores terminaron viendo mermados sus derechos.

Actualmente, recuerda Bensusán, el sindicato es elegido por el empleador, y así se evita "una auténtica sindicalización del trabajador", con contratos que reproducen "la ley laboral, los mínimos legales, pero inhiben un verdadero proceso".

De acuerdo con Alcalde, se llegó a esta situación de forma paulatina, ante la voluntad explícita de distintos Gobiernos mexicanos de impulsar las exportaciones y la atracción de la inversión extranjera.

A pesar de ello, en México hay sindicatos muy importantes, como el de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana o el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), con 1,5 millones de afiliados y considerado la unión magisterial más grande de América Latina.

Fundada en 1943, la SNTE padece desde hace unos años una crisis de prestigio gigantesca, luego de la detención en 2013, acusada de desvío de fondos para su uso personal, de su líder Elba Esther Gordillo, de quien se decía que era capaz de hacer ganar o perder elecciones.

Acostumbrado a recibir críticas, el secretario de Acción Política de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Fernando Salgado, defendió que las grandes industrias, como la automotriz o la embotelladora, gozan de sindicalismo.

Además, criticó a los expertos por dar datos de afiliación cuando estos -al registrarse a nivel local y federal- son difíciles de obtener.

"Hay muchos sindicatos, no se puede juzgar, hablar ni señalar a todos, como si todos fueran malos", aseveró Salgado, quien afirmó que "estar a favor del empleo" no implica "estar a favor del empresario", como acusan algunos.

El objetivo "es tener gente empleada y generar que en este aspecto las empresas puedan tener tranquilidad", y aunque haya una "visión distinta", ello no "nos hace enemigos", apuntó este líder de la CTM.

En este contexto, especialistas y sindicalistas coinciden en un solo punto; la oportunidad que puede suponer la reciente reforma laboral aprobada en febrero pasado, si bien todavía faltan los reglamentos.

Entre otros puntos, esta traslada la justicia laboral del ámbito del Ejecutivo al poder judicial -con la desaparición de las Juntas de Conciliación y Arbitraje y la creación de tribunales-, también contempla el voto secreto para la elección de dirigentes y favorece la contratación colectiva.

Para Bensusán, es "un cambio de estructura radical", mientras que para Salgado puede suponer "una profundización en el ejercicio del sindicalismo".



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