Internacional - Política

Marine Le Pen, la heredera de la derecha francesa, en la antesala del poder

2017-05-05

Acto seguido, se hizo la luz con todo su esplendor y llegó acompañada de sonoros...

Adam Nossiter, The New York Times

NIZA, Francia — Las luces y la música se volvieron tenues; el público murmuraba en la oscuridad, a la expectativa, esperando la declaración.

Acto seguido, se hizo la luz con todo su esplendor y llegó acompañada de sonoros acordes. La candidata presidencial de extrema derecha del Frente Nacional, Marine Le Pen, apareció en el escenario, resplandeciente. El simbolismo era evidente. La oscuridad que inundaba la sala —y a Francia— podía llegar a su fin.

Oscuridad y luz: durante la mayor parte de su carrera y desde que Le Pen, ahora de 48 años, apareció bajo los reflectores políticos hace 15 años como hija y defensora del patriarca del Frente Nacional, Jean-Marie, su camino ha estado definido por la interacción entre estos dos elementos.

Su discurso ante miles de fervientes seguidores en Niza la semana pasada contrapuso las amenazas que suponen los inmigrantes, el islam, la globalización y los bancos, con su férrea voluntad para acabar con todos ellos. Algunas veces sus palabras también ofrecían un rayo de luz: “Mis queridos compatriotas, no me importa su raza, su origen ni su orientación sexual”, dijo. “Lo que me interesa es su felicidad”.

Le Pen, una populista de extrema derecha que amenaza con acabar con la Unión Europea, se encuentra en la antesala del poder mientras Francia se prepara para la ronda electoral final del próximo domingo. Sus probabilidades, a juzgar por las encuestas, son buenas. No obstante, aunque no logre vencer a Emmanuel Macron, el candidato independiente de centro, Le Pen podría convertirse en un elemento poderoso de la política francesa en los años venideros. Es una veterana política, es feroz cuando se trata de debatir y tal vez sea la candidata en campaña más capaz de todo el espectro político de Francia.

Sin embargo, ha hecho una apuesta arriesgada. Se ha desmarcado del legado xenófobo del Frente Nacional, pero no del todo. Ha hecho una campaña pública fuerte de “exorcismo” —para quitarle al partido su herencia de intolerancia— incluso cuando los escépticos siguen preguntándose si el esfuerzo es más una cuestión táctica que real.

Hace siete meses, cuando Donald Trump ganó la elección presidencial de Estados Unidos, Le Pen, súbitamente, pareció formar parte de una vanguardia populista mundial. Pero Le Pen no es Trump.

Ella no improvisa sus políticas, sino que estas son producto de décadas de perfeccionamiento de la ideología del Frente Nacional. Esa ideología no es sui géneris, a diferencia de la de Trump. Está enraizada en el pensamiento clásico de la extrema derecha en Francia, que se remonta cien años atrás o incluso más. De hecho, algunos académicos respetados piensan que Francia, y no Italia, fue el lugar donde se acuñó el fascismo, a comienzos del siglo XX.

Además, habla con oraciones bien estructuradas, completas, que se basan en su formación como abogada y la ayuda de los asesores que la rodean.

“No es culta, pero tiene una memoria extraordinaria”, comentó Aymeric Chauprade, miembro del Parlamento Europeo. En otro tiempo fue el favorito de Le Pen, pero luego cayó en desgracia. “Tiene una enorme capacidad de asimilación. Es muy hábil”.

Economistas, analistas políticos y grupos de expertos franceses vaticinan por igual que Francia caerá en una crisis si los planes políticos de Le Pen se vuelven realidad.

Su plan de sacar a Francia de la eurozona conduciría a una devaluación inmediata de una nueva moneda nacional, lo cual tendría un efecto devastador en sus bases de apoyo político, a decir de los economistas. Su estigmatización de los inmigrantes exacerbaría las tensiones sociales en los suburbios.

Sin embargo, en muchas partes de Francia, su atractivo es innegable. El odio hacia la clase política dominante —a la que se culpa del estancamiento económico de Francia, su persistente tasa de desempleo del diez por ciento, sus fábricas cerradas y las olas de inmigrantes— le ha dado un fuerte impulso. En persona, y durante el periodo de campaña, la mujer divorciada y madre de tres hijos transmite honestidad sin cortapisas en un tono de voz familiar y áspero a causa de sus años de fumadora, una combinación atractiva para cada vez más electores franceses.

Los afiches de su campaña se dejan ver por todo el país, como un sutil recordatorio de sus esfuerzos para desmarcarse del pasado. No hay ninguna mención del Frente Nacional ni de sus vínculos con el antisemitismo, el racismo ni la nostalgia por la colaboración de Francia con los nazis. Ni siquiera su apellido, Le Pen, vinculado a su padre, aparece. Tan solo se ve su cara reconocible y su nombre de pila: Marine. Ella es la marca; el Frente Nacional es el subtexto tácito de su política.

Sus críticos la ven como una nacionalista y una demagoga peligrosa. Sus seguidores interpretan su disposición a culpar al “sistema”, “la oligarquía” y en especial a los inmigrantes como prueba de su honestidad.

“Es la veracidad con la que se expresa”, comentó Michel Duvernet, un tendero de mediana edad del pueblo sureño de Cogolin, para explicarme por qué había asistido a un mitin de Le Pen en la ciudad costera de St.-Raphaël, en marzo.

“También por la sencillez de sus palabras”, agregó Duvernet, alabando a Le Pen por señalar lo que llamó “insostenibilidad islámica que vivimos todos los días”, en el discurso que acababa de pronunciar. “Además, ella le habla a la gente común”, dijo.

Para los que no están convencidos, Le Pen expone un acto de “violencia”, como ella misma lo ha denominado, como prueba máxima del “exorcismo” de su partido: la expulsión de su propio padre después de otro arranque antisemítico.

“En aras del interés superior de la nación, hay que ser capaces de hacerse daño”, dijo. “Y eso me dolió, porque soy su hija”, mencionó en una entrevista al explicar su decisión de deshacerse de su padre.

¿Hasta qué punto es sincera y hasta qué punto es solamente cálculo político?

Sus asesores, que por lo general son amigos cercanos de la cultura exclusivista del Frente Nacional, rechazan esta opinión.

“Le Pen es un hombre del siglo XIX”, manifestó Philippe Peninque, exabogado y consultor a quien a menudo se describe como la eminencia gris de Le Pen. “Y Marine es una mujer enteramente de su tiempo”. “Tiene la herencia nacional francesa enraizada en su ser, pero modernizada”, añadió.

El primer rompimiento importante con su padre, en 2005, vino después de que él dijo que la ocupación alemana de Francia en tiempos de guerra “no fue particularmente inhumana”. Furiosa porque él mantuvo lo que ella llamó una estrategia “contraproducente”, huyó con sus hijos a la casa de playa de la familia y comenzó a escribir su autobiografía. A pesar de la separación, ella siguió ocupando un lugar importante en la jerarquía del partido.

Tras las elecciones regionales de 2010, cuando Marine Le Pen obtuvo buenos resultados, comenzó a consolidar su adhesión al Frente Nacional. El mismo año, describió la presencia musulmana en Francia como una “ocupación”, un comentario que la llevó hasta los tribunales, ya que se le acusó de incitar el odio religioso.

Después de que se hizo del control del partido en 2011, apareció en televisión para declarar que los campos nazis eran “la barbarie máxima”, en un claro rompimiento con años de políticas de su partido.

En su actual campaña, ha estado contra las cuerdas varias veces en relación con ese tema, negando torpemente la responsabilidad de Francia en la redada de los judíos en tiempos de guerra y viéndose forzada a aceptar la renuncia de un presidente interino del partido cuyos comentarios anticuados que negaban el holocausto habían salido a la luz. Le Pen dijo que los reportes eran una “difamación”.

Péninque dijo que la preocupación parisina ante los antecedentes del Frente Nacional no significaba nada para el electorado y que en realidad resultaba de ayuda para el partido. Los opositores sacaron el tema a relucir “porque carecen de más argumentos. No es un debate. Y solo va a ayudar al Frente”.

Chauprade fue más categórico. “Ella tiene una enorme capacidad para mentir”, dijo.



yoselin
Utilidades Para Usted de El Periódico de México