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La nueva era liberal de Corea del Sur: ¿llegó el cambio?

2017-05-10

El resultado fue

Richard Ruíz Julién / PL


Moon Jae-In, considerado un veterano de la lucha por los derechos humanos y, según sus promesas electorales, favorable a un acercamiento a la República Popular Democrática de Corea (RPDC), ganó ampliamente los comicios presidenciales en Corea del Sur.

El candidato del Partido Democrático, de centroizquierda, obtuvo 41,4 por ciento de los votos, de acuerdo con una encuesta de las cadenas de televisión MBC, KBS y SBS.

Muy por detrás quedó el conservador Hong Joon-Pyo, con 23,3 por ciento, seguido del centrista Ahn Cheol-Soo (21,8 por ciento).

El resultado fue "una gran victoria de un gran pueblo" que quiere crear "un país justo, donde las normas y el sentido común prevalezcan", dijo Moon al saludar a sus simpatizantes en la plaza Gwanghwamun de Seúl, donde una multitud se reunió durante meses, a la luz de las velas, para exigir la dimisión de la expresidenta Park Geun-hye, implicada en un escándalo de corrupción y tráfico de influencias.

De multitudinaria calificaron los medios de prensa la participación en los sufragios, con una asistencia a cerca de 14 mil centros de votación a nivel nacional del 63,7 por ciento, frente al 59,3 por ciento de hace cinco años.

Para Kan Kimura, profesor de la Escuela de Posgrado de Estudios de Cooperación Internacional de la Universidad de Kobe, los votantes eligieron la opción más segura tras el escándalo que empezó el año pasado, y culminó en la destitución de Park y elecciones anticipadas.

Moon Jae-in es muy conocido por ser uno de los principales asesores del expresidente Roh Moo-hyun, que tomó las riendas del poder en 2003.

Posee una dilatada carrera política y dirige la mayor facción en el seno del Partido Democrático de Corea, que cuenta con el mayor número de legisladores.

Para los surcoreanos, dice el profesor, Moon era el candidato con el que estaban familiarizados, y cree que hay dos motivos por los cuales al final eligieron a un político cuyo potencial y límites conocían de sobra.

Primero, Hong Joon-pyo, del conservador Partido Liberal de Corea, la anterior formación gobernante, nunca dejó clara su postura sobre la destituida presidenta Park Geun-hye.

Kimura cree que era muy evidente desde el principio que le resultaría difícil ganar unas elecciones destinadas a reemplazar a Park tras su destitución.

Ahn Cheol-soo, del centrista Partido Popular, que en principio se mostraba reticente sobre el emplazamiento del sistema de defensa antimisiles THAAD, de Estados Unidos, cambió de opinión.

Esto demuestra la dificultad a la que se enfrentó a la hora de definir una postura política de centro en Corea del Sur, que tradicionalmente está dividido en dos frentes: el conservador y el liberal.

A lo largo de la campaña, Ahn puso de manifiesto que sería el presidente que se encargaría de curar las heridas que han dividido a la sociedad surcoreana.

Sin embargo, parece que no logró ofrecer una respuesta convincente sobre cómo uniría al país.

En estas circunstancias, la conclusión a la que llegaron muchos votantes fue sencilla; puesto que en los comicios anteriores se decantaron por una conservadora, que les falló, decidieron que el poder pasara a manos de un político liberal, Moon Jae-in.

La Administración de este se pondrá en marcha hoy.

No obstante, el Partido Democrático de Corea no tiene la mayoría en el Parlamento y es posible que ni siquiera pueda formar un Gabinete si el frente opositor se muestra en contra.

Por eso, más que intentar imponer sus ideas, por ahora no tiene más remedio que hacer concesiones en ciertos asuntos y buscar a legisladores que les apoyen.

Si bien es cierto, dice el profesor, que Moon se muestra partidario de adoptar una política conciliadora con Corea del Norte, que es motivo de preocupación en algunos foros, la cuestión es si el ambiente es el idóneo para adoptar esa iniciativa.

En opinión del estudioso, el realineamiento político, que podría incluir al centrista Partido Popular de Ahn, tendrá la clave para su futuro rumbo y su política hacia Corea Democrática.

En cuanto a las relaciones bilaterales entre Japón y Corea del Sur, el profesor dice que Moon es plenamente consciente de que, tanto Estados Unidos como Japón, consideran sus políticas de izquierdas y por ello están algo preocupados.

Toda la situación desatada al comprobarse que Park confirió privilegios a su amiga Choi Soon-sil, con el fin de apropiarse de decenas de millones de dólares de las grandes corporaciones surcoreanas, catalizó según especialistas muchas frustraciones de la población con respecto a las desigualdades, la economía y el empleo.

La crisis obligó a todos los candidatos a prometer reformas para una mayor integridad.

Moon Jae-In, de 64 años, lideró los sondeos electorales durante toda la campaña.

Su victoria significa una alternancia al frente del país tras cerca de 10 años de reinado de los conservadores, y además, o al menos por ahora, un importante cambio de política respecto a Pyongyang y también al aliado y protector estadounidense.

El nuevo presidente tendrá mucho que hacer para combatir la desaceleración económica, las desigualdades, la subida del desempleo, en especial entre los jóvenes, y el estancamiento de los salarios.

Estudios como el realizado por el Fondo Monetario Internacional el año pasado indicaron que el 10 por ciento de los surcoreanos más ricos obtiene la mitad de los ingresos de toda la población.

Más allá de la crisis económica, el próximo ocupante de la Casa Azul, la residencia oficial de la presidencia surcoreana, heredará el espinoso problema con la RPDC, para el cual, de acuerdo con expertos, el contubernio Seúl-Washington es altamente nocivo.

Rara vez las tensiones fueron tan fuertes en la península coreana por el temor a un ensayo nuclear de Pyongyang, cuyas autoridades denuncian constantemente maniobras militares, amenazas y provocaciones de Estados Unidos y sus aliados, e insisten, por tanto, en la necesidad de defender su soberanía.

Tampoco ayuda el carácter imprevisible del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, que amenazó con solucionar la cuestión por la fuerza.

Por otra parte está China, descontenta con el despliegue de un escudo antimisiles estadounidense en Corea del Sur para contrarrestar la presunta amenaza norcoreana.

Rompiendo con la línea dura con Pyongyang que defendía Park, Moon propondría un acercamiento menos conflictivo con el Norte y emanciparse de la tutela estadounidense, aunque los observadores precisan que el tiempo dará la última palabra.



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