Internacional - Política

El Comité de Inteligencia del Senado exige al general Flynn que revele todos sus vínculos con Rusia

2017-05-11

Aunque aún no se ha hallado ninguna prueba definitiva, la densidad de los contactos entre...

Jan Martínez Ahrens, El País

El teniente general Michael Flynn vive cercado. El destituido consejero de Seguridad Nacional ha sido citado por el Comité de Inteligencia del Senado para que entregue todos los documentos que le vinculan con Rusia. Entre ellos figura la lista de sus posibles posesiones y bienes en aquel país así como los registros, grabaciones y anotaciones de sus reuniones con funcionarios rusos entre el 16 de junio de 2015, fecha del arranque de la campaña de Donald Trump, hasta su investidura el pasado 20 de enero.

La requisitoria del poderoso comité es de cumplimiento obligado y llega después de que Flynn se negase voluntariamente a entregar la información. Junto a Flynn han sido citados otros antiguos asesores electorales de Trump, como su amigo y consejero en relaciones internacionales Carter Page. La investigación, que corre paralela a la que lleva el FBI y otro comité de la Cámara de Representantes, trata de dilucidar si el equipo de campaña del presidente se coordinó con el Kremlin en sus ataques a la demócrata Hillary Clinton.

Aunque aún no se ha hallado ninguna prueba definitiva, la densidad de los contactos entre los hombres de Trump y Moscú es de tal magnitud que las sospechas no han dejado de crecer. El caso más avanzado corresponde a Flynn. El antiguo general dirigió entre 2012 y 2014 la Agencia de Inteligencia de la Defensa. Tras ser despedido por su carácter tiránico, se lanzó a tareas de asesoramiento en el mercado ruso, donde alcanzó tal grado de penetración que llegó a compartir mantel con el presidente Vladímir Putin.

Trump, un admirador de los militares con experiencia en el campo de batalla, lo enroló como asesor. Islamófobo y disruptivo pronto se hizo un lugar en el círculo íntimo del candidato republicano, a la par que el futuro fiscal general, Jeff Sessions, y el actual estratega jefe, Steve Bannon. Tras la victoria, fue premiado con el puesto de consejero de Seguridad Nacional, un cargo con acceso a los mayores secretos de Estado.

En el cargo sólo duró 24 días. El 13 de febrero tuvo que dimitir al descubrirse que había mentido sobre el contenido de sus reuniones con el embajador ruso en Washington, Sergei Kislyak. Ante el vicepresidente y la opinión pública había negado que, un mes antes de llegar al poder, hubiese tratado con el legado las sanciones impuestas por Obama al Kremlin por su cibercampaña contra Clinton. Pero su conversación con Kislyak fue grabada por los servicios de inteligencia y llegó a la entonces fiscal general en funciones, Sally Kates, quien alertó a la Casa Blanca de que Flynn estaba engañando y que por ello era susceptible de chantaje por los rusos.

Desde entonces, Flynn no ha dejado de hundirse. Se ha descubierto que carecía de los permisos pertinente para recibir pagos de empresas rusas e incluso que ejerció de lobista para una compañía cercana al Gobierno turco sin tener licencia para ello.

Asustado por el cariz que tomaban la investigaciones, Flynn intentó hace un mes lograr la inmunidad a cambio de declarar voluntariamente. La petición fue rechazada. Y ahora ha de entregar los documentos.

La decisión de exigir los datos bajo mandato fue adoptada después de que se agotase este martes el plazo para facilitarlos voluntariamente. Y justo coincidió en el tiempo con la decisión de Trump de despedir al director del FBI, James Comey, que tenía a su cargo la investigación más amplia y avanzada sobre la trama rusa. Caído Comey, muchos demócratas ven en los comités del Senado y la Cámara de Representantes el único camino posible para dilucidar la verdad.



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