Hasan Rohani, el líder tranquilo 

LLUÍS MIQUEL HURTADO, El Mundo

La Revolución recuerda a Hasan Rohani como quien acuñó por primera vez el término imán para referirse al ínclito ayatolá Ruholla Jomeini. Eso da buena cuenta del papel central que el séptimo presidente iraní, al que las calles apenas empezaron a conocer antes de su victoria en 2013, tuvo entre bambalinas incluso antes del levantamiento contra el Sha. Rohani fue uno de los clérigos que acompañaron a Jomeini en su exilio francés previo al levantamiento.

Licenciado en Derecho y doctorado en Escocia, el aspirante a la reelección auspició el Consejo Supremo de Defensa durante los años de la sagrada defensa, la guerra entre Irán e Irak de los 80. Posteriormente, prolongó esta tarea como secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. Desde ese cargo, Rohani lideró los diálogos nucleares con Occidente en un momento crítico, cuando se ganó el apodo de jeque diplomático. Dimitió en 2005, cuando Mahmud Ahmadineyad asumió la Presidencia.

Rohani es un clérigo con una larga trayectoria, poseedor de un título honorífico de 'hoyatoleslam' -traducido por docto o fuente de emulación en el Islam-, que, sobre todo durante su primera legislatura, gustó de definirse como "moderado". El desmarcarse así del reformismo, acercándose al centro político iraní, le ha permitido mantener el voto del reformismo, huérfano de figuras más afines, como a los conservadores moderados.

En esta campaña electoral se ha acercado más a los postulados reformistas. Ha defendido la libertad creativa de los artistas, la pluralidad mediática y los derechos de la mujer. Tampoco ha escatimado en dardos contra los paramilitares de la Guardia Revolucionaria y Basiyíes, férreos militantes de la causa principalista, en discursos que han roto tabúes. Siempre apelando a la "moderación", y raramente alzando la voz, Rohani se ha hecho un lugar en la primera línea política.

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