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Cristiano Ronaldo, el señor de la Champions

2017-06-04

 Anoche, como siempre, fue el último en pisar el césped del Millennium Stadium, no...

Enrique Yunta/ ABC.es

A la espera de que salgan a la luz los clásicos vídeos conmemorativos de la duodécima, con imágenes nunca vistas de las interioridades del campeón y todos esos momentos con una música bélica de fondo para emocionar al personal, valga este relato para plasmar las maravillas de Cristiano Ronaldo, un jugador como una catedral que anoche abrazó su cuarta Champions, la tercera con el Real Madrid. Lloró también de morado, con su camiseta de manga larga, emocionado porque sigue sumando medallas y goles y eso engorda el ego. Aunque solo sea por números, tiene motivos para presumir, y nada le gusta más al portugués que recordar sus conquistas, que son interminables. De Milán a Cardiff, doblete memorable de un Madrid que habla en el idioma de Cristiano Ronaldo.

El portugués mantiene una preciosa relación con este torneo, que obtuvo por primera vez en 2008 cuando estaba en el Manchester United y luego le ha catapultado en su etapa blanca (2014, 2016 y 2017). Anoche, como siempre, fue el último en pisar el césped del Millennium Stadium, no regaló ni una sonrisa durante el himno más bonito del fútbol y tampoco fue especialmente cariñoso en el protocolario besamanos. Durante un buen rato, no hubo ni rastro de Cristiano, y justo cuando algún insensato preguntó por su presencia llegó el zarpazo. A los 19 minutos y 39 segundos, Ronaldo corría hacia la banda, eufórico porque había superado a Buffon de primeras, beneficiado por una genial conducción de Kroos y una asistencia de Carvajal desde el flanco derecho. Empalmó sin pensar, Bonucci fue incapaz de frenar el disparo y estalló el madridismo en Cardiff. Lo festejó con una versión evolucionada de ese saltito con el que pretende evidenciar su autoridad, un «siiiiiiiiiuuuuuu» ensordecedor antes de reclamar calma con cierta chulería. La verdad es que cada gol de Cristiano es como una tormenta de gestos de marca registrada.

A partir de ahí, la final enloqueció, divertidísimo el partido entre dos equipazos mayúsculos. El golazo de Mandzukic quedará para siempre y ese zarpazo de la Juventus acomplejó ligeramente al Madrid, sostenido por Kroos y necesitado de Cristiano. El «7» protagonizó a la media hora un intento fallido de chilena -se le resiste ese gol- y un par de minutos después desperdició una oportunidad más o menos clara al rematar a ciegas, sin ver de dónde llegaba la pelota.

Es imposible no concederle a Cristiano todo el protagonismo que reclama en esta Champions, especialmente por su impactante papel en las eliminatorias. Estuvo muy discreto en la fase de grupos, pero desde cuartos cargó con el equipo y lo ha llevado al más allá, definitivo en su reconversión como delantero puro. Casemiro fue el héroe por un ratito cuando hizo el 2-1, pero Cristiano quiso más, siempre quiere más. Otra vez en plan «9», pisó el área cuando intuyó la excelente asistencia de Modric y liquidó a Buffon, de nuevo al primer toque. Otro carrerón como un poseso hacia la esquina, más ego para el cuerpo y barra libre para que se hable, ya en junio, del Balón de Oro. Al parecer, ya parece tener dueño.

Son ya cuatro goles en finales de Champions -los mismos que Puskas y a tres de Di Stéfano-, y 12 en la Champions 2016-17, máximo realizador del torneo al superar a Leo Messi y alzarse por sexta vez con ese título honorífico. Y son 600 tantos en su carrera (529 en sus clubes, 71 con la selección), un genio que no parece tener fin.



JMRS
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