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La primera vuelta en las legislativas impulsa a Macron hacia la mayoría absoluta 

2017-06-12

El desmontaje del viejo sistema de partidos avanza en Francia. El presidente Emmanuel Macron dio el...

Marc Bassets, El País

El desmontaje del viejo sistema de partidos avanza en Francia. El presidente Emmanuel Macron dio el domingo un paso decisivo hacia la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Los candidatos de su partido, La República en marcha (LRM), fueron los más votados en la primera vuelta de las elecciones legislativas. La victoria, empañada por un nivel de abstención récord, les coloca en una posición óptima para salir elegidos en la segunda vuelta, el próximo domingo, y dejar en posición minoritaria a las formaciones tradicionales. Macron, elegido presidente en mayo, necesita la mayoría para imponer su programa de reformas económicas. Una de cada dos personas con derecho a voto se quedó en casa.

Macron ejecuta su plan paso a paso. El plan consistía, primero, en conquistar el Elíseo, y segundo, en lograr una mayoría parlamentaria suficiente para gobernar sin ataduras. Los resultados de la primera vuelta de las legislativas ratifican el plan, y aceleran la recomposición del paisaje político. Dominado hasta ahora por el eje izquierda/derecha, puede acabar estructurándose en un gran espacio central —el del macronismo— y una oposición cuarteada.

"Pese a la abstención, el mensaje es claro: sois millones los que habéis confirmado vuestro apego al proyecto del presidente", dijo el primer ministro, Édouard Philippe.

Con el 96% de votos escrutados, LRM, un movimiento con poco más de un año de vida, y sus aliados del MoDem sacaban en la primera vuelta un 32,25% de votos. El movimiento de Macron obtiene así 8 puntos más que el propio Macron en la primera vuelta de las presidenciales de abril.

La abstención más alta desde 1958

La abulia en los centros electorales de Francia a lo largo de toda la jornada se confirmó con las cifras finales de participación en la primera vuelta de las elecciones legislativas. Ni uno de cada dos franceses con derecho al voto depositó este domingo su papeleta en las urnas. Con más del 51%, es la tasa de abstención más alta desde la fundación de la V República en 1958 y confirma el interés cada vez menor en las elecciones legislativas cuya participación, desde hace 20 años, no deja de caer. En 1997, la participación era de 67,92%, en 2012 ya había caído al 57%. La abstención puede tener un impacto en la segunda vuelta: eleva el porcentaje de votos necesarios para que se califiquen los candidatos finalistas. Y también en la financiación de los partidos: esta depende del número de votos percibido por cada formación.

Los Republicanos (LR), el partido de la derecha tradicional, junto al centroderecha de UDI quedaron segundos con un 21,56% y previsiblemente se convertirán en el primer partido de la oposición. El Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, que llegó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 7 de mayo, queda como tercera fuerza en la primera vuelta, con un 13,44%, pero lo tendrá difícil para alcanzar los 15 diputados necesarios para formar un grupo parlamentario. El FN atribuyó el mal resultado a la alta abstención y la desmovilización de su electorado.

La Francia Insumisa del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, obtuvo un 10,96 %. El Partido Socialista (PS), mayoritario hasta ahora en la Asamblea Nacional, y sus aliados se quedon con un 9,47%.

Las proyecciones indican que LRM y el pequeño partido centrista MoDem lograrán la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional el próximo domingo, un escenario que hasta hace unas semanas parecía improbable. Algunas hablan incluso de más de 400 diputados para esta formación. Este resultado otorgaría al presidente una mayoría muy cómoda para poner en marcha las reformas y económicas con las que quiere liberalizar Francia y sacarla de años de estancamiento. El peligro es un parlamento dócil, que no actúe como contrapoder ante un ejecutivo reforzado, y la posibilidad de que la oposición acabe expresándose en la calle.

La abstención es un aviso para el presidente. Pese a lo abultado de su victoria en las urnas, la adhesión a su figura no es masiva en Francia, y se confunde con el desinterés y la fatiga electoral.

Sea cual sea el resultado el próximo domingo, la nueva Asamblea Nacional será más joven y más inexperta 

Al celebrarse las elecciones a dos vueltas, y en 577 circunscripciones, nada estará decidido hasta la segunda vuelta. Se clasifican automáticamente los dos candidatos más votados, así como los candidatos que hayan superado el 12,5% de votos del total de inscritos en el censo. Tras una campaña de tono bajo, comienza otra: una operación de seducción, de unión entre votantes de sensibilidades distintas. La ventaja de los candidatos de la LRM en la segunda vuelta es que, desde su posición ideológicamente central, pueden recoger votos tanto de la izquierda como la derecha. Si el rival es de derechas, pueden aspirar a sumar a los votantes de izquierda, y viceversa.

Desde que en 2002, tras abreviar el mandato presidencial de siete a cinco años, las elecciones presidenciales y legislativas empezaron a celebrarse en un mismo año, los resultados han coincidido. El vencedor en las elecciones presidenciales ha visto ratificada su victoria con una mayoría en las legislativas. Todo indica que esto ocurrirá de nuevo con Macron y su partido.

El resultado de la primera vuelta de las legislativas se explica por el efecto presidencial y la desmovilización de los oponentes. En el caso de Macron, se ve amplificado por unos primeros pasos muy medidos. En el extranjero, el nuevo presidente se ha presentado como una alternativa racional y europea al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y como alguien capaz de hablar de tú a tú al presidente ruso Vladímir Putin. Ha devuelto, aunque sea por unas semanas, un lugar central a Francia en el tablero. En el interior, Macron ha incorporado a figuras de la derecha a su Gobierno, y ha realzado el perfil institucional de la presidencia, con gestos solemnes y una distancia calculada para devolverle el aura monárquico: “gaullo-mitterandiano”, dice él, en alusión a los presidentes más monárquicos, De Gaulle y Mitterrand.

Existen pocos precedentes de un partido nuevo —LRM se fundó como un movimiento en abril de 2016— que pase de tener cero diputados a controlar a Asamblea Nacional. Habría que remontarse, para ver una situación comparable, a la victoria de la mayoría presidencial del general De Gaulle en las primeras elecciones legislativas de la V República, en 1958. O a la llamada cámara azul horizonte de 1919, al final de la Gran Guerra, cuando entraron 369 diputados nuevos, la mayoría del Bloque Nacional. Se llamaba cámara azul horizonte por el color del uniforme de los excombatientes franceses que nutrían las filas de este grupo.

La inexperiencia de los nuevos diputados marcará la legislatura. Un tercio de los diputados salientes no volvía a presentarse. La mitad de los candidatos de LRM no había ocupado cargos electos. Sea cual sea el resultado el próximo domingo, la nueva Asamblea Nacional será más joven, más inexperta, más próxima a la sociedad civil también, y sin ataduras a los aparatos partidos que han estructurado Francia en las últimas décadas. Su única atadura es a LRM, partido creado a la medida de un hombre, el presidente Macron.

Macron se beneficia de una corriente de fondo en la sociedad francesa que nadie supo detectar y usar mejor que él. Los franceses querían un cambio en la clase política pero no un cambio radical de políticas. El nuevo presidente, un exbanquero y exministro de 39 años, ganó situándose en el centro, más allá de la izquierda y la derecha, con un mensaje europeísta y con acentos liberales. Intuyó que el PS y LR eran fachadas imponentes pero ruinosas por dentro. La primera etapa para desmontarlas era la victoria en las presidenciales. La segunda, sin la cual la primera se vaciaría de significado, exigía dinamitar el izquierda/derecha que articula la vida parlamentaria desde la Revolución Francesa. Hoy está un paso más cerca del objetivo.

El PS agrava su crisis con el peor resultado de su historia

La caída del Partido socialista francés —el partido de los presidente François Mitterrand y François Hollande— parece no tener fondo. Tras el fracaso en las elecciones presidenciales de abril, el resultado en la primera vuelta de las elecciones legislativas de ayer le deja en quinta posición, con cerca del 10% de votos y la posibilidad de acabar siendo una fuerza marginal en la Asamblea Nacional. Es el peor resultado desde la fundación del PS, en 1969. Figuras como el primer secretario, Jean-Christophe Cambadélis, y el candidato a las últimas presidenciales, Benoît Hamon, han quedado eliminados en la primera vuelta. Las proyecciones para la segunda vuelta le otorgan entre 20 y 35 diputados. Ahora el grupo del PS tiene 284. El precedente más cercano del derrumbe son las legislativas de 1993. Entonces obtuvo 57 diputados. Cuatro años después ganó la mayoría y eligió al primer ministro, Lionel Jospin.



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