Internacional - Política

Jeff Sessions afirma que su colusión con Rusia "es una mentira detestable" 

2017-06-14

Sessions arrancó con una declaración mucho más seria que los tuits de Donald...

PABLO PARDO / El Mundo

Sessions mantiene su inocencia y se inhibe de la investigación sobre los vínculos de Trump con Moscú

Empezó siendo la respuesta más coherente y estructurada del Gobierno de Donald Trump a las acusaciones lanzadas contra él por el ex director del FBI, James Comey. Pero, a medida que el interrogatorio progresó, cayó en la pauta habitual del equipo de Trump al discutir los particulares del escándalo: la invocación a la falta de memoria, el rechazo a contestar a las preguntas, y la decisión de mantener la privacidad de las conversaciones con el presidente.

Ésa fue la norma de las dos horas de comparecencia del máximo responsable del Departamento de Justicia de EU, Jeff Sessions, ante el Comité de Inteligencia del Senado, con motivo del cese de Comey y de la presunta interferencia de Rusia en la campaña electoral de EU en 2016. Una interferencia que ayer ya fue admitida como un hecho por los propios senadores republicanos.

Sessions arrancó con una declaración mucho más seria que los tuits de Donald Trump y su hijo Eric: "La sugerencia de que yo participé en la colusión, o que conocía de alguna manera una conspiración, para dañar a este país, al que llevo sirviendo de manera honorable desde hace 35 años, es una mentira sobrecogedora y detestable".

El marco, así pues, estaba fijado. Porque la clave de la sesión era cuántas veces se había reunido Sessions con el embajador ruso, Sergey Kislyak, que está en el centro de todas las acusaciones de injerencia contra Moscú, durante la campaña electoral de 2016. Durante las audiencias para su confirmación como fiscal general del Estado - cargo que, pese a su nombre, equivale al de secretario de Justicia - Sessions había ocultado que se había reunido dos veces con Kislyak en campaña. Solo lo admitió cuando el diario 'The Washington Post' desveló ambas reuniones.

Pero ahora hay una tercera reunión, en el hotel Mayflower, uno de los más famosos de Washington, que ha sido filtrada a la prensa por los servicios de espionaje.

Ahí, la línea de defensa de Sessions empezó a flojear. No fue una "reunión", sino un "encuentro", dijo. O sea, algo casual. A continuación, contestó a cinco preguntas con las mismas palabras: "No me acuerdo". A la sexta, cambió: "No lo sé". También recurrió a la potestad del presidente de mantener secretas sus conversaciones para no contestar a ciertas preguntas. No es que Trump haya ejercido ese derecho con Sessions, sino que éste no quiere decir de lo que habla con el presidente de modo que limite el derecho de éste a prohibirle hablar de eso en el futuro. Interrogado acerca de si hay algún documento oficial donde se establezca tan extrema teoría del derecho del jefe del Estado y del Gobierno a la privacidad de sus interacciones, replicó, de nuevo: "No lo sé". Sessions dijo que tampoco recordaba de qué había hablado con Kislyak en el Mayflower.

Igualmente bloqueadora fue su actitud con respecto al cese de Comey. Sessions dijo que él estaba insatisfecho con la gestión del ex director del FBI y que había recomendado su cese, pero también admitió que nunca le había transmitido su malestar al propio Comey.

Así, el fiscal general frenó la oleada de acusaciones contra Trump. Sessions también declaró que se ha autorrecusado de la investigación del Departamento de Justicia sobre la llamada trama rusa en las elecciones de 2016 no por sus reuniones con Kislyak, como se pensaba hasta ahora, sino debido a un tecnicismo legal.

Finalmente, Sessions dijo tener confianza total en el fiscal especial para la investigación del Rusiagate, el ex director del FBI, Robert Mueller. Era una afirmación con especial valor político ayer porque, a lo largo de toda la mañana, Washington había sido un hervidero de rumores acerca de la posible destitución de Mueller por parte de Trump. Los líderes republicanos reaccionaron con espanto ante la posibilidad de que Trump destituyera a Mueller, puesto que significaría que el presidente prácticamente reconoce su culpabilidad. El propio presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, rogó a Trump que no lo hiciera



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