Internacional - Seguridad y Justicia

Hay demasiada ira política en Estados Unidos

2017-06-14

Amanda Mars, El País

Pasaban unos minutos de las siete de la mañana y se empezaron a oír los disparos. A Raimon Johnson le agarró el tiroteo cuando enfilaba la calle Monroe para empezar su turno en la cafetería en la que trabaja desde hace unos años; a Viola Miller, una vecina de la zona, cuando rezaba en su casa, como cada mañana, por su familia y por América; y al padre John Roddy, de la iglesia Santa Margarita de Escocia, ahora acordonada por la policía, cuando se disponía empezar la jornada: este martes había misa especial, también rezo de la Biblia en grupo.

El barrio de Alexandria (estado Virginia) sacudido este martes por el tiroteo contra unos congresistas que jugaban al béisbol es una tranquila sucesión de casas de jardines cuidados y porches de madera blanca, que cumple los preceptos de una postal de aquel amanecer estadounidense de los anuncios optimistas de Reagan ("Amanece en en América", decía), con canastas de baloncesto junto al garaje y señores que arreglan su jardín desde temprano. Pero justo después después del ataque, sin un móvil confirmado, los vecinos que se dejaban vez por sus terrazas decían muy claro que todo se debía al venenoso ambiente político. La convicción en sí revela que algo en esa postal del amanecer americano no marcha bien.

"Oí muchos disparos, muchos, aquí hay algún incidentes de vez en cuando, pero estos eran muchos disparos, pam, pam, pam, pam, pam... Quisé ir al Walgreens, pero aún no estaba abierto, y me metí en un Deli, bajaron las persiana y esperamos. Oía gritos y enseguida coches, daba miedo, sí da miedo," contaba Johnson, ya al otro lado del cordón, cuando se marchaba de la zona.

Para entonces, el sospechoso ya había sido arrestado. Un rato después se sabría que era un tipo de 66 años llamado James T. Hodgkinson del Estado de Illinois, muerto tras ser abatido. Los guardaespaldas se habían lanzado a proteger a los congresistas en medio de la confusión. En el barrio se especulaba si los políticos atacados eran realmente el objetivo esta mañana en Alexandría, una ciudad a tan solo 20 minutos de Washington en coche.

"América ha perdido el sentido de lo que está bien y lo que está mal, ese es el problema, hay un clima muy malo, los demócratas tienen que superar el resultado de las elecciones. Yo no voté a Barack Obama, ganó y tiré adelante, es lo que hay que hacer", explicaba el dueño de una preciosa casa junto al cordón policial, que prefiere no revelar su nombre. Estaba trabajando en su patio cuando comenzó la balacera. "Empezó algún disparo, luego diría que fueron 30 o 50, procesé que era algo grave", dijo, aunque asegura que no sintió pánico alguno. "Tengo 62 años, este no es el primer tiroteo de mi vida", recalca.

Como ocurre cada vez que se produce una balacera, hoy en Estados Unidos se hablará de nuevo sobre limitar la posesión armas, un derecho muy identificado con la libertad individual de los americanos, su potestad para la autodefensa. “Esto no es culpa de las armas, si ese hombre quería matar a un político, si no tiene un fusil agarrará un bate de béisbol, lo que pasa es que hay demasiada ira política, muy alentada por la izquierda”, criticaba el padre John. Para Viola Miller, una jubilada de 71 años, “mucha de la gente que comete esas barbaridades no son propietarios de armas, sino que las ha robado o las tiene de forma ilegal, el problema es otro”, recalcaba.

"Mucha de la gente que comete esas barbaridades no son propietarios de armas, son gente ha robado las armas o que las tiene de forma ilegal. Ser propietario legal de un arma no te hace violento, el problema es otro", recalcaba Viola Miller, una jubilada de 71 años que vive junto a la casa parroquial.

Hubo cinco heridos este martes en Alexandría, uno de ellos, un líder del grupo republicano en la Cámara de Representantes, Steve Scalise. La calle se llenó de policía y prensa. Los vecinos, escasos, empezaron a meterse de nuevo en sus casas. Lo que ocurre, decía Viola Miller, "es que hay mucho enfado con los políticos, yo rezo por América y por ellos cada día", dijo antes de marcharse.



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