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Por qué Vladimir Putin tenía miedo cuando Yeltsin le ofreció el timón

2017-06-15

La primera de las charlas empieza una noche de julio 2015, poco antes de medianoche: Putin recibe...

XAVIER COLÁS / El Mundo

El presidente ruso se sincera sobre su vida y la "amenaza" de EU en una larga entrevista por entregas con Oliver Stone

Vladimir Putin no quiso ser el elegido de Boris Yeltsin para llevar el timón de Rusia, pues temía por la vida de su familia si era destituido. Sigue pensando que el fin de la URSS fue una tragedia, sobre todo porque muchos rusos quedaron varados fuera de su país de la noche a la mañana. Y no le preocupa tanto la OTAN actual sino la manera en la que se toman las decisiones, que está y estará definida por Estados Unidos. Éstas son las 'perlas' de horas de 'confesionario' entre el presidente ruso y el director de cine norteamericano Oliver Stone. Forma parte de un documental que se ha emitido en cuatro episodios en la cadena Showtime.

La primera de las charlas empieza una noche de julio 2015, poco antes de medianoche: Putin recibe en el Kremlin al cineasta, que proviene del país que con más fuerza trata de aislarle internacionalmente en ese momento. La última entrevista es en febrero 2017, con Donald Trump ya en la Casa Blanca y señalado por sus conexiones con Rusia. Putin entrecierra los ojos incontables veces durante la entrevista, sonriendo como si los bandazos del mundo los tuviese dibujados de antemano en sus notas: "Es curioso. Los presidentes de su país cambian, pero su política no", le espeta el líder ruso.

Stone pone sobre la mesa el caos del fin de la URSS tras las reformas de Gorbachov: "Hoy puedo decir que no entendían qué cambios hacían falta ni como hacerlos. Empujaron el sistema hacia el colapso", dice Putin del último líder soviético.

Habla del sistema anterior como algo ineficiente pero al mismo tiempo valioso. "Con frecuencia oigo críticas hacia mí porque lamento la caída de la URSS: 25 millones de rusos se encontraron fuera de sus fronteras de la noche a la mañana, tenían trabajo, casa..." recuerda Putin, con el rostro tan apesadumbrado como el de muchos rusos cuando recuerdan aquellas penurias. Desde su atalaya de gobernante que escaló desde dentro del sistema, advierte de que durante esos años "había signos de una guerra civil".

Putin es más suave con Yeltsin -pese a su agresión al parlamento y sus borracheras- y trata de no juzgarlo: "Tenía sus problemas como cualquiera de nosotros". Con humildad, narra su ascenso fulgurante a la sombra de ese 'patriarca'. En 1996 llegó a Moscú procedente de San Petersburgo y "no tenía contactos". En 2000 era presidente.

En buena medida todo ocurrió a pesar del propio Putin. "No sé por qué Yeltsin me nombro. La primera vez lo rechacé. Me llamó a su despacho y me dijo que me nombraría primer ministro y que quería que me presentase a presidente. Pero no sabía que planes tenía para mí, cuanto tiempo iba a estar en el puesto, porque en cualquier tiempo podría decirme que estaba despedido".

Sentado ante Yeltsin, su primera reacción fue el miedo. O por lo menos preocupación. "Pensé en dónde escondería a mis hijos después, al quedarme sin protección, sin escolta. Concluí que era mi destino y que iría hasta el final. Pero no tenía ninguna garantía de que sería presidente". Así tomó el despacho de primer ministro. Y pocos meses después, y por sorpresa, la jefatura del Estado.

La frase más repetida por Putin en la entrevista es "eso no fue exactamente así". De este modo corrige a Stone cuando el director le dice que fue él quién cesó las privatizaciones: "Hice lo posible para que el Estado no fuese vendido por nada".

Stone cree que los oligarcas lo subestimaron, y que de ahí nacieron después los desencuentros. Putin defiende que casi todos le acabaron aceptando, salvo un grupo muy definido. "No estaban contentos los que habían logrado sus millones no a través del talento sino por su habilidad para forzar buena relaciones con el gobierno".

Además de Chechenia, Putin sitúa a Afganistán como una de sus preocupaciones en aquellos primeros años. Es uno de los pocos casos en los que Moscú no se ha opuesto frontalmente a una campaña de EU en el exterior. "Les permitimos usar nuestras bases para llevar armamento", tras el 11-S, recuerda Putin, que señala que el problema de los talibanes es fruto de la impericia cortoplacista de Washington: "Esto no es resultado de nuestras actividades sino de lo hecho por los americanos. Ellos apoyaron diversas formas de radicalismo para luchar contra los soviéticos, y esos radicales se descontrolaron, como siempre pasa, deberían haberse dado cuenta", dice aludiendo a la estrategia de armar a los afganos que luchaban contra la URSS en los 80.

Pero Putin va más allá y cree que Washington no se conformaba con una derrota militar de Moscú. El plan era lograr un cambio de régimen en la URSS, "y esas ideas no han muerto". Mientras Rusia era golpeada por los atentados, "la inteligencia de EU apoyó a los terroristas mientras nos daban palabras de apoyo". Putin incluso le remitió las pruebas a Bush, incluyendo el nombre de agentes norteamericanos trabajando en el Cáucaso. Finalmente, la CIA le contestó que iban a seguir apoyando a los que les combaten, "terroristas a los que se pintaba como meros opositores", puntualiza el líder ruso.

La OTAN, vasallo de Estados Unidos

En la entrevista Putin da varias claves que explican su actitud ante cualquier movimiento militar de Occidente aunque en principio no esté dirigido contra Rusia. "Hoy en día la OTAN es un mero instrumento de la política exterior de EU. No hay aliados, hay vasallos. Una vez que un país entra en la OTAN se vuelve muy complicado para él resistir las presiones de Estados Unidos. Y en cualquier momento un sistema de armamento puede ser colocado en este país. Sistemas anti misiles, nuevas bases y, si es necesario, nuevas armas de ataque. ¿Y qué se supone que tenemos que hacer nosotros?", se pregunta el presidente.

La solución está clara: "Tenemos que tomar medidas: apuntar con nuestros sistemas de misiles a las instalaciones que nos están apuntando. Y así la situación se vuelve más tensa. ¿Por qué estamos respondiendo así a la expansión de la OTAN? Entendemos la entidad -o la falta de entidad- de la amenaza de esta organización. Pero lo que nos preocupa es cómo se toman las decisiones en la práctica".

En el capítulo de las anécdotas, Putin cuenta incluso cómo le dijo al presidente Bill Clinton que no descartaba entrar en la OTAN y él respondió "¿por qué no?". Eso sí, la gente de su equipo que estaba en la sala "se puso muy nerviosa".

A Stone le gustan los presidentes. Kennedy y Nixon han sido objeto de estudio en sus películas. También Bush. Castro y Chávez. Putin, máximo exponente de la contestación al imperialismo de EU, tenía que ser el siguiente. Stone juega a ser una especie de David Frost, que pasó a la historia por su íntimo duelo de esgrima con Nixon en 1977. Pero el tono es, salvo excepciones, bastante más complaciente.

Muchas veces Putin es el que aporta la dosis de crítica. "La URSS, tras la Segunda Guerra Mundial, se comportó de manera primitiva, dando una excusa a EU para crear la OTAN y lanzar una Guerra Fría", reflexiona el presidente, que no obstante cree que es Washington ahora el que ha dado malos pasos: "Al caer la URSS quedó la impresión de que EU podía hacer cualquier cosa con total impunidad, y eso es una trampa siempre, porque en esa situación no se analizan las consecuencias, un error se encadena con otro, y en esa trampa ha acabado metido EU".

Al margen del contenido, es un éxito indiscutible de Stone haber tenido acceso al presidente ruso como pocos comunicadores lo han logrado, sobre todo si no son rusos. La familiaridad es tal que se producen bromas, malentendidos y hasta escenas entrañables. Putin incluso hace de chofer de Stone en una de las cuatro partes del documental, justo cuando es "interrogado" por Stone sobre Snowden:

-Snowden no es un traidor. No le dio información a otro país. Lo que hizo lo hizo públicamente.

-¿Está usted de acuerdo con lo que hizo, presidente?

-No. Si no estaba de acuerdo con lo que hacía la NSA tendría que haber dimitido y punto.

El gran tema de las últimas charlas es EU. Ahí, lamenta Putin, "se ha convertido en costumbre especular sobre el asunto de Rusia. Después nos dicen que no hagamos caso, que es retórica de campaña, pero sacrificar las relaciones externas por política electoral me parece un error". Respecto al futuro con Trump, cree que hay esperanza para colaborar.

Para los interesados en el mito putiniano, Stone pone sobre la mesa los supuestos seis intentos de asesinato que ha tenido el líder ruso. Putin le quita importancia al asunto recurriendo a un refrán ruso: "Aquel que está destinado a ser ahorcado no se ahogará en el agua".



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