Internacional - Política

La estrategia anti-Trump demócrata se estrella en Georgia 

2017-06-21

Las elecciones al sexto distrito de la Cámara de Representantes de EU ya habían...

PABLO PARDO / El Mundo

El Partido Demócrata había presentado los comicios como un referéndum sobre Donald Trump. Un referéndum que han perdido

Estas elecciones son el tercer fracaso consecutivo de los demócratas

Las elecciones al sexto distrito de la Cámara de Representantes de EU ya habían pasado a la historia antes de que se cerraran los colegios. Habían batido el récord de gasto en una campaña. Nada menos que 51 millones de dólares (48 millones de euros) habían sido invertidos por los dos candidatos y los grupos que les apoyaban. O sea, 200 dólares (188 euros) por votante.

Pero eso era lo de menos. Lo importante era que el Partido Demócrata, en la oposición, había presentado los comicios como un referéndum sobre Trump. Un referéndum que han perdido.

La veterana republicana conservadora Karen Handel ha derrotado limpiamente - aunque por menos de lo habitual en el conservador Sur de EU - al demócrata de centro Jon Ossof, de apenas 30 años, que iba a capitalizar, decían sus defensores, el rechazo de los electores a los políticos tradicionales que llevó a la casa Blanca a Donald Trump. Precisamente, estas elecciones eran una consecuencia de la victoria de Trump. El presidente ha nombrado a Tom Price, que era el representante que ocupaba el escaño del sexto distrito, secretario de Salud. Por tanto, era necesaria una elección especial para cubrir la vacante.

De ahí vinieron los 51 millones de dólares gastados. Y de ahí ha venido una clara victoria de Handel, famosa por sus posiciones cercanas al Tea Party y su oposición al aborto. Con el 83% de los votos escrutados, y Handel 5 puntos por delante de Ossof, la agencia de noticias Associated Press, que ejerce una función de árbitro informal en los comicios estadounidenses, dio vencedora a la primera. Poco después, Handel declaraba victoria, mientras sus seguidores interrumpían su discurso con gritos de "¡Trump!, ¡Trump!, ¡Trump!". Poco antes, Ossof, simplemente, había declarado que "la esperanza sigue viva". Con los resultados finales, Handel lograba el 52,7%, frente al 47,3% de Ossof.

El sexto distrito de Georgia es solo un escaño de los 535 que tienen las dos cámaras del Congreso estadounidense. Pero su importancia simbólica es inmensa. Ése es el segundo elemento que hace que estas elecciones hayan tenido un toque histórico. El distrito, que comprende parte del extrarradio de clase media y media-alta de Atlanta (lo que en EU se llaman "suburbios", aunque significa exactamente lo contrario que en España) está en manos de los republicanos desde 1979. Price ha ganado por márgenes que oscilan entre el 25% y el 100%, porque algunos años no se ha presentado nadie contra él.

Pero en las elecciones presidenciales Hillary Clinton solo perdió el distrito por un ridículo 1,5% de los votos. Eso abría la puerta a una pregunta: ¿estaban los habitantes de clase media-alta de esta zona de Atlanta espantados con Trump?

Ésa fue la apuesta del Partido Demócrata, cuyo candidato se presentó como un centrista, una persona normal, joven, sin experiencia política, de izquierdas en cuestiones sociales y de centro en materia económica. Un nuevo Obama, con una imagen neutra y un gran énfasis en la movilización de los votantes. Fueron seis meses de campaña sin tregua. La resistencia empezaba en Georgia. Eso pensaban los demócratas.

El primer signo propicio para el Partido Republicano vino en la primera vuelta de los comicios, el 18 de abril. En esas elecciones se vota a los candidatos, y Ossof se quedó en el 48,1% de los votos. Si hubiera pasado del 50%, habría ganado la elección. Encima, él era el único demócrata en liza con posibilidades. El resto de los candidatos de su partido apenas consiguió el 0,71% de los votos. Pero, si se sumaban todos los votos republicanos, el partido de Trump ganaba. Por los pelos, pero ganaba.

El 18 de abril Handel apenas sacó el 19,77% de los votos. Aun así, fue la republicana mejor situada. Y, por tanto, la que pasó a la segunda vuelta.

Lo que vino después fue una campaña dura y sucia. Ossof quiso presentarse como un nuevo Obama y aprovechar el complejo de culpa de los demócratas que se quedaron en casa en noviembre y allanaron el camino a Trump para ganar en la segunda vuelta. Handel usó otra estrategia: el ataque personal. En áreas como, por ejemplo, la contrarreforma sanitaria que los republicanos están preparando y que va a dejar sin asistencia médica a más de 20 millones de personas, Handel ni siquiera dio su parecer.

El resultado ha sido una victoria. Mucho más ajustada de lo habitual, cierto. Pero, si existe una definición de victoria moral, es ésta. El sexto distrito de Georgia ha demostrado que Donald Trump sigue siendo muy popular entre su base. Estas elecciones, además, son el tercer fracaso consecutivo de los demócratas. El 25 de mayo, ese partido ya tuvo un anticipo de lo que le ha pasado en Georgia en Montana. Allí, en una elección especial para reemplazar a Ryan Zinke, que había sido nombrado secretario del Interior por Trump, el republicano Greg Gianforte ganó al demócrata Rob Quist (otra presunta cara nueva, hasta el punto de que su profesión más conocida es cantante de música country) por 6 puntos. De nuevo, eso es menos de los 15 puntos de diferencia que sacaba Zinke. Pero, aun así, es una victoria. Más aún si se tiene en cuenta que el día antes de las elecciones, en un ejemplo de espíritu democrático, Gianforte pegó al periodista del diario británico 'The Guardian', Ben Jacobs.

Para espíritu democrático y educación exquisita, el de la sesora de de Donald Trump, Kellyanne Conway. En una muestra de la exquisita educación adquirida en la Universidad privada católica Trinity College, de Washington - que en la época en la que ella asistió no admitía alumnos varones - Conway tuiteó ayer: Laughing my #Ossof. O sea, un juego de palabras entre el nombre del candidato demócrata derrotado y una expresión estadounidense que vendría a significar: "Partiéndome el culo de risa". Ante todo, clase y unidad.

Así pues, los republicanos apenas parecen haber perdido popularidad -y, desde luego, no la suficiente como para que los demócratas puedan soñar ni con acercarse al poder algún día, pese a los escándalos de Trump, propios de la serie 'House of Cards', cuya versión estadounidense protagoniza Kevin Spacey. Precisamente, el distrito que representa en la serie el primero representante, después senador y, finalmente, presidente Frank Underwood celebró también elecciones al Congreso. Por supuesto, ganó un republicano. Por menos de lo habitual. Pero, al final, ganó. Que es lo que importa.



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