Tras Bambalinas

La paz arde en Sudán del Sur

2017-06-30

Todo eso ocurre cuando también se agitan consignas que potencian las diferencias entre las...

Por Julio Morejón / PL

El desarrollo de los acontecimientos está demostrando poco a poco la certeza de un presagio: Sudán del Sur será otro Estado fallido, un concepto hasta ahora relacionado directamente con Somalia.

Porque el caso sursudanés es lo que algunos consideran desandar el camino de la construcción del Estado en medio de una cruenta lucha por el poder, la cual impide imponer claramente la gobernabilidad requerida para estabilizar al país, mientras que la gobernanza escapa.

Todo eso ocurre cuando también se agitan consignas que potencian las diferencias entre las comunidades y sobre esas bases se ejecuta el mando y se hace política de bando, pero lo trascendental es que sea cual sea el grupo hegemónico todo se contamina con la discriminación y se desmoronan los pilares, si existen, del Estado-Nación.

Una reunión cumbre de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), que sesionó a mediados de junio, constituyó un esfuerzo más del bloque de países de África oriental para frenar el declive total sursudanés, en pleno proceso de desmontaje de su integridad geográfica y demográfica.

El actual proceso de Sudán del Sur es una crisis por aspectos no resueltos tras el acuerdo de paz de 2005 entre el gobierno de Jartum y del Movimiento Popular de Liberación de Sudán (SPLM), y que se ahondó a partir de 2011 con la independencia y la distribución del poder entre los participantes en la guerrilla.

Esa contienda se agudiza con el fenómeno de politización étnica, pues el proselitismo ideológico se hace sobre criterios de supremacía de una comunidad sobre otra o de menosprecio de un grupo sobre otro, después viene la 'satanización' para justificar desmanes y actos violatorios.

Es un cuadro en el cual se acusa a los actores de ejecutar limpiezas étnicas o de incitarlas, algo de suma gravedad en África donde persiste el recuerdo del genocidio ruandés de 1994, en el cual durante 100 días se asesinó a entre 800 mil y un millón de personas de conductas políticas moderadas, mayormente de la comunidad tutsi.

Uhuru Kenyata, presidente de Kenya -país integrante de la IGAD-, manifestó en su momento la preocupación de que ocurriera otro etnocidio en Sudán del Sur y planteó firmemente que los Estados de la Autoridad detendrían tal amenaza... Sin embargo, el peligro subsiste en el actual evento bélico que ya causó decenas de miles de muertos.

Si bien es importante el papel de la IGAD, tanto como mediador como factor de disociación, ese ente subregional -integrado por Etiopía, Sudán, Somalia, Kenya, Eritrea, Uganda y Sudán de Sur- le concede prioridad a un arreglo interno del conflicto sursudanés.

Pero se destaca que a la cita convocada por el bloque para intentar dar una posibilidad más de solución política al dilema no asistieron dos cartas principales: el presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir y su rival, el exvicepresidente y jefe de la oposición armada Riek Machar.

LA CUMBRE

El 12 de junio sesionó en la capital etíope, Addis Abeba, una reunión al máximo nivel de la IGAD; el grueso de las discusiones se centraron en los temas de seguridad y las condiciones humanitarias que enfrenta Sudán del Sur, así como los obstáculos para la aplicación del acuerdo de paz firmado en 2015 y que registra poco avance.

En su invitación al evento, el primer ministro anfitrión, Hailemarian Desalegn, expuso que: 'La escalada de la violencia y las crecientes hostilidades están dejando sus sombras en el diálogo nacional y en el Acuerdo sobre la Resolución del Conflicto en la República del Sudán Meridional', difundió el sitio digital Sudan Tribune.

El objetivo principal del encuentro fue ayudar a enfrentar y resolver el devastador conflicto en Sudán del Sur, el cual se desató en diciembre de 2013, cuando el presidente Kiir acusó a su exvicepresidente Machar de intentar derrocarlo mediante un golpe de Estado.

Algunos analistas no consideran viable rescatar el acuerdo de paz firmado en Addis Abeba en agosto de 2015, pues este fracasó tras la reanudación de los combates en Juba, la capital, en julio de 2016 y que desde entonces sus acciones se extendieron por ejemplo a las regiones de Equatoria y Bahr El Ghazal.

Opinan que sería más favorable comenzar un nuevo proceso con otras bases, con las cuales se trabajaría con mayor confianza, y sería un buen fundamento para avanzar en el diálogo nacional propuesto por Salva Kiir, proceso que desde su exilio el líder Machar califica de falso.

Por cierto, Riek Machar permanece en Sudáfrica y no da señales de asumir una actitud conciliadora.

'El jefe insurgente alegó falta de tiempo para gestionar su viaje desde Sudáfrica, donde permanece tras recibir atención médica, a fin de asistir al encuentro sobre una presunta reconciliación entre tres facciones del insurgente Ejército/Movimiento de Liberación del Pueblo del Sudán en la Oposición (SPLA-IO)' en Uganda, citó la prensa.

Lo anterior fortalece el criterio de que lo más plausible es -para resolver el dilema y con la anuencia de la IGAD- iniciar un proceso que tome por un camino diferente para que logre detener la guerra (decenas de miles de muertos y 1,8 millones de desplazados), y aleje los temores del etnocidio y de la catástrofe humanitaria.

SIN VOLUNTAD

No obstante, cualquier esquema de negociación que se aplique deberá dar prioridad a los componentes volitivos, toda vez que esos aspectos subjetivos podrían engrasar los engranajes del entendimiento y de un factor con mucho peso en África, el consenso, para llegar en alguna medida a la reconciliación de cara al tema del poder.

De hecho, los tópicos a debatir integran una complicada madeja que tiene su impacto en todas las esferas de la vida del Estado, como son los asuntos económicos y sociales, la mayor parte propia del subdesarrollo y estancados en un callejón sin salida como se percibe.

Pero al parecer ese deseo humano de no precipitarse hacia el Estado fallido está descontado, pues en el diálogo nacional que favorecería la concertación Kiir está dispuesto a conversar con todos menos con Machar, quien por su parte considera espurio el contacto con la dirección del Gobierno.

De todas formas actualmente se hacen gestiones para tratar de allanar un entendimiento, un camino difícil, pero encontrar esa posibilidad podría ser una alternativa que logre salvar al desvencijado país, aunque por ahora ese sueño de paz continúa ardiendo en la hoguera de su historia.



yoselin
Utilidades Para Usted de El Periódico de México