Entre la Espada y la Pared

El año negro de Theresa May en el poder 

2017-07-12

"Es ya una verdad reconocida universalmente entre los conservadores que la primera ministra...

CARLOS FRESNEDA / El Mundo

Un año después de ser proclamada como líder conservadora bajo la proclama "Brexit significa Brexit", Theresa May se ha visto obligada a la lanzar un SOS a la oposición laborista para salvar su propia piel, entre crecientes señales de debilidad y el ruido incesante de sables en el Partido Conservador. Considerada en su día como la nueva 'Dama de Hierro', muchos analistas consideran que May podría acabar precisamente "ajusticiada" por los 'tories' como Margaret Thatcher y en tiempo récord.

"Es ya una verdad reconocida universalmente entre los conservadores que la primera ministra debe dimitir, la única cuestión es cuándo", podía leerse en el editorial que le tributaba en el 'Evening Standard' el ex secretario del Tesoro George Osborne, que apuesta como posible sucesor por el actual ministro del 'Brexit', David Davis.

El ex portavoz parlamentario de los 'tories' Andrew Mitchell, próximo a Davis, acaba de causar un revuelo al reconocer que la primera ministra "es una muerta en el agua" que ha perdido su autoridad y al reclamar la necesidad de un nuevo líder, entre las noticias aireadas por la prensa conservadora sobre una nueva revuelta interna reclamando a May que dimita "por el bien del partido".

El ex presidente de los 'tories' Grant Shapps fustigaba entre tanto a May y a todo su equipo por la "actitud disfuncional, arrogante y corrosiva" demostrada durante el último año en Downing Street y materializada con la pérdida de la mayoría absoluta en las elecciones del 8 de junio. En una dura advertencia en las páginas de 'The Sun on Sunday', Shapps advertía a la 'premier' que tendrá que "cambiar completamente de modelo" si aspira a permanecer en el poder.

May pareció seguir aparentemente el consejo de éste último a la hora de intentar relanzar su mandato, aprovechando la presentación del 'informe Taylor' sobre los efectos de la economía digital en los derechos de los trabajadores. La discreta y apresurada intervención de la primera ministra, sin levantar prácticamente la vista de los papeles, sirvió para reactivar las acusaciones por su comportamiento "robótico" y la incapacidad para improvisar o empatizar con la audiencia (haciendo honor al sobrenombre de 'Maybot', que se ganó a pulso durante la campaña electoral).

"Aunque los resultados de las elecciones no son los que hubiera deseado, la determinación sigue siendo la misma", dijo de entrada. "Hace un año, cuando comparecí en Downing Street por primera vez, marqué las características del Gobierno que estaba determinada a liderar, empezando por una clara aceptación de que el voto del referéndum era no sólo un voto para dejar la UE, sino una profunda llamada de cambio en el país".

"La realidad que ahora afronto como primera ministra en bastante diferente", añadió, en referencia directa al 'batacazo' electoral. "En este nuevo contexto será incluso más importante defender nuestras políticas y nuestros valores, e intentar ganar la batalla de las ideas tanto en el Parlamento como en el país. Podemos no estar de acuerdo en todo, pero a través del debate podemos clarificar las ideas y encontrar la mejor manera para avanzar".

El 'rechazo' laborista

El líder de la oposición Jeremy Corbyn, en la cresta de la ola tras la "remontada" electoral, decidió declinar de antemano la oferta de colaboración alegando que la 'premier' se ha quedado sin ideas y comprometiéndose a enviarle el manifiesto laborista para que tome nota. La solución al laberinto político, según Corbyn, no es otra que la convocatoria de nuevas elecciones, consciente de su ventaja de seis puntos sobre los conservadores (45% a 39%).

Corbyn lamentó la previsible ausencia de May en el tradicional sesión de preguntas y respuestas de los miércoles porque la 'premier' estará ocupada con la primera visita de Estado tras la activación del 'Brexit', protagonizada por el rey Felipe y la reina Letizia. May recibirá precisamente para el almuerzo al monarca español el 13 de julio, al año exacto de su llegada a Downing Street (dos días después de haber sido elegida nueva líder conservadora tras la dimisión del David Cameron por la victoria del 'Brexit' en el referéndum).

A estas alturas, tan solo el 28% de los británicos piensa a estas alturas que May está haciendo un "un buen trabajo", frente al 54% que le da un suspenso, según la última encuesta de ICM para 'The Guardian'. En lo que respecta a las negociaciones del Brexit, el 41% de sus compatriotas "desaprueban" su labor, frente al 32% que la respaldan.

Los esfuerzos de May por cambiar su estrategia de liderazgo cayeron en saco roto por su negativa a encontrarse en primera instancia con los afectados por la tragedia de la torre Grenfell que se cobró al menos 79 desaparecidos o presumiblemente muertos. El acuerdo con el Partido Unionista Democrático (DUP) de Irlanda del Norte, percibido por la mayoría de los británicos como una fuerza reaccionaria, ha horadado aún más la crisis de confianza en la líder conservadora, que intentó inútilmente recuperar el lustre perdido durante su discurso de lunes.

"En estos momentos de la historia, podemos ser tímidos o podemos ser audaces", dijo May. "Podemos jugar seguro o podemos renovar nuestro coraje y nuestro vigor, defendiendo nuestras ideas y valores y retando a nuestros oponentes a contribuir, no solo a criticar (...) En todo lo que hagamos, actuaremos con un firme sentido del propósito para construir el país mejor y más justo que todos queremos ver".

En la semana critica de su primer aniversario, y para complicar aún más la situación en el Parlamento, May se ha visto obligada a suspender a la diputada Anne Marie Morris por sus comentarios racistas. Morris, notable euroescéptica, llegó a decir que una falta de acuerdo con Bruselas al cabo de dos años de negociaciones sería "como poner a un negro en una pila de madera" (una expresión racista equivalente a una situación "sospechosa" o "poco de fiar").

Por si faltaban alicientes en el accidentado arranque de la semana, el secretario de Exteriores, Boris Johnson, (que ha perdido su proverbial 'tirón' entre los militantes conservadores en este año vivido peligrosamente) acusó a la Unión Europea de "extorsión" ante la cifra de hasta 100,000 millones de euros barajada por algunas fuentes como la "factura" del Brexit.



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