Internacional - Política

Quien piense que es mi final se llevará un chasco Lula Da Silva

2017-07-13

Entre gritos de 'Brasil, urgente, Lula presidente' el que fuera el líder...

JOAN ROYO / El Mundo

El ex presidente brasileño, Lula da Silva, condenado ayer a nueve años y medio de cárcel, no tira la toalla y persiste en su intención de ser el candidato de la izquierda en las elecciones de 2018: "Si alguien piensa que esto es el fin de Lula se va a llevar un chasco. En política el único que puede decretar mi final es el pueblo brasileño", ha desafiado.

Lula ha sido condenado en primera instancia por un delito de corrupción y blanqueo de dinero, y además de la pena de cárcel estará inhabilitado políticamente 19 años. Podrá recurrir en libertad hasta que haya una condena firme. El ex presidente ya ha avisado que irá hasta donde haga falta y pidió a su formación, el Partido de los Trabajadores (PT) que le proclame "postulante a candidato" hasta que se defina su futuro.

Entre gritos de 'Brasil, urgente, Lula presidente' el que fuera el líder más querido de la historia del país dijo estar listo para ganar la batalla en las urnas: "Si alguien piensa que con esta sentencia me apartaron del juego que sepan que estoy en el juego (...) A mis 71 años estoy dispuesto a luchar con la misma fuerza que cuando tenía 30", ha avisado.

Lula no se mostró sorprendido con la sentencia, sino todo lo contrario: confesó que ya se esperaba una sentencia de este tipo porque en su opinión fue sometido a un juicio político orquestado por jueces, fiscales y grandes medios de comunicación para evitar que vuelva al Palacio del Planalto.

En su opinión, dejarle fuera de juego es la última pieza para completar el "golpe", en referencia al proceso de impeachment que el año pasado apartó a Dilma Rousseff, su ahijada política, y propició la llegada del Gobierno de corte neoliberal de Michel Temer.

"Sin esto el golpe no cuadraba, porque si dos años después el Gobierno de izquierdas se reconstruía y podía ganar de nuevo unas elecciones no tenía sentida derribar a la ex presidenta Dilma", ha razonado.

Lula ha aparecido ante los suyos relajado y de buen humor. Ha bromeado diciendo que ayer no tuvo tiempo para prestar atención a la sentencia porque estaba pendiente del derbi entre el Palmeiras y el Corinthians. También ha agradecido al juez Sérgio Moro sea tan optimista sobre su estado de salud como para dejarle que sea candidato en 2036 (cuando acaba su inhabilitación) y ha dicho que está en buena forma: vitaminas y ejercicio cada día.

Sin plan B

Los dirigentes y simpatizantes de la izquierda que le rodeaban sonreían a sabiendas de que no tienen un plan B. Lo apostaron todo a Lula y ahora asumirán con todas las consecuencias a un candidato "con un problema jurídico", como dijo el ex presidente.

En el partido nadie parece tener dudas. Poco antes de que hablara el líder ahora condenado la presidenta de la formación, Gleisi Hoffmann, avisó de que jamás aceptarán un hipotético resultado de unas elecciones en las que Lula no esté presente. Representantes de los movimientos sociales afines al PT convocaron para el 20 de julio movilizaciones en todo el país en apoyo al ex presidente.

Lula fue condenado este miércoles a nueve años y medio de cárcel por delitos de corrupción y blanqueo de dinero. Según el juez recibió sobornos de la constructora OAS en forma de un apartamento de lujo en Guarujá (São Paulo). Esta empresa es una de las implicadas en la trama de corrupción de Petrobras y el inmueble sería una forma de agradecer a Lula su intercesión a la hora de conseguir contratos de obras con la petrolera semiestatal.

Las consecuencias de que Lula no esté en las elecciones de 2018 son imprevisibles. El líder de la izquierda -que acumula otras cuatro causas abiertas en la Operación Lava Jato-figuraba hasta ahora como el favorito en todas las encuestas. En segundo lugar aparece el líder ultraderechista Jair Bolsonaro, cuya popularidad aumenta de la mano del hartazgo de gran parte de la población con la corrupción de la clase política tradicional.



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