Internacional - Política

Los argumentos de Yarek Kushner no despejan muchas dudas

2017-07-25

Los argumentos de Kushner, así pues, no han despejado muchas dudas. En la primera frase de...

PABLO PARDO / El Mundo


El yerno y asesor 'senior' de Donald Trump, Jared Kushner, ha sido el último -por ahora- en testificar ante el Comité de Inteligencia del Senado de EU sobre su participación en la 'trama rusa'. Fue a puerta cerrada, debido a que, por un parte, la información que se manejó en la sesión es secreta, y, por otra, porque así evita más publicidad negativa.

Eso no evitó que Kushner emitiera un comunicado antes de su intervención, y, después de ella, leyera otro a la prensa, aunque sin admitir preguntas, tratando de eludir cualquier responsabilidad. Una tarea difícil cuando en el propio primer, Jared Kushner admitía que él había sido quien había sugerido en diciembre al embajador ruso, Sergey Kislyak, emplear la embajada de ese país en Washington como "un canal de comunicaciones seguro" en el que Moscú "estuviera cómodo para transmitir información al general Flynn" sobre Rusia. El objetivo era que Flynn negociara un acuerdo con Rusia que permitiera la paz en Siria. Claro que el pequeño problema es que ni Flynn, ni Kushner, ni Trump, estaban autorizados para ello. El único Gobierno de EU en aquel momento era el de Barack Obama. Paradójicamente, quien se negó a emplear la embajada, según Kushner, fue el propio Kislyak.

Los argumentos de Kushner, así pues, no han despejado muchas dudas. En la primera frase de su declaración declara que "he tenido tal vez cuatro encuentros con representantes rusos", y a continuación dice que "yo no llevó a cabo ninguna conspiración, ni sé de nadie que lo hiciera, con ningún Gobierno extranjero". "Sugerir que no ganó porque era mejor es ridiculizar a quienes votaron por él", agregó.

Es un cambio de actitud -uno más- en un equipo cuyo máximo responsable, el presidente, sigue negando que hubiera ningún tipo de colusión con Rusia. Tras su declaración ante el Comité de Inteligencia del Senado, Kusner volvió a repetir, palabra por palabra, la misma frase, e insistió en que él no había pedido dinero a Rusia. Algo de lo que, por otra parte, nadie le ha acusado. Eso sí, el yerno de Kushner insistió en que la de 2016 fue "una campaña [electoral] muy especial".

Todo este mensaje de Kushner refuerza la línea argumental de Donald Trump: esto no es más que una "caza de brujas" política sin ninguna base real. La agresividad verbal del presidente en Twitter, además, ha ido creciendo en los últimos días. Si antes se refería a la ciudad de Washington como un "pantano" (swamp, en inglés), ahora la llama, directamente, "alcantarilla" (sewer, que suena parecido). Las relaciones entre Trump y parte de su equipo parecen estar deteriorándose de forma extrema.

Censara pública en Twitter

Eso quedó claro ayer, una vez más, en Twitter. Trump agarró por la mañana la red social de los 140 caracteres para censurar públicamente al máximo responsable del Departamento de Justicia, y uno de los primeros políticos de peso en apoyarle cuando lanzó su candidatura a la Casa Blanca: Jeff Sessions. El presidente calificó a Sessions de "atribulado", y se preguntó por qué no ha lanzado acciones legales contra Hillary Clinton "por sus crímenes y relaciones con Rusia".

Después de esta humillación en público, la continuidad de Sessions en el cargo está en entredicho. La razón del distanciamiento no es política, sino por lo que Trump interpreta como una falta de lealtad: la decisión del fiscal general de abstenerse de intervenir en la investigación sobre la trama rusa. Sessions ha tenido que hacer eso porque él mismo está también implicado en el Rusiagate, ya que mintió al Senado acerca de sus encuentros con Kislyak. Pero, para el presidente, ése no parece ser motivo suficiente. Trump parece querer a todo el Departamento de Justicia de su lado para protegerle de la investigación del fiscal especial, Robert Mueller. Y también quiere a todo el partido. Hace dos días acusó a los líderes republicanos de "desleales".

Rumores de dimisión de Tillerson

Así, la capital de Estados Unidos es un hervidero de rumores. ¿Sucederá el ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, a Sessions al frente del Departamento de Justicia? ¿Presentará su dimisión irrevocable el secretario de Estado, Rex Tillerson, casado, como dicen que está, de que sea Jared Kushner quien mande en la política exterior de EU? ¿Se avecina una noche de los cuchillos largos en la Casa Blanca con una oleada de ceses? Por ahora, el presidente solo ha cambiado a los máximos responsables de su equipo de comunicación, y al jefe de los abogados que le defienden en el Rusiagate. El nuevo abogado de Trump, Abbe Lowell, se ha estrenado para la Historia con una frase que refleja a la perfección el tono retórico y anímico de la jefatura de Estado y de Gobierno de la mayor potencia del mundo: "Tengo los huevos de acero".

Por ahora, sin embargo, Trump goza del apoyo de su base. Los votantes del presidente admiran su espíritu combativo y sus ganas de pelea, así como su férrea violentad de no dar marcha atrás ni de pedir perdón nunca. Pero, aun así, la polarización de la sociedad estadounidense es absoluta. Un sondeo de la consultora SurveyUSA para el diario USA Today declaraba ayer que un 42% de los ciudadanos apoyan la destitución de Trump por el Congreso (lo que se denomina impeachment), y un 42% se opone a ella.

Claro que, de acuerdo con esa encuesta, incluso entre los partidarios del presidente está empezando a cundir el desánimo. Así, un 10% de republicanos cree que Trump no concluirá su mandato, una cifra que, previsiblemente, alcanza el 70% entre los demócratas. Aunque acaso lo más significativo sea que solo el 36% los independientes, que no están inscritos en el Censo como miembros de ningún partido, cree que esa posibilidad se va a dar. Eso revela que aún hay una gran parte de la opinión pública de EU dispuesta, al menos por ahora, a concederle el beneficio de la duda a Donald Trump.



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