Internacional - Política

Tres muertos en la huelga general que redobla el desafío contra Nicolás Maduro 

2017-07-27

La primera víctima mortal se registró al oeste del país, en Mérida....

DANIEL LOZANO / DIEGO SANTANDER / El Mundo

La Venezuela rebelde redobló hoy su desafío contra Nicolás Maduro, sabedora de las horas trascendentales que vive el país. El primer día de huelga general contra la Constituyente que se vota el domingo mantuvo el pulso tan fuerte como el de la semana pasada. Mañana, incluso, intentará aumentarlo, pese a la represión y al hostigamiento del Estado, y lo remachará el viernes con la denominada 'Toma de Caracas'.

La primera víctima mortal se registró al oeste del país, en Mérida. Rafael Vergara, de 30 años, cayó "producto de la represión de los órganos de la dictadura", anunció el alcalde Carlos García a través de sus redes sociales. La segunda es un joven de 16 años de Petare. La tercera muerte también se registró en Mérida, tras fallecer en el hospital donde había llegado con muerte cerebral. En la jornada de paro cívico de la semana pasada fueron cinco los muertos durante la represión y los enfrentamientos.

La convocatoria para jueves y viernes se mantuvo, pese a los contactos negociadores encabezados por José Luis Rodríguez Zapatero, que no convencieron a la oposición. La oferta del Gobierno no iba más allá de retrasar 45 días los comicios amañados del domingo para que la Unidad presentará sus propios candidatos, según filtraron presentes en las reuniones.

Así lo constató el propio Leopoldo López, quien sorprendió al país con un vídeo cinco horas antes de iniciarse la protesta. Al preso político, interlocutor de Zapatero, se le permitió la publicación del documento audiovisual, en el que reclamaba seguir en la lucha. El viaje de su mujer, Lilian Tintori, y de sus hijos a Miami en vísperas de la huelga general también fue motivo de polémica en las bases opositoras.

"No queremos a esta dictadura del monarca Nicolás Maduro. Con estos paros creemos que es posible que cambie. Si él llega a imponerla (la Constituyente), eso no va a durar mucho porque Estados Unidos va a imponer sanciones", vaticinó a EL MUNDO Jean Pierre mientras intentaba encender un cigarrillo con sus guantes de jardinero, los mismos que usa para devolver las bombas lacrimógenas a los cuerpos de seguridad.

Su barricada en la avenida Rómulo Gallegos estaba formada por sacos de tierra y defendida por cócteles molotov. Su zona, en el este de la capital, lució desolada, sin tráfico, con pocos comercios abiertos.

Así se mantuvo al menos el 60% del país, sobre todo las grandes ciudades, mientras los agentes gubernamentales atacaban sus posiciones con la intención de despejar las rutas para aparentar una normalidad que sólo existe en los canales de televisión chavistas.

En otra barricada estaba Mercedes, con su rostro cubierto con una capucha, acostada dentro de una nevera abandonada en medio de la calle, y con un palo de golf en la mano, a la espera de quienes quisieran pasar "a juro" por la barricada.

"Nosotros somos del barrio La Lucha (cerca de la favela de Petare, una de las mayores de América Latina) y estamos cansados de la escasez y la inseguridad. Yo trabajo con una empresa del Estado y no fui. No tengo miedo", afirmó desafiante.

La rotonda de Petare, su principal área comercial, funcionaba con normalidad, aunque había muy poca gente en la calle. En La Urbina, un barrio vecino de clase media, todo estaba trancado por montañas de basura y troncos de árboles. Los enfrentamientos en esa zona son habituales. Algunos hombres aprovecharon para buscar comida en las mismas bolsas de basura que bloqueban las vías.

En la otra parte de la ciudad, y del país, bajo control del Gobierno, se mezclaban postales de un sábado o domingo con imágenes rutinarias. En las inmediaciones del Palacio de Miraflores, la música latina sonaba tan alta que aquello parecía una discoteca callejera. "¡La Constituyente sí va, palante con Maduro!", recitaba el altavoz, que al menos perdonaba a su poco público de escuchar el 'Despacito' plagiado por el oficialismo.

Bancos llenos de gente, la mitad de las unidades de transporte obligadas a trabajar y el 80% de los comercios abiertos, tanto en el centro como en el oeste. Como un día casi normal pero sin la habitual esquizofrenía caraqueña. Los colectivos revolucionarios campan a sus anchas en esa zona, incluso hostigan a los comercios para que abran sus penas bajo pena de "expropiación popular".

Inspectores de trabajo y del Seniat (impuestos) han recorrido centros comerciales y tiendas en los últimos días para sancionar a quienes ya pararon la semana pasada, provocando la ira de sus usuarios. Hoy volvieron a hacerlo, incluso en los moteles por horas, especializados en el "amor rápido". La excusa oficial fue que "venimos a garantizar el voto del domingo, para que la empresa cuadre sus horarios".

No lo sintieron así los trabajadores, silenciosos ante la inspección pero hartos del sufrimiento diario que se vive en Venezuela, el país con mayor inflación del planeta que en 2017 perderá un 12% de su PIB. "Pura paja [palabrería], blablabla. Estamos que nos comemos al Gobierno de la rabia", resumió una de las empleadas más tarde.

Pero más allá de la lucha política y de "fronteras" interiores, entre 70% y 80% que adversa al 'hijo de Chávez' siente que vive en una cárcel que les ahoga y de la que quieren salir como sea, aunque sea atravesando la frontera real de forma masiva. Como si fuera una isla rodeada de tierra, tal y como ha confirmado Avianca: la aerolínea colombiana anunció hoy que suspende operaciones con el país vecino después de medio siglo de servicio.



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