Turismo

¿Vacaciones en las playas de Arabia Saudí? 

2017-08-09

Está por ver si los ultrarreligiosos dirigentes saudíes aceptan que se relajen las...

Juan Carlos Sanz, El País

Ante un futuro de coches eléctricos y gasolina barata, Arabia Saudí se afana en desarrollar una economía que no dependa solo del petróleo. El fondo soberano del reino ha anunciado la construcción de un complejo turístico en 50 islas situadas a lo largo de unos 200 kilómetros de su costa noroccidental del mar Rojo, según un reciente comunicado oficial citado por la cadena BBC.

Arenales intactos en playas vírgenes, arrecifes de coral preservados del submarinismo, volcanes inactivos en un parque natural y restos históricos de la cultura nabatea, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco, conforman el escenario paradisiaco al que el Fondo de Inversión Pública (PIF, en sus siglas en inglés) saudí pretende atraer a un millón de visitantes internacionales al año a partir de 2022. Para ello prevé establecer una “zona semiautónoma”, a la que se podrá acceder sin visado, gestionada por una legislación “acorde con los estándares internacionales”.

¿Será posible entonces bañarse en bikini o saborear un cóctel a orillas del mar Rojo saudí? En Arabia Saudí el alcohol está prohibido y las mujeres deben cubrirse de pies a cabeza en los espacios públicos. Ellas tampoco pueden conducir ni desplazarse solas, entre otras restricciones. La Comisión para el Turismo del reino no ha ofrecido aún una respuesta clara a esta cuestión central. Los promotores del proyecto insisten en que el enclave —con una superficie equivalente a la de Bélgica— estará regido por “normas propias” y contará con “un marco regulatorio elaborado y aplicado por un comité directivo privado”.

Está por ver si los ultrarreligiosos dirigentes saudíes aceptan que se relajen las estrictas costumbres del país árabe en la nueva zona turística para extranjeros en aras de una economía próspera y diversificada. Está previsto que el complejo marítimo genere 39,000 empleos y contribuya con 4,000 millones de dólares (3,400 millones de euros) al Producto Interior Bruto. Los saudíes más modernos y acomodados no tienen más remedio por ahora que acudir a las playas de Egipto situadas, en el mismo mar Rojo, o en las mucho más liberales de las costas de Turquía, para poder bañarse sin restricciones.

El fondo soberano PIF, con un capital de 183,000 millones de dólares, prevé las primeras inversiones en el megacomplejo costero a partir de 2019. Espera disponer después de la participación de las grandes cadenas hoteleras internacionales en el capital, con el objetivo de establecer un modelo de “turismo de lujo procedente de todo el planeta”, que busque tratamientos para el bienestar en un espacio exclusivo.

Detrás de esta iniciativa está la mano del príncipe heredero Mohamed bin Salman, de 31 años, quien dirige los planes del país para poner en marcha una economía no dependiente del petróleo. El pasado junio, el rey Salman apartó de la línea sucesoria a su hermano Mohamed bin Nayef para designar a su propio hijo, en contra de la tradición, como delfín al trono. La llamada Visión 2030 resume la estrategia del príncipe Mohamed, considerado el hombre fuerte de la dinastía.

Las reformas económicas también acarrean cambios sociales. La tensión parece estar servida entre los influyentes clérigos wahabíes, guardianes de una versión extremadamente conservadora del islam, y las generaciones jóvenes, que ya tienen una ventana al mundo a través de Internet y las redes sociales.

Arabia Saudí ya está en cierta medida acostumbrada a recibir visitantes extranjeros (cerca de dos millones en 2016), aunque casi todos son peregrinos musulmanes que acuden a La Meca y Medina. Y también cuenta desde hace tiempo con zonas separadas de la población local donde los profesionales occidentales expatriados, como los vinculados al sector de los hidrocarburos, se hallan sometidos a normas de vestimenta y conducta más relajadas.



yoselin