Tras Bambalinas

Por qué triunfan los terroristas

2017-08-24

Segundo motivo, el fanatismo de los terroristas. De hecho, es su principal fortaleza, la...

Edurne Uriarte / ABC.es

El titular no es políticamente correcto pero corresponde bastante mejor a la realidad que muchas de las declaraciones institucionales y periodísticas de los últimos días. Los terroristas a veces triunfan totalmente, como las FARC colombianas que, tras cientos de miles de asesinatos, torturas y secuestros, no van a ir a prisión y hasta van a tener cinco escaños por ley en Congreso y Senado, por si nos los sacan por ellos mismos en las próximas elecciones. Otras, triunfan parcialmente, como ETA, parte de cuyos asesinos están en la cárcel, pero cuyas ideas y pasado criminal siguen siendo defendidos por su brazo político y por muchos otros parientes ideológicos de la extrema izquierda. Y, otras, triunfan temporalmente, como por ahora el terrorismo yihadista, asesinando por todo el planeta, sin que nadie pueda ponerles freno.

Y triunfan por seis motivos, el primero de ellos justamente el contrario al lema elegido para responder a los asesinatos de Cataluña. Lamentablemente, sí tenemos miedo, la mayoría lo tiene. El miedo que impidió la respuesta social a ETA durante décadas, el miedo que ha permitido la claudicación ante las FARC, el miedo que paraliza a las sociedades occidentales y musulmanas a la hora de atajar la difusión de las ideas fundamentalistas. La historia de la respuesta social a ETA es, ante todo, una historia de miedo, por mucho que ahora todos se entusiasmen leyendo y reivindicando a la «Patria» de Fernando Aramburu. ¿Y alguien espera que ahora la valentía sea mayoritaria frente a un terrorismo muchísimo más peligroso, fuerte y sanguinario?

Segundo motivo, el fanatismo de los terroristas. De hecho, es su principal fortaleza, la disposición a cualquier acción y sacrifico, incluido el suicidio, por la fe en sus ideas y objetivos. Para lo bueno, y para lo malo, como en el caso del terrorismo, las creencias fuertes pueden derrotar a adversarios muchos mejor equipados y más numerosos.

Tercer motivo que complementa al anterior, la actitud justamente contraria en la mayoría de los ciudadanos de las sociedades atacadas. La cultura de la comodidad, la no disposición a la lucha y al sacrificio, la cultura de la responsabilidad de los Estados pero no de los individuos. ¿Que eso impide el fanatismo? Sí, pero también la resistencia y la lucha, por ejemplo, con posicionamientos mayoritarios en contra de las propias acciones militares de los Ejércitos. Porque ningún soldado debería correr un riesgo, dice esa cultura mayoritaria. No hay más que recordar lo que ocurrió tras el 11-M, aquello no era sólo una protesta por el apoyo a la guerra de Irak, era una defensa de la huida de España de cualquier acción militar internacional.

Cuarto motivo, el ideológico, no sólo el apoyo directo, sobre todo en sociedades musulmanas, sino el indirecto de todos aquellos de las «causas» o del «malvado imperialismo occidental». Lo que en parte explica también el quinto motivo, la incapacidad para una decisión internacional frente a un terrorismo de dimensiones, estrategia y objetivos internacionales. Sobre todo desde Europa que sabe que no se puede derrotar a este terrorismo sin una respuesta militar sobre el terreno de los terroristas, pero que es incapaz de asumirlo y llevarlo a cabo.

El corolario de todo lo anterior es la existencia de líderes políticos y sociales cobardes, ¿o hábiles? que optan por negociar con los terroristas en lugar de combatirlos. Sin sociedades dispuestas a la resistencia, muchos líderes prefieren negociar y claudicar. Eso les permitirá ganar las elecciones y los terroristas lo saben. Conocen nuestras debilidades.



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