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Nueva York sí quiere a Sharapova 

2017-08-30

La noticia le generó multitud de desafectos en el circuito y estuvo 13 meses...

Alejandro Ciriza, El País

No es Maria Sharapova una mujer demasiado generosa en el gesto. Siempre gélida, casi hasta el extremo, economiza las muestras de euforia y rara vez regala afectos de forma espontánea cuando está inmersa en una competición. Sin embargo, esta vez las emociones le arrebataron la inexpresividad y endulzaron su regreso a la pista de Nueva York, el primer Grand Slam que disputa la rusa desde hace 20 meses. Esta vez, Masha volvió, ganó y lloró. Pero no solo ganó. Despachó a la rumana Simona Halep y, por lo tanto, a una de las potenciales aspirantes al número uno que se dilucidará en el cuarto major de la temporada.

En tiempos mucho más dichosos –el 25 de junio de 2012, por última vez–, la siberiana también ocupó el trono, pero estos días su realidad es muy diferente. Arrancó el año desde un limbo, sin ranking, debido al positivo que dio por consumo de Meldonio en el Open de Australia 2016. La noticia le generó multitud de desafectos en el circuito y estuvo 13 meses entrenándose en la clandestinidad, sopesando colgar la raqueta y cerrar su lustrosa trayectoria en falso o bien intentar reengancharse a la vida deportiva a los 30 años, fuera de ritmo y sometida a un debate permanente.

A pesar de que algunos eventos le concedieron invitaciones para facilitar su reinserción en el tour –Stuttgart, Madrid Open, Roma y Birmingham– Roland Garros la rechazó de pleno al considerar que una jugadora que ha hecho trampas no debía estar sobre la pista. Wimbledon caviló, aunque la decisión de jugar la fase previa como cualquier otro tenista evitó que el Grand Slam inglés tuviera que mojarse.

“No merece las wild cards”, intercedió Patrick Mopuratoglou, el técnico de Serena Williams, entre una vertiente muy extendida contraria a que la rusa no debe gozar de privilegios.

No obstante, su vuelta a marchas forzadas derivó en diversos contratiempos físicos que le obligaron a desaparecer de la gira sobre hierba y luego de la del cemento norteamericano. A pesar de todo, el US Open no tuvo una sola duda: Sharapova, independientemente de todo, garantiza el show. El éxito publicitario del torneo está asegurado. Criada y asentada en Florida, la figura de Masha conecta a la perfección con la idiosincrasia comercial del Grand Slam estadounidense y el apetito de estrellas de la grada.

Babos, 59 del mundo, en la próxima cita

De modo que Nueva York, cumbre hollada en 2006, terminó rendida a sus pies cuando batió a Halep (6-4, 3-6 y 6-3) en un pulso que en otro momento bien podría haber significado la final. “Lo de hoy ha sido muy especial. He sentido el calor de los Estados Unidos”, afirmó la protagonista, que cerró la noche con las rodillas hincadas en la superficie de la pista Arthur Ashe, incrédula puesto que aterrizó con pocas esperanzas, según reconoció, y con los ojos vidriosos. “Traté de pensar que no era un partido más, pero sabía que no era así”, admitió Sharapova, citada en la siguiente fase con la húngara Timea Babos (59).

El presente dice que es la 146 del mundo y que difícilmente volverá a ser la bestia competitiva del pasado, la Sharapova triunfadora que ganó cinco grandes. Pero hay una cosa innegable: Nueva York la adora. La siente como suya.

DOS ASPIRANTES MENOS AL TRONO

La euforia de Sharapova se tradujo simultáneamente en la tristeza de Halep, a la que cada vez que tiene a su alcance el número uno le entra el vértigo. La rumana es la segunda tenista en la clasificación mundial y aunque nunca ha ganado en Nueva York casi siempre es una de las aspirantes al cetro.

A priori. Ahora, de nuevo, descarriló a las primeras de cambio y por lo tanto la carrera por el mando del circuito perdió a una de las contendientes. También a la británica Johanna Konta, vencida por Aleksandra Krunic (4-6, 6-3 y 6-4).

Hoy, en la 2ª ronda, volverá a intervenir Garbiñe Muguruza. La española (23 años) resolvió su debut con una exhibición contra la estadounidense Lepchenko y encara ahora a la china Ying-Ying Duan, 92 de la WTA. No existen precedentes entre ambas. Muguruza, tres del mundo, será número uno si gana el US Open.



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