Internacional - Población

Aumenta drásticamente el éxodo rohingya que huye de la violencia del ejército en Birmania

2017-09-01

"Altas cifras de rohingya de camino a Bangladesh. Se está produciendo un desplazamiento...

MÓNICA G. PRIETO, El Mundo

La violencia en el estado de Rakhine (Birmania) ha elevado drásticamente el número de refugiados rohingya, comunidad musulmana objeto de las 'operaciones de limpieza' acometidas por el Tatmadaw (Ejército birmano) en respuesta a la ofensiva lanzada por parte del Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ESRA) el 25 de agosto contra 30 puestos de control policial y una base militar.

La desesperación de la huida es tal que entre 17 y 20 personas, en su mayoría mujeres y niños, han muerto ahogadas cuando se hundieron las barcazas con las que intentaban alcanzar Bangladesh. Los cadáveres fueron rescatados por pescadores en el río Naf, según explicaron las autoridades de Teknaf. "Ninguno sabíamos navegar. Cuando las olas entraron en la embarcación, entramos en pánico", explicó uno de los supervivientes, identificado como Shah Karim, en declaraciones a AFP.

El pasado miércoles, Bangladesh obligó a más de 360 refugiados a bordo de precarias embarcaciones de madera a regresar a territorio birmano, según los guardias de fronteras del país asiático. Fuentes de la ONU citadas por Reuters elevaron hoy a 27,000 el número de refugiados rohingya que han escapado de Rakhine con dirección a Bangladesh, revisando así la cifra ofrecida poco antes por la Organización Internacional de Migraciones (OIM), según la cual 18,500 civiles rohingya cruzaron la frontera con Bangladesh entre el pasado viernes y ayer, miércoles.

La mayoría de los refugiados son mujeres y niños. A ellos se sumarían otros muchos civiles atrapados en territorio birmano, esperando el momento adecuado para aventurarse a cruzar: hay que recordar que el Tatmadaw ha sido grabado desde el otro lado de la frontera disparando con armamento ligero y con morteros a los civiles que escapaban.

El portavoz de la OIM Peppi Siddiq ha afirmado en declaraciones a la BBC que "hay miles de personas en tierra de nadie" a las que las ONG no pueden acceder, ya que se encuentran del otro lado del río Naf. Fuentes de la ONU aventuran que el número podría acercarse a 20,000, aunque no se descarta que aumente dado que la ofensiva sigue su curso con especial crudeza.

"Altas cifras de rohingya de camino a Bangladesh. Se está produciendo un desplazamiento forzoso masivo. El Ejército y los civiles atacan los poblados. Algunas personas están atrapadas", escribía en Twitter Mathew Smith, responsable de Fortify Rights, una de las ONG más implicadas en la investigación de crímenes contra la comunidad rohingya. Resulta imposible comprobar la credibilidad de las cifras dado que las zonas afectadas por los combates, Maungdaw, Buthidaung y Rathedaung, están cerradas al paso de observadores internacionales. Además, de la primera han sido evacuados los empleados de la ONU ante el temor de que fueran objeto de represalias, tras ser acusados del Gobierno birmano de complicidad con el grupo armado.

"Con lo puesto"

Los refugiados llegan "con lo puesto, algunos con ropa, otros con utensilios de cocina, pero la mayoría dejan todo atrás", explicaba Siddiq al canal británico. "Necesitan refugio y asistencia alimentaria inmediata". Las órdenes del Gobierno de Bangladesh, país que acoge a unos 400,000 refugiados rohingya huidos de ofensivas militares anteriores, son no permitir el acceso pero resulta imposible asegurar una frontera común de más de 270 kilómetros.

Solo desde el pasado octubre, cuando otro ataque armado rohingya contra posiciones fronterizas desató una vasta respuesta contra la población civil que derivó en presuntos crímenes contra la Humanidad, casi 90,000 personas buscaron refugio en el vecino Bangladesh. La primera ministra bangladeshí, Sheik Hasina, ha solicitado en esta ocasión a Estados Unidos que presione a Birmania para buscar una salida que frene la marea humana.

El histórico antagonismo birmano hacia los rohingya está escalando en un conflicto étnico, con el consiguiente movimiento de población. El Gobierno birmano afirma haber evacuado a 4,000 residentes budistas e hindúes para socorrerlos: según el diario Eleven Myanmar, unos 600 civiles no musulmanes han huido de Maungdaw a la capital del estado de Rakhine, Sittwe, para escapar de lo que califican como "violencia" rohingya.

"Hemos escapado a Sittwe porque ya no nos atrevemos a estar aquí. Los terroristas de las aldeas bangladeshíes cercanas nos amenazan cada día. Tememos por nuestra seguridad porque nuestro pueblo tiene un contingente de policías muy pequeño. Hemos huido a Sittwe porque nos sentimos más seguros aquí", explicaba al citado medio May Thet Soe, un residente de la aldea de Khayaymyaing. En Birmania, la minoría rohingya (apenas 1,1 millón de personas) no tienen derechos básicos como el derecho a la ciudadanía, la educación, la sanidad o libertad de movimiento. Ni siquiera tienen derecho a ser denominados por su nombre y tanto el Gobierno como la población se refiere a ellos como 'refugiados bangladeshíes' pese a llevar varias generaciones instalados en el país.

La táctica de las nuevas 'operaciones de limpieza' lanzadas por el Tatmadaw en respuesta a los ataques parecen seguir el patrón habitual. Imágenes satélite captadas por Human Rights Watch mostraban al menos 10 áreas rohingya en llamas, si bien la Oficina de la Consejera de Estado Aung San Suu Kyi afirma en sus comunicados que son los propios 'terroristas extremistas bangladeshíes' quienes prenden fuego a sus propiedades para culpar al Gobierno, empleando una vieja acusación usada en ofensivas anteriores.

Chris Lewa, responsable de la ONG Proyecto Arakan, ha asegurado a Reuters que "lo único que oímos [desde el interior] es 'incendios, incendios e incendios', y parece que se están extendiendo de norte a sur". Lewa, considerada una fuente autorizada en el conflicto de Rakhine gracias a la red de contactos de su organización en el estado birmano asegura que, a diferencia de la ofensiva anterior, los llamados vigilantes (civiles armados y apoyados por el Ejército) "están participando activamente en los incendios de las aldeas".

El Gobierno birmano también acusa a los insurgentes de asesinar a aldeanos no musulmanes: el último caso denunciado por la prensa local se habría registrado en la aldea de Khon-Taeing, donde siete miembros de la minoría Mro habrían sido asesinados y otros cinco fueron heridos cuando "unos 400" miembros del Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ESRA) asaltaron el pueblo.

El responsable del municipio de Maungdaw U Ye Htut denunció, en otro incidente, la muerte de cuatro civiles a manos, presuntamente, de milicianos rohingya del ESRA provenientes del poblado musulmán de Zula, según informó el diario online Irrawaddy. Eso elevaría a más de 110 el balance de muertos desde el inicio de la actual ofensiva, que comenzó el viernes, de los cuales unos 80 serían insurgentes.

Retórica distinta

La retórica del régimen birmano, heredero de la Junta militar que cohabita con la premio Nobel de la Paz - ganadora de las elecciones de 2015 -, está cambiando en esa ofensiva, más acorde con el ambiente político internacional. Si en operaciones anteriores justificaba su dureza sin dar explicaciones, rebatiendo con virulencia a las críticas exteriores, en esta ocasión parece estar jugando la baza del terrorismo para obtener, al menos, el beneficio de duda en la actuación de sus uniformados.

En una comparecencia ante medios y agregados militares extranjeros, el portavoz del Ejército birmano, el general Aung Ye Win insinuó que los rohingya intentan establecer un estado musulmán en Rakhine. "Su principal objetivo es aunar con el miedo, construir plazas fuertes y declarar la región entera un área liberada", afirmó el pasado martes en la capital, Naypyidaw. "Han logrado reunir [en sus filas] al 50% de los bengalíes en las zonas de Buthidaung y Maungdaw. Han conseguido que cada familia envíe a una persona a combatir", afirmó sin ofrecer pruebas. "Los bangladeshíes quieren su propio territorio. Por eso están expulsando a los arakaneses (gentilicio histórico de la región de Rakhine). Sus movimientos militares y políticos están destinados a exigir su propio territorio", añadió el general Win.

El Ministerio de Información aseguró ayer miércoles que, entre el domingo y el lunes, han explotado 45 artefactos caseros y siete aldeas, un puesto policial y dos barrios de Maungdaw han sido incendiados. El ministro del Interior, teniente coronel Kyaw Swe, no dudó en emplear la expresión "estado islámico", recurriendo a una retórica destinada a quebrar cualquier crítica occidental, a la hora de definir las pretensiones del grupo armado.

En cualquier caso, es indudable el salto cualitativo emprendido por los insurgentes rohingya, capaces de lanzar asaltos coordinados con centenares de personas y justificando sus acciones por la discriminación de un castigado colectivo que paga sus desmanes. Hace unas semanas, el Ejército birmano declaró al ESRA grupo terrorista. La Oficina de la Consejera de Estado Aung San Suu Kyi ha llegado a vincular a las ONG con el grupo armado, en unas insinuaciones calificadas por el embajador norteamericano como "absurdas".



JMRS