Religión

El Papa pide a los colombianos que huyan de la venganza para alcanzar la paz 

2017-09-07

Una alfombra roja de 38 metros cruza el Patio de Armas del Palacio de Nariño de...

Daniel Verdú, Francesco Manetto, El País

Una alfombra roja de 38 metros cruza el Patio de Armas del Palacio de Nariño de Bogotá. Llega un modesto Chevrolet gris y baja el Papa Francisco. Suena la orquesta, el himno nacional y la canción Puede Ser. Un montón de niños discapacitados se abrazan al Pontífice que, como siempre, se entretiene con cada uno de ellos y despedaza el protocolo. Comienza la visita a Colombia que durará cuatro días más y que, como queda claro desde la primera línea de su discurso ante presidente Juan Manuel Santos, apoyará sin fisuras el proceso reconciliación que sigue a los acuerdos de paz que el político colombiano impulsó hace nueve meses tras cuatro años de diálogo con las FARC en La Habana.

Eran las nueve de la mañana y cientos de miles de colombianos habían madrugado para ver pasar al Papa en su recorrido desde la Nunciatura Apostólica. Primero habló Santos, que en los últimos meses ha sufrido las consecuencias de un elevado desgaste por haber llevado hasta el final el proceso de paz con la guerrilla más antigua y organizada de América. El acuerdo puso fin a más de medio siglo de conflicto armado, que dejó por el camino 222,000 muertos y seis millones de desplazados. Pero también le costó al presidente un severo juicio de buena parte de la sociedad colombiana, que por un estrechísimo margen rechazó ese pacto en referéndum, y la oposición sin fisuras de los sectores conservadores representados por el exmandatario Álvaro Uribe. Santos atraviesa un momento político muy delicado. Su popularidad cayó en picado a principios de año y, cuando faltan nueve meses para las próximas elecciones presidenciales de 2018, aún no tiene un sucesor claro.

Muy agradecido por la visita, recordó algunas palabras del Evangelio según Mateo que encajaba perfectamente con las tesis que le han costado el ostracismo político. “No hay que perdonar hasta siete veces, sino hasta 70 veces siete. Hay que celebrar el regreso del hijo pródigo, porque estaba perdido y lo hemos encontrado”. Presumió también de lo conseguido para acabar con la violencia de las FARC. “Nuestra sociedad ha logrado grandes cosas. Colombia es el único país del mundo donde hoy las armas se están cambiando por las palabras; donde las armas se destruyen y se funden para convertirse en monumentos a la paz”.

Los opositores a Santos le han reprochado todo este tiempo la tibieza con la guerrilla y haber renunciado a una justicia plena en aras de obtener la paz. Pero el Papa apoyó en su discurso esa línea de acción que le ha valido el Nobel a Santos y deslizó alguna alusión dirigida, podría interpretarse fácilmente, a los que han intentado sabotearlo. También gran parte de la jerarquía católica colombiana, a quien también se dirigirá estos días. “Que este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo. Cuanto más difícil es el camino que conduce a la paz y al entendimiento, más empeño hemos de poner en reconocer al otro, en sanar las heridas y construir puentes, en estrechar lazos y ayudarnos mutuamente”.

Santos, complacido, ha podido escuchar como Francisco elogiaba el trabajo llevado a cabo durante los últimos meses para instaurar una paz duradera en un país azotado por una tormenta de violencia que devastó a las instituciones y al propio Estado. “En el último año ciertamente se ha avanzado de modo particular; los pasos dados hacen crecer la esperanza, en la convicción de que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos. Trabajo que nos pide no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro […].

El Papa, como suele hacer, ha estructurado su discurso en tres ejes. En esta ocasión, como hacen casi todos en Colombia, ha citado a Gabriel García Márquez para subrayar la importancia de la esperanza. Y más allá de la paz, también ha querido hablar de medioambiente y desigualdades sociales. Puede que ahí se haya podido escuchar un tirón de orejas a la todavía insuficiente política social del Gobierno. “Se necesitan leyes justas que puedan garantizar esa armonía y ayudar a superar los conflictos que han desgarrado esta Nación por décadas; leyes que no nacen de la exigencia pragmática de ordenar la sociedad sino del deseo de resolver las causas estructurales de la pobreza que generan exclusión y violencia”.  Tras hablar en público los dos se reunieron en privado durante unos 20 minutos, en lo que supuso el tercer encuentro después de lo celebrados en el Vaticano en 2015 y 2016.



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